Lo que Cristo haría. Lo que Cristo hizo
Hablar, comentar, discutir y aclarar lo que haga falta, pero siempre con una cierta seriedad. Ponerte a comentar cualquier cosa con alguien que esgrime como argumentos eso de “total no es tan importante“, “a ver si crees que a Dios le importa” o “Jesucristo haría o dejaría de hacer” es una pérdida de tiempo, amén de una total vagancia inntelectual.
Lo que Cristo haría no lo sabemos. Podemos tirar de imaginación y como cada cual tiene la suya, pues allá cada uno con sus cadaunadas. Pero no me digan que argumentar con esos razonamientos no es falta de formación, desprecio a la doctrina de la Iglesia y, lo que es más grave, tomar por imbéciles a los que tienes al lado.

Seamos claros. El sínodo de la sinodalidad ha suscitado en la santa madre Iglesia un interés del todo descriptible: escasísimo. Desde el primer momento. Y cada vez menos. Evidentemente es defendido con mayor o menor convencimiento por todos aquellos que lo llevan en el sueldo: secretaría general, obispos… A ver qué remedio queda. No va a decir un obispo abiertamente, salvo rarísimas y valientes excepciones: Müller, Zen, Sarah… que todo es un despropósito. Si toca sínodo, toca sínodo y, por lo menos, habrá que cumplir por la cosa de la obediencia debida, aunque no sé si mal entendida, y para que en Santa Marta no digan que tal obispo es poco sinodal. Cumplir. Al menos.
Aquí, en la Sierra Norte de Madrid, y residiendo en el pequeño pueblo de Otderuelo del Valle, tenemos una comunidad de cuatro hermanas pertenecientes al