Onésimo García habla de Las reglas del soldado de Cristo, basadas en el espíritu ignaciano y el castrense

Onésimo García. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria por motivos laborales se trasladó a Madrid donde actualmente trabaja y reside.

Habiendo recibido una oferta de Círculo Rojo para publicar un libro se animó a ofrecer el que tenía escrito que vio podría ser útil a no pocas almas. De ahí nació el trabajo de transcribirlo y adaptarlo al público para que llegando a manos del lector le fuese ameno, instructivo y edificante. Y así se dio a luz el libro Las Reglas del soldado de Cristo.

¿Por qué decidió escribir un libro sobre las reglas del soldado de Cristo?

Si bien este libro fue escrito para ciertas personas a nivel particular, no obstante, ante un ofrecimiento de la editorial Círculo Rojo para publicar un libro presenté el mío, viendo que su contenido podría ser útil a otras personas.

Realmente está compuesto por cuatro, que se escribió en distintos momentos y dirigido a distintas personas. Y fue en el proceso de corrección y adaptación al público cuando se añadió cosas novedosas que enriquecieron su contenido.

Si bien al escribirlo no seguí un ideario, no obstante, al juntarlos vi que se complementaban ya que se ofrecía: un principio y fundamento en la vida espiritual para servir a Dios. El de San Ignacio de Loyola; un decálogo inspirado en las enseñanzas evangélicas y los decálogos de la Legión y de la Infantería de Marina; unos hábitos espirituales a seguir que ayudan a ser constante en sus prácticas piadosas de su día a dia; una forma para dedicarse más a la vida de oración y entrega a Dios; un modo para recobrar la fe y confianza en Dios a los que la perdieron.

Es decir, se ofrece lo que a todo soldado que aspira a entrar en un Ejército desea: un motivo por el que luchar y sacrificarse. Todo por la Patria; unos hábitos u orden del día o cosas que le ayuden a mantener los quehaceres y régimen de disciplina interna; unos ejercicios de adiestramiento para capacitarlo para la batalla; y fomentar una confianza en el líder para que obedezca con convicción, prontitud y lealtad.

¿A quien considera soldado de Cristo?

Realmente toda persona, siga o no a Cristo, milita en la tierra por la lucha en seguir los rectos juicios de la razón, o conciencia, o voz de Dios, como bien nos lo declara el Santo Job: Militia est vita hominis super terram.

La característica especial del soldado de Cristo que los diferencia de los que solo se guían por la ley natural, la conciencia o voz de Dios en el alma es que, conociendo su doctrina y Gracia de Redención la aceptan y reciben. Y se esfuerzan en guardar su enseñanzas y se honran en sufrir por su Nombre. Es decir, implica: imitar sus hábitos para mejor asemejarnos a Él; seguir sus enseñanzas evangélicas, como son, guardar los Mandamientos Divinos según los perfeccionó, las Bienaventuranzas, el ejercitar la caridad y el perdón con los que nos ofenden, seguir sus directrices cuando oramos y hacemos penitencia, la confianza en su Divina Providencia y otros consejos declarados en el Sermón de la Montaña y en sus predicaciones. Y, como no, recibir los Sacramentos cuando está en su mano recibirlos.

¿Por qué los católicos debemos tener una actitud militante?

Todo aquel que empieza a servir a Dios lleva como consecuencia el demostrar con obras su fe. Esto llevará dos grandes beneficios: por una parte mereceremos más para la vida eterna; y por otra ayudaremos a encaminar al bien a otras almas al ver nuestra caridad y rectitud de vida.

También implica el sufrir contrariedades, obstáculos y otras dificultades para que el bien obrar no siga adelante, como enseña San Ignacio. Y, por otro lado, recibir ánimos, fuerzas y consolaciones que le anime a seguir el bien comenzado. Es decir, el esfuerzo por alcanzar la victoria y méritos para la vida eterna está condicionada a nuestra correspondencia a la gracia. Y es por ello que la actitud militante o espíritu de superación es necesario para vencer y ganar si queremos triunfar.

En resumen, todo aquel que se considere Católico o seguidor de Cristo, debe esforzarse en practicar una vida de oración, que le lleve a alcanzar más gracias para corresponder al Señor por todos los beneficios, indulgencias, delicadezas especiales y favores recibidos de sus Manos. Y enderezar su vida conforme a los Diez Mandamientos y saber renunciar por seguir la Voluntad Divina. En esto está la riqueza interior del cristiano, en unirse más a Dios, y en el conocerle para más amarle e imitarle.

