Rafaela, la misa del Montgrí y la Generalitat
Las Rafaelas están por todas partes. Viajan, pasean, leen y hasta se meten en internet. Y cuando algo no lo entienden, o simplemente tienen la sensación, muy posiblemente falsa, de que alguien, especialmente un clérigo, les anda buscando las cosquillas, pues además de rezar por el susodicho, que me consta lo hacen, pues directamente patalean, chillan, lo dan a conocer y me lo envían por si tuviera a bien decir algo.

Acoger. Eso no se duda. Ante el drama de los miles y miles de refugiados que están abandonando su tierra desde Siria de manera especial y desde otros países aledaños, hay que darlo todo y acoger a estas personas como sea. De hecho, hay que ver la explosión de solidaridad que se ha destapado en toda Europa y la generosa respuesta de instituciones, familias e individuos.
Los tópicos ya se sabe. Son todas esas cosas que al final tantos aceptan, aceptamos, como axioma irrebatible. Pobre religiosidad popular. Si preguntan a no creyentes, falsedad, aparentar, ganas de figurar, poco menos que la sección religiosa de cualquier revista del corazón o de cualquier programa rosa. Pero tampoco tiene desperdicio cómo ha sido denostada desde algunos sectores de la Iglesia, de esos que se autodenominan “proféticos, auténticos, de pata negra, intérpretes autorizados de las más puras esencias del evangelio por una inspiración directa del Espíritu”.
Mario Vargas Llosa contrajo un primer matrimonio con Julia Urquidi en 1959. Tras divorciarse de esta en 1964, un año después contrajo matrimonio con su prima Patricia Llosa con quien ha permanecido casado hasta hoy. Lo último que sabemos, tras parece ser que repetidos escarceos, es que hoy mantiene una relación sentimental con la conocida Isabel Preysler, casada en primeras nupcias por la iglesia con Julio Iglesias, matrimonio del que consiguió la nulidad y que le permitió un segundo matrimonio canónico con el marqués de Griñón. Tras un posterior divorcio, un nuevo enlace con el ex ministro socialista Miguel Boyer, fallecido no hace mucho.
Muy duro a los ojos del mundo. Afirmar que Dios los creo hombre y mujer y que el matrimonio es para siempre, resulta duro. Eso dije este domingo pasado en la homilía. Muy duro en este mundo de relativismo y lo importante es quererse y ser feliz.





