Acabo de llegar de Belorado, de la profesión solemne de sor María Sión de la Trinidad
Cuánto hemos disfrutado, la verdad.
Sor María Sión de la Trinidad, en el siglo Susana Mateo, era feligresa de esta parroquia. Sus padres, Julio y Susana, feligreses comprometidos y Julio, especialmente en el economato solidario de Cáritas. Sor María Sión es licenciada en farmacia y tenía una buena experiencia laboral. Pero Dios llamó a su puerta y dijo sí. Hoy es hermana clarisa pobre de Santa Clara para siempre, tras prometer solemnemente esta mañana: “hago voto a Dios omnipotente de vivir por todo el tiempo de mi vida en castidad, sin propio, en obediencia y en clausura según la regla de nuestra Madre Santa Clara".


¿Cómo que todo es igual? Ni en la vida, ni en la religión o la política. Y quien dice que todo es igual, en definitiva, lo que está afirmando es que no admite crítica hacia lo suyo.
En alguna ocasión, comentaristas me han dicho que por qué no nos olvidamos ya de la Amoris Laetitia. Facilito: no nos olvidamos porque los hay empeñados en sacar el asunto a colación día tras día. En Madrid, por ejemplo, y sin ir más lejos, este curso ya hemos tenido dos tandas de charlas para sacerdotes sobre el particular, y todavía hace poco otra sesión organizada por PPC y con tal relevancia que el propio cardenal Osoro presidió su inauguración.
Los sacerdotes sabemos mucho de personas con depresión, especialmente mujeres, que intentan salir de su estado acudiendo a una dirección espiritual, a la oración, en definitiva, al apoyo de la fe.





