La Sagrada Congregación para el Culto Divino, patas arriba
Hace un par de días supimos, a través de los medios, el nombramiento del cardenal español Ricardo Blázquez como miembro de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos. En principio nada que aportar, si acaso sus anteriores nombramientos para otras tres congregaciones y además en la administración de patrimonio de la Santa Sede. Afortunadamente tiene un obispo auxiliar.
Lo realmente sorprendente no es el nombramiento del cardenal Blázquez para esta importante Congregación que preside el cardenal Sarah, sino que el papa Francisco haya decidido cambiar nada menos que a veintisiete de una vez en una decisión sin precedentes. Sigue al frente el cardenal Sarah, considerado del grupo de los más conservadores, aunque no me guste la terminología, pero es lo que se suele utilizar, aunque salen los prelados considerados más tradicionales, como son, por ejemplo, los cardenales Burke, Scolla o Pell.

Pobres cuatro viejas. Nada hay más denostado y despreciado en la vida pastoral que las cuatro viejas. Ya saben eso de “no merece la pena, total, para cuatro viejas que vienen”. El rosario, la adoración, vida ascendente, una charla. Bah, si solo acuden cuatro viejas.
Muchas iniciativas pastorales de posible buen resultado no llegan siquiera a plantearse en serio abortadas bajo un contundente “es que es un lío”. Todos podemos poner mil ejemplos.
Lo de la formación es de esas cosas que todo el mundo reclama a la vez que no se tiene tiempo para acudir. No falla. Da igual una asamblea parroquial, un grupo de Cáritas, catequistas, liturgia o lo que nos haya podido ocurrir. Lo primero que dice la gente es que necesitan formación. Perfecto. Organizas unos cursos de formación, invitas a cursos que se estén impartiendo en la vicaría, en la diócesis. Nadie tiene tiempo para acudir. Pues vaya…
No sé si aún podrá quedar algún lector que no conozca a Socio. Por si acaso, decirles que Socio es un encantador perrillo westy, simpático, excelente rematador de cabeza, y que comparte su perruna existencia con un servidor.