Cincuenta años rezando a San José
Desde el mismo día de su matrimonio no faltó una sola noche en que aquella pareja rezara un padrenuestro a San José para que les concediera una buena muerte. Años y años, noche tras noche, para que san José nos conceda una buena muerte: padrenuestro…
San José no se pudo negar. Él falleció cuarenta y siete años después de su matrimonio. Ella, veintitrés años más tarde.
Los dos murieron en su casa y en su cama. En el momento de su fallecimiento, en ambos casos, un servidor, su hijo, estaba a su cabecera y los despidió de este mundo con todos los sacramentos, la absolución y la bendición final con indulgencia plenaria. Cosas de San José que no iba a dejar en barbecho tantos años de súplicas.
Disculpen que cuente esto, pero es que las lecturas de este domingo hablan de oración constante y me da la impresión que eso de la oración de petición como que lo tenemos un tanto olvidada.


No sé si somos del todo conscientes de la trascendental importancia de la
Pues parece ser que hace unos días, algún fiel cristiano encargó una misa por un tal “Francisco F.” en la catedral de Valencia y para el día de hoy. Las intenciones de las misas son públicas en la catedral, y hete aquí que alguien debió caer en la cuenta de que ese Francisco F. debía ser Francisco Franco y no gustó que se celebrara una misa por su alma justo en el 18 de julio.
Una semanita en la que uno ha intentado estar menos pendiente de noticias y de internet, aunque nunca del todo. Me van a permitir mis lectores que la denomine “semana del cardenal Sarah”.





