Las redes sociales. Una asignatura pendiente
He leído con atención la reflexión que sobre redes sociales, con el título “Hacia una plena presencia”, nos acaba de ofrecer el Dicasterio para la comunicación.
No. No voy a hacer un resumen. Mayorcitos somos y bien podemos cada uno leer y sacar las propias conclusiones. Yo apenas quiero aportar algunas consideraciones sobre el particular desde mis años de bloguero y presencia en redes.
Hoy lo que no está en la red simplemente no existe. Diría más: lo que no está en la red y lo que no está en formato red no existe. Por ejemplo, el mismo documento que acaba de presentarse. Dieciocho páginas seguidas en el mundo de los caracteres limitados para una frase. Otras veces nos empeñamos en ofrecer preciosos videos de ocho o diez minutos en la era del TikTok. No terminamos de comprender el funcionamiento del medio.

Fui religioso agustino, lo saben. Dejé la orden porque desde mi ordenación prebiteral estuve destinado en parroquias de agustinos, y poco a poco me fui incorporando a la vida diocesana como arcipreste y miembro del consejo presbiteral y del consejo pastoral diocesano. Me sentí tan bien en la diócesis que pedí incorporarme a ella.
Ayer, solemnidad de la Ascensión, ya ven por dónde se me ocurrió hablar del cielo. Cosas mías.
Hace apenas unos días. Una carta de la vicaría general en la que se me comunica que tal persona, bautizada en una de mis parroquias, ha abandonado formalmente la Iglesia Católica. Se añade que, por supuesto, esta persona no tiene acceso a los sacramentos, exequias, ni puede ser padrino o madrina de bautismo. Tal y como marca el protocolo, he anotado el hecho en el margen de la partida de bautismo y acabo de enviar al arzobispado el aviso de que la nota ha quedado debidamente asentada.