¿Por qué a decidido basar parte del libro en las enseñanzas de San Ignacio destacando las de la discreción de espíritus?

Por una parte por la gran importancia el conocerlos, ya que ayudan muchísimo a entender los diferentes estados que pasa el alma y el porqué de esas mociones. Y que si muchos los conociesen, no serían tan fácilmente engañados por el enemigo infernal. Sobre todo cuando entra con aparentes buenos pensamientos y luego le va apartando poco a poco del bien comenzado. De ahí que el autor para mejor hacer comprender sus enseñanzas añada a ellos algunas cosas para mejor entenderlos y ponerlos en práctica.

¿Por qué da unas pautas a modo de decálogo castrense?

Por la sabiduría e importancia que encierran el tenerlo, ya sea en un ámbito militar o no, ya que nos ayuda a recordar más fácilmente las cosas que debemos hacer o no hacer. Y en momentos de incertidumbre o de estrés trayéndolos a la memoria, ayudarnos a afianzarnos en ellos y no flaquear.

Es decir, la importancia psicológica o provecho que encierran son: hacer que no se olviden los principios que con el continuo recuerdo se quiere inculcar para así mantener el espíritu y disciplina; y en los momentos difíciles su recuerdo le ayude a fortalecerle, le anime, le oriente y saque en algunos casos fuerza de flaqueza.

En conclusión, viendo la necesidad de sintetizar unos consejos y prácticas piadosas vi muy conveniente hacer uno al estilo castrense adaptado a la vida y espíritu cristiano.

¿Por qué insiste principalmente en la lucha por dejar aquellos vicios que más nos cuestan?

Realmente no soy yo sino el mismo Señor a través de las enseñanzas contenidas en las Sagradas Escrituras que vio el autor muy conveniente traerlas, el que nos exhorta paternalmente a dejar las cosas que nos dañan espiritualmente y los grandes beneficios que trae el seguir los Mandamientos de Dios, la cual es salud para los pecadores y fortaleza y guía para los que los guardan.

Por otro lado el motivo real del libro, el fin que persigue es ayudar a fomentar el deseo de ser mejor, ayudar al caído, y se encuentre en él una guía y prácticas seguras y entendibles que les haga crecer en su vida de unión con Dios.

¿Qué dice sobre la importancia de adquirir buenos hábitos?

Psicológicamente está demostrado el beneficio cognitivo de seguir e introducir buenos hábitos saludables en nuestra vida que nos ayuden. Por un lado, a crecer en nuestra autoestima; por otro, a ayudarnos a mantener la mente ocupada y ser constante en un bien comenzado; y el ayudarnos organizar mejor las tareas del día.

En el ámbito espiritual tiene una importancia enorme, no solo para mantener el espíritu, sino para ser constante en las oraciones diarias y otros ejercicios espirituales. Y no digamos cuando uno se descarría y le vence la tentación, ya que le ayudará de nuevo a encauzar su vida y sus buenas acciones y levantarse retornando a ellas.

¿Por qué incluye un apartado que va dirigido a aquellas personas que han perdido la fe?

Este apartado realmente fue escrito para una persona piadosa y de gran fe y muy apreciada que, al empezar a sufrir contrariedades de la vida y sentirse tan agobiada logró lo que Satanás quiere en estos casos, muy bien declarados por otra parte por San Ignacio cuando habla de los escrúpulos. Es decir, abandonar las prácticas piadosas y los actos buenos.

Por tanto, el fin que persigue ese escrito son: desear ayudar a comprender cómo Satanás logró agobiarla con escrúpulos y contradicciones para abatirla y renunciase a sus principios y su fe; ilustrar cual fue el principio de su mal; y comprendiendo las astucias y modo de obrar del enemigo, que logró vencerla y conquistar la fortaleza de su alma, ahora bien entendiéndolo salga de ese engaño; y ya convencida que hubo malos entendidos se levante y siga de nuevo al Señor con grandeza de espíritu.

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LAS REGLAS DEL SOLDADO DE CRISTO | ONESIMO GARCIA | Casa del Libro

Por Javier Navascués

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