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1.08.21

P. Antonio Gómez Mir: "Dios quiera que se pueda decir de nuevo que todo empezó en Covadonga"

El P. Antonio Gómez Mir, párroco de San Jordi de Barcelona y capellán de Hispania Martyr participó en la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga. Reflexiona sobre su experiencia en la peregrinación y sobre el futuro de la fe en España.

¿Qué le ha parecido la peregrinación, pionera en España?

A nivel eclesial la valoro como una verdadera reivindicación de catolicidad y del deseo de estar en la Iglesia de Jesucristo. Una toma de posición que si bien para nadie de los que estábamos allí era necesaria, porque nunca se ha puesto en duda, sí que lo era para otros. El amor a la Iglesia, la fidelidad sin fisuras a su enseñanza, la oración por el Papa… ¿Quién puede dudar de que todos los que nos precedieron durante siglos vivieron esa fe, esa lex credendi manifestada en la lex orandi? Pues esa es la nuestra también. El enemigo de la Iglesia está en los que socavan el deposito de la fe y la disciplina de los sacramentos.

A nivel más de realidad inmediata no deja de ser una presentación en sociedad de la Misa tradicional en España. Nosotros mismos, descubrimos perplejos que eramos muchos, casi sin sospecharlo. EEUU, Francia o muchos países Hispanoamericanos han desplegado una fuerza de la tradición católica, del amor a la Santa Misa tradicional, que en España no existía. Casi sin proponérselo, los jóvenes laicos, que organizan esta peregrinación se ven superados y descubren una realidad oculta que ha nacido y crecido con fuerza sin que nadie se de cuenta, solo porque Dios lo ha querido.

¿Qué supone para un sacerdote como usted poder participar en este tipo de eventos?

He de confesar que conforme llegaban las fechas de ponernos en marcha me sentía tentado de lasitud. No me gusta viajar. Escaparme unos días no era fácil dado el trabajo que dejaba en la parroquia, la Clínica… Los jóvenes y familias de mi parroquia me habían puesto las pilas allanándome el camino, organizando toda la logística, hasta el último detalle para ponérmelo fácil.

Tengo una experiencia muchas veces refrendada: aquellas cosas que estás tentado de dejar de hacer, y son de Dios, si perseveras y las llevas hasta el final, dan mucho fruto. Este ha sido el caso de esta peregrinación. Muchas gracias del cielo para mi y, por lo que he podido comprobar, para mis compañeros de camino.

La piedad sincera, el amor a la Santa Misa, el amor a la Tradición de la Iglesia, la veneración por el sacerdocio católico, la caridad finísima y los detalles de verdadero afecto entre los peregrinos, la alegría de los jóvenes…Todo ello fue un bálsamo del cielo. Todo un regalo de Dios

Covadonga fue el inicio de la reconquista…¿Ahora urge más que nunca volver a reconquistar las almas?

Debe ser así. La fe cristiana es difusiva por naturaleza. De una cueva en un reducto casi inexpugnable surgieron unos pocos que fundamentados en su fe y en su amor a María vencieron al enemigo poderoso y conquistaron España y después el mundo para la fe católica. Cuando más débiles eran, fue entonces, cuando Dios se valió de ellos. Eso sí, no nos engañemos: después de sufrir mucho, de ser muy perseguidos, de sentirse derrotados… para acabar desengañados de ellos mismos y confiando solo en Dios. Siempre es así: la dinámica misteriosa del crecimiento del Reino exige muchas contradicciones previas; mucho dolor y mucha perseverancia.

Ver a tantos jóvenes entusiasmados es un signo de que la Tradición no muere.

Es muy sorprendente constatar que son jóvenes los que lo organizaron y jóvenes los que han respondido… Son jóvenes la mayoría de los que participan de la Misa tradicional allí donde se celebra. No hablamos de ancianos que añoran un pasado enterrado. Hablamos de jóvenes que han descubierto un tesoro de belleza, de sacralidad, de misterio y de espiritualidad, que no es otro que el tesoro que custodia la Iglesia, pero que ha guardado en el trastero, para poner en el escaparate un producto barato de importación.

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