En Braojos tenemos una acogedora casa para grupos

Una de las cosas con las que me he encontrado en mis pueblos ha sido una acogedora casa de convivencias para grupos que se encuentra ubicada en Braojos. Una antigua casona, casa parroquial en su día, y hoy transformada en casa de acogida para grupos de espiritualidad.
No busquen lujos en la denominada vulgarmente por los vecinos “casa del cura”. Lujos no. Pero instalaciones cómodas y más que suficientes, sin dudarlo.
Para empezar, les invitaría a conocer una vez más lo que es Braojos. Un encantador pueblo situado a 80 km. De Madrid, con 200 habitantes y a casi 1.200 metros sobre el nivel del mar. Plena naturaleza, por lo que realizar cualquier actividad al aire libre, senderismo, paseos… solo necesita salir a la puerta de casa.

Es sorprendente cómo, en una sociedad que alardea de su anti yanquismo, luego te encuentres con tanta gente imitando todo lo que aparece en las más típicas y tópicas películas norteamericanas. Y es sorprendente que la única formación religiosa y litúrgica de tantos católicos sea el visionado de los más básicos e intranscendentes telefilmes de importación.
Me decía Rafaela, y repetidas veces, que a los curas no hay quien nos entienda. Llega uno, contaba, y decide quitar el altar de donde está y colocarlo en medio de la iglesia para que las misas sean más comunitarias. Dinero para el invento. El siguiente cree que el altar mucho mejor donde estaba antes. Más dinero. Y de paso, una nueva sede más austera, que la que tienen forrada de terciopelo es demasiado. Dinero para la sede y la anterior al trastero o el vertedero. Pero llega otro cura y prefiere la solemnidad, así que se acabó la sede actual y a comprar un sillón a todo trapo porque la liturgia requiere grandiosidad. Todo, evidentemente, a cargo de Rafaela, Joaquina, y todos los demás, porque los curas en esto no solemos poner un euro de nuestro bolsillo.
Eso quisiera yo. Que todo lo que se viene escuchando estos días respecto a la relación entre China y la Iglesia católica o a la viceversa, que tanto monta, se quedara en cuentos chinos, y ya saben lo que es eso: pura fabulación sin parecido alguno con la realidad.





