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31.08.21

Fernando Paz analiza su nuevo libro ¡Despierta! Cómo las élites están controlando el mundo

Fernando Paz es Profesor de Historia y Filosofía. Escritor, ha publicado: ‘Europa bajo los escombros’, ‘El fracaso de una utopía’, ‘Antes que nadie’, ‘Nuremberg, juicio al nazismo’ y otros dos libros en colaboración: ‘Proceso a José Antonio’ y ‘El libro negro de la izquierda’. Pueden seguirle en twitter: @FernandoPazdice.

En esta entrevista analiza en profundidad los aspectos básicos de su nuevo libro ¡Despierta! Cómo las élites están controlando el mundo.

En octubre de 2019 tuvo lugar en Nueva York el Evento 201, un encuentro al más alto nivel en el que se dieron cita las principales agencias globalistas. Allí se simuló la irrupción de una pandemia y se habló de confinamientos, vacunas…..Tres meses después la OMS declaró oficialmente la pandemia covid 2019 y se produjo todo tal y cómo habían dicho en la simulación. ¿Este hecho bastaría para probar que todo obedece a un plan previamente diseñado (que tuvieron la desfachatez de anunciar antes)?

En el Evento 201 se simuló el estallido de una pandemia que se extendería por el mundo entero y cuyo agente causante sería un novedoso coronavirus particularmente contagioso, procedente del SARS, y que saltaría de un murciélago a un humano. Durante el primer año, no se dispondría de vacuna. Las semejanzas con lo que comenzó a suceder apenas un mes más tarde son escalofriantes.

Bien cierto es que eso no es una prueba concluyente. Pero ¿había un plan previamente diseñado, cuya ejecución se ciñó a lo que se habló en Nueva York en octubre de 2019? Los disidentes chinos, que como es natural odian al Partido Comunista, estarían encantados de probar que fue el PCCh el causante de la pandemia. Pero, en general, no creen que el escape del coronavirus haya sido deliberado. Hoy por hoy no puede saberse. Personalmente me inclino a pensar que, pese a las similitudes apuntadas, el desarrollo de los acontecimientos ha sido fortuito. Puede parecer difícil de creer; en todo caso, no es algo a lo que conceda mucha importancia.

Y es que si no hubiera sido en un laboratorio de Wuhan en el invierno de 2019-2020, habría sido en el verano de 2022 en un centro de investigación farmacéutica de la India, por ejemplo. Porque, según han declarado antiguos directivos de la OMS, lo que sí había era una presión de las farmacéuticas para que se declarase una pandemia desde hacía bastantes años. Los dueños de las farmacéuticas coinciden con los principales agentes globalistas, pero encontraron resistencia, porque el globalismo no es un mundo homogéneo. Y, por otro lado, estos han aprovechado la situación para, como dijo Pedro Sánchez “implementar una serie de medidas que ya estaban en marcha, pero que la pandemia nos va a permitir cubrir con mayor rapidez".

Si este escenario - tal y como se produjo - fue diseñado o no, poco importa. Algo muy parecido hubiera sucedido antes o después.

Desde ese momento nos han confinado, impuesto las mascarilla y la vacuna. Los ataques a la libertad han sido mayores que nunca. ¿Por qué no ha habido apenas resistencia?

En otros países ha habido más resistencia que aquí, y eso que han padecido muchas menos restricciones que nosotros. No somos conscientes del grado de sumisión al que estamos sometidos en España a través del largo proceso de narcotización que lleva durando décadas. En muy pocos sitios los confinamientos han sido tan radicales como aquí y, en esos escasos lugares, no han faltado protestas.

Las razones que explican nuestra sumisión son complejas. Somos un país sin una vigorosa sociedad civil, un país con escasa cultura política y en el que la fibra moral está muy resquebrajada.

En esas condiciones, resulta fácil imponer el terror social como se ha hecho, a través de los medios de comunicación tanto públicos como privados. Un mensaje completamente homogéneo, sin fisuras, que ha incluido la persecución al disidente como agente metafísico del Mal.

En el caso de España, los medios de comunicación han silenciado sistemáticamente lo que sucedía en otros países para que no pudiéramos comparar. Incluso un responsable de Sanidad de la CAM pidió públicamente que se censurasen las imágenes de los graderíos en la Eurocopa de este verano porque se veía cómo, desde San Petesburgo hasta Londres, pasando por Roma o Copenhague, nadie llevaba mascarilla en los estadios.

Ya ni se molestan en ocultar el desprecio que les merecemos. La población no debe saber sino lo que la élite determine (llamar élite a esto que nos gobierna es ciertamente abusivo; dejémoslo en oligarquía).

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