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20.08.21

Beatriz C. Rossell: “Peregrinar a Covadonga ha sido un derrame de caridad y nos ha quitado complejos”

Beatriz C. Rossell es la creadora de «Teresa Rossell dibujos», un estudio de ilustraciones católicas artesanales para mayor gloria de Dios. Ha sido una de las peregrinas a Covadonga. Nos cuenta la experiencia de la peregrinación desde su perspectiva de artista. Pueden seguirla en su web «Teresa Rossell dibujos» y en Instagram.

¿Qué ha supuesto para usted haber participado en la primera peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad -España, un evento tan especial?

La peregrinación ha supuesto un canal rebosante de gracias que jamás habría imaginado. Cuando mi amiga Marta, una de las organizadoras, me comentó la idea no pude resistirme y desde ese momento le dije que contase conmigo y mi pobre oración para que el proyecto llegara a buen puerto si Dios lo veía bien. Nunca había participado en una vivencia de esta categoría y con este sentido penitencial y ello me asustaba, pero confiaba en que Nuestra Señora me ayudaría a llegar a su Casa en Covadonga.

Además, le tengo una devoción muy especial a Nuestra Señora de Covadonga. Cuando recibí el Bautismo recién nacida, mis padres me llevaron ante la preciosa talla de la Santina para presentarme a la Virgen María. Aquella, siendo un bebé, fue mi primera peregrinación y la tuve muy presente en esta, dando gracias a Dios por mi familia y por todo el esfuerzo que han hecho por transmitirme el fuego de la Caridad hacia Nuestro Señor y su bendita Madre, Santa María.

Además ha peregrinado con el Capítulo mismo de Covadonga, aunque usted es de Cantabria, esperemos que al año que viene puedan tener su propio capítulo….

En el Capítulo de Nuestra Señora de Covadonga me sentí en casa. Sólo conocía a Marta, nuestra Jefa, pero rápidamente todos congeniamos y nos pusimos al servicio unos de otros. Conocerlos ha sido un regalo muy grande y estoy segura de que saldrán grandes amistades radicadas en el Corazón del Señor, que es el mejor sitio para ser y sentirse amigos.

No puedo dejar de citar a don Raúl Velasco, sacerdote de la Archidiócesis de Toledo que desempeñó la labor de capellán de nuestro capítulo. Fue nuestro aliento espiritual y físico, pues nadie subía las empinadas cuestas como él. Se preocupó por cada uno de nosotros de forma muy especial y nos acompañó durante todo el camino dando ánimos y dirigiendo los momentos de oración.

Yo soy montañesa y me gustaría que el próximo año saliera un capítulo desde mi tierra y que (por pedir que no quede) llevara el nombre de la Reina y Madre de la Montaña, Nuestra Señora Bien Aparecida. Nos pondremos manos a la obra como hicieran nuestros antepasados en la Reconquista junto a don Pelayo y el duque Pedro de Cantabria.

¿Cómo valora el ambiente católico vivido estos días?

El ambiente fue inmejorable. En todo momento se respiraba la alegría natural de los que se saben hijos de Dios. La contemplación de tantas personas bajo la bandera de Santa María, cada una desde un lugar geográfico distinto y condiciones diferentes, era una oportunidad para dar gracias a Nuestro Señor por la catolicidad de la Iglesia.

Podría definir aquello como un derrame de caridad: caridad con Dios, en primer lugar, pues es lo que nos movió para estar allí; y la caridad con nuestros prójimos, que durante aquellos días fueron los peregrinos. Recuerdo la ayuda que nos prestábamos cuando nos quedábamos descolgados por la dureza del camino. Serán inolvidables las palabras de ánimo, las conversaciones en la cumbre, los consuelos espirituales que nos proporcionaban los sacerdotes, el intercambio de comida e, incluso, el tráfico de vaselinas para evitar rozaduras en los pies.

¿En cierta manera se ha empezado a recuperar la cristiandad, al manifestar sin complejos y con alegría la fe?

Allí no existían los respetos humanos que tantas veces nos atacan en la vida ordinaria. La naturalidad con la que se daban los vivas a Cristo Rey y María Reina o se cantaban himnos católicos debe servir de acicate para borrar el excesivo amor propio que tenemos al confesar nuestra fe en público. No podemos tener vergüenza al expresar que Cristo es el Rey de nuestra vida y que debe reinar en España porque, los que descaradamente hacen el mal, no tienen ningún tipo de reparos en sus acciones. No podemos acobardarnos.

Hemos de ser testigos de la Verdad en todo momento y hasta las últimas consecuencias. El martirio tiene formas muy diferentes y tenemos ejemplos impagables. Los mártires regaron con su sangre los campos de España y no negaron a Cristo. Nosotros no podemos quedarnos a medias. O todo o nada. Si la peregrinación sirve para quitarnos complejos, bendito sea Dios que la ha permitido.

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