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20.02.25

Redes sociales. Uno llega a donde llega

- Usted es un grosero y un maleducado, porque le he mandado ya dos mensajes y no me ha respondido. 

No se hacen idea de lo que puede llegar a ser esto, porque el personal se empeña en contactar con un servidor por todos los medios que se le ocurren, con las cuestiones más insólitas y peticiones de lo más original. Uno llega a donde llega. Me explico. 

Comenzamos por las peticiones de dirección espiritual. Creo que no es conveniente que la señora X de Montevideo o el joven Y de Cochabamba se dirijan con un servidor. Estoy seguro de que en sus diócesis respectivas encontrarán sacerdotes que puedan orientarles de una manera adecuada. Más complicado recibir mensajes de personas que, o bien se están planteando una vocación de especial consagración, o se sienten rechazadas en un seminario o convento. Tampoco sé muy bien la altura espiritual de las Társilas de Villariba del Monte o si los Padres Gundisalvos de Villabajo del Llano están más o menos contaminados de modernismo. 

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17.02.25

El reino del chismorreo y la rumorología

Eso del chismorreo y de la gente chismosa es cosa que de siempre ha preocupado al papa Francisco. No pierde ocasión de denunciarlo y afear esa conducta. Es verdad que en la Iglesia se da mucho eso del rumor, del qué sabes de esto, qué se dice, parece ser… Sería bueno que nos preguntásemos por qué. 

Oficialmente vivimos en una Iglesia transparente, dialogante, sinodal. Una Iglesia en la que todos somos protagonistas, todos corresponsables, todos partícipes, todos implicados en la vida eclesial. Iglesia de obligatorios, o casi, consejos pastorales en cada parroquia, diócesis. Oficialmente, porque en la práctica, y a la hora de  la verdad, nadie sabe nada. Muchos compañeros me preguntan cosas: “tú que te mueves por esos mundos de la comunicación, qué sabes de…". Me dicen que en estos tiempos de sinodalidad, comunicación y apertura hay menos transparencia que nunca. Por eso surgen los rumores y hasta los chismes, porque cuando nadie sabe nada porque nadie cuenta nada, las cabezas sde ponen a dar vueltas, a sacar conclusiones por su cuenta y hacer conjeturas más o menos disparatadas. 

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13.02.25

No es tan complicado

La pastoral parroquial no es tan complicada. Mi idea fundamental de par qué estoy en una parroquia y cómo estar es muy simple. Creo que la gran misión del sacerdote es que sus fieles puedan vivir en este mundo con dignidad material y moral y lleguen después a la vida eterna. 

A partir de ahí la vida pastoral es bastante sencilla. 

Lo primero que necesita una parroquia es estar abierta. Hoy tenemos un ritmo de vida que no nos queda tiempo ni para estar en nuestro sitio. No me digan por qué pero mientras las empresas acuden cada vez más al teletrabajo y a las videoconferencias nosotros no hemos superado el frenesí de los setenta entre reuniones, consejos, observatorios, puestas en común, plataformas y coordinadoras para conseguir dos objetivos: vernos, porque siempre es bueno que nos veamos, y contar lo que hacemos. A veces se añade un experto ponente, más teórico que del día a día, y preferiblemente de alguna institución comatosa. 

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9.02.25

Impasible el ademán y dos buenas noticias finales

Me maravillan esas personas que hacen gala de un equilibrio y una estabilidad a prueba de bombas, dicasterios, información politica y cansancio personal. Las hay que, efectivamente, mantienen impasible el ademán pase lo que pase. Quizá es que han sido educadas en el más puro estoicismo, en la impasibilidad absoluta. Luego están los que se sienten afectados por las cosas pero se lo tragan y disimulan, tal vez por aparentar una fortaleza de la que realmente carecen y vivir de una imagen que tape o al menos disimule la fragilidad de cada cual.

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2.02.25

Es su hora, no la mía

Estoy muy agradecido por sus palabras de ánimo. Cuántos son los que me dicen que voces o escritos como los míos hacen falta en la Iglesia. Quizás no. 

Las cosas en la Iglesia parece que van bien. Muy bien. Tan bien que los obispos, incluyendo cardenales por supuesto, no tienen nada que decir. Apenas alguna voz disonante que por ser aislada es ahogada rápidamente. Algunos me dicen que agradecen mi libertad y mi testimonio. En privado, claro. Si los señores obispos no tienen nada que decir, ni sobre la situación actual de la Iglesia ni en apoyo a sus hermanos que sí se atreven, yo menos. 

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