Lío de misas en Navidad
Lío porque aquí no hay quien se aclare.
Todo es “parece ser”, “da la impresión”, “me han dicho”, “he escuchado” pero nada más. Aparte, esta el hecho de que luego cada comunidad puede matizar o no matizar o dejar de aclarar o ponerse en jarras y sacar sus normas. El hecho es que a tres semanas de nochebuena lo más seguro es que quién sabe.
El gobierno belga ha sido expeditivo: no habrá misas públicas hasta el 15 de enero. Los obispos italianos sugieren que se adelante la misa del gallo. La Comisión Europea recomendará a sus Estados miembros que prohíban todas las Misas cristianas, o que las permitan sólo con un número mínimo de fieles asistentes. En España, el llamado Consejo Interterritorial recuerda que hay que respetar aforos y toque de queda, que aún no sabemos si será a la una o una y media de la madrugada porque también depende de comunidades autónomas, a la vez que nos sugiere que cambiemos los cantos por música pregrabada, nos unamos a las celebraciones por vía telemática o televisión y nos mandan no besar imágenes.

Lo contaban de un ordenanza en un ministerio cualquiera. Acababa de tomar posesión el nuevo ministro y, como es natural, llegó al ministerio con nuevas ideas y dando órdenes desde el primer momento, hasta en los detalles más pequeños. Aquel ordenanza no perdió los nervios. Apenas exclamó: “hay que ver cómo son estos interinos”.
Es que estamos a menos de un mes de la Navidad y se nos acumulan las cosas. Es Navidad y algo hay que hacer.
Las mamás antiguas, preocupadas por la integridad total de sus niñas, solían aconsejar a sus hijas que no bebieran nada que no se descorchara en su presencia, no fuera a suceder que algún malvado, porque entonces no se contemplaba otra posibilidad, aprovechase algún descuido para poner algo en la bebida con el fin de abusar de la criatura.