Harto de pelear dentro y fuera
He escrito algunas veces sobre agobios y cansancios. Normalmente lo hago en forma de broma, pero hoy quiero hacerlo en un tono mucho más serio. Tengo la impresión de vivir en una tensión constante, en una guerra evidente, aunque no declarada, y en un esfuerzo ímprobo por tratar de mantenerme a salvo en medio de una titánica lucha no sé si contra las fuerzas del mal, del bien, o si el mal soy yo.
Impresiones. Hablo de lo que yo creo, de lo que me parece, quizá de lo que erradamente intuyo. Mis impresiones, y así deben tomarlo.

Y cada vez más. Pues si los “jefes” nos explican que Dios, que Cristo no nos hacen falta, que la doctrina de la Iglesia es del todo irrelevante, ya podemos dedicarnos a otra cosa y lo que tiene que hacer nuestra gente es olvidarse de cosas caducas como el pecado, la conversión, la oración o la gracia para apuntarnos a cualquier ONG laica y reducir el mensaje de salvación a puro altruismo y el cielo a un paraiso en la tierra ¿de qué me sonará a mí esto?
Quizá es que en la medida que uno va cumpliendo sus años las cosas se terminan haciendo cada vez más simples. O que uno se va haciendo cómodo, que también pudiera ser. Pasaron, a mí se me pasaron, los años en que todo el objetivo de la parroquia era hacer cosas, muchas cosas, mil actividades, cien grupos, movimiento, todo el día estresados, todo el día a carreras. Ya saben lo que es eso: de la catequesis a los scouts, de los jóvenes al grupo de manualidades, de la vida ascendente al grupo de liturgia, de la revista al reparto de alimentos, del teatro al ensayo, del ensayo a la misa.
Está siendo noticia estos días la persecución contra D. Claudio Ballester por una homilía de hace algunas fechas. Para nada voy a meterme en el contenido de la misma, pero sí necesito reflexionar sobre algo que tenemos ya sobre la mesa. Se trata de qué hacer cuando se produce un conflicto abierto entre la doctrina de la Iglesia y la ley civil.
Me cuenta un pajarito que, desde la tarde del jueves, y especialmente la mañana del viernes, ha habido “movida” en la basílica de Jesús de Medinaceli.





