Cáritas tiene un problema de marketing
La Iglesia en general, y Cáritas en particular, tenemos un serio problema de marketing que nos hace incapaces de hacer llegar a la gente las cosas buenas que se hacen cada día, mientras saltan a la opinión pública todo tipo de desastres.
Recuerdan, seguro que recuerdan, la movida de Cáritas Salamanca y los toros, que fue capaz de hacer aparecer el nombre de Cáritas en todos los medios de comunicación, incluyendo los más afines, y no para bien. Y mis lectores, gente de buena memoria, recordarán el enojo de un servidor con los famosos materiales de la campaña de los sin techo. Es que manda narices, nos ofrecen un material más que discutible y se nos pasa por alto informar ampliamente a la Iglesia y a la sociedad de la labor que hace Cáritas Madrid, por ejemplo, en favor de las personas sin hogar, que aquí nos parece que el único agarradero que tienen en todo Madrid es la iglesia de San Antón. Nada más falso.

Uno de los favores que podrían hacernos los obispos al pueblo de Dios sería el de ponerse de acuerdo entre ellos en cosas que al pueblo de Dios le importan, y en caso contrario que se molesten en consultar donde sea necesario para evitar el penoso espectáculo de que cada cual diga lo que le dé la gana y nos manden mensajes del todo contradictorios. Tanta conferencia episcopal, tanta sinodalidad, tanta reunión para que cada uno acabe diciendo lo que se le ponga en su particular solideo.
A Socio, mi perro, el sábado pasado le tocó peluquería, y quedó tan guapete que no me resistí y coloqué una foto suya en Facebook. La verdad es que se originaron unos cuantos comentarios divertidos, amables, incluyendo por cierto fotos de otras mascotas. La única discrepancia fue un mensaje donde se me reprochaba gastarme dinero en una peluquería para perros cuando hay tantos pobres muriéndose de hambre por el mundo y que menos perros y más caridad. Claro, y menos ordenador, menos Facebook y más dedicar tiempo y dinero los pobres. Pero hombre, ¿cómo alguien me va a reprochar que tenga un perro a mi lado cuando conocemos a tantos santos que han tenido perro?
La libertad de expresión es la capacidad que tiene uno de hablar a favor del poder establecido, sea por lo civil, sea por lo eclesiástico. Más aún, cuanto más se oye hablar de libertad de expresión, cuanto más se exalta y se promociona la necesidad de expresarse libremente, más cuidado hay que tener con lo que se dice (axioma de Logos).
Antes de nada, amables lectores. ¿Cómo ven ustedes las cosas ahora mismo en la Iglesia?