Devociones por lo comercial: la tienda del chino
Servidor tiene sus devociones por lo eclesiástico, San José por ejemplo, y tiene sus devociones por lo civil. Si se trata de devociones farmacológicas, la aspirina, y si comerciales, El Corte Inglés y las tiendas de chinos.
Cada día me admiran más las tiendas de los chinos. Hace unos días me acerco a la del barrio a preguntar si por casualidad tendrían un cargador para mi teléfono móvil. Impresionante: ¿lo quiere en blanco, negro o verde? Definitivo. Todavía no me he recuperado de la impresión.
Me decía un amigo que el éxito de los chinos como comerciantes estriba en varios factores, especialmente tres: tener prácticamente de todo en su forma básica, horario continuado y el chino siempre al pie del cañón ayudando y sirviendo. Este mismo amigo me decía que por qué no aplicábamos la fórmula china a las parroquias.

Pura demagogia y de la barata el grito de que la catedral de Córdoba, la casa cural de Villataludes, la ermita de Sotolamina y el linar de la Virgen son propiedad del pueblo. Yo es que no sé quién es ese señor. Por lo visto el tan pueblo no tiene NIF, ni CIF, ni cotiza a hacienda, por lo cual es un concepto incapaz de poseer.
Me van a permitir hoy un pequeño divertimento. ¿Se han dado cuenta las infinitas posibilidades con que uno se encuentra en la parroquia a la hora de pasar el cepillo en misa? Yo he observado al menos las siguientes variantes:
Mi primer teléfono móvil lo adquirí cuando me nombraron párroco de dos pueblos. Desde entonces hay algo que me angustia especialmente: que alguien me necesite y no me pueda localizar. Por eso en el teléfono fijo de la parroquia, si no podemos atenderlo y salta el contestador, se facilita mi número de móvil particular que jamás está apagado. Solo sin sonido durante misas y algunas reuniones.