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22.08.21

Clara: “Ha sido una gracia ver en Covadonga a tantos sacerdotes amantes de la Eucaristía y la Iglesia”

Clara, joven enfermera, del capítulo de San Francisco Javier de Navarra, nos regala la frescura de su testimonio de la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga. Para Clara fue un gran regalo conocer a todos los sacerdotes de la peregrinación, pues los jóvenes necesitan pastores que les hablen con radicalidad y sin medias tintas. Según ella todos transmitían a Dios con su forma de ser y su mirada, aparte de con sus palabras y homilías.

¿Qué supone para una joven como usted haber participado en esta peregrinación tradicional, de marcado carácter juvenil?

Pues ha sido una gracia, han sido unos días en los que verdaderamente hemos participado de un triunfo del Inmaculado Corazón de María. Yo así lo veo. O es que, ¿no es acaso un triunfo de su Corazón que 400 jóvenes y familias de toda España caminen durante 3 días a un santuario mariano; rezando por el camino por toda la Iglesia, por el Papa, por todos nuestros sacerdotes y por la fe en España? ¿No es un triunfo de su Corazón que en este momento de la historia en el que precisamente a la Eucaristía se le da menos importancia, se haya organizado una peregrinación en la que se ha celebrado la Santa Misa y expuesto el Santísimo con gran solemnidad, respeto, amor y devoción? Estamos en una batalla y la Eucaristía es uno de los puntos que el Enemigo quiere fulminar a toda costa, porque es tan fundamental como que es Jesús mismo… Jesús entregado, Pequeño, hecho Alimento, Medicina, hecho Fortaleza y Defensa, Consuelo y Todo.

¿Era consciente de tener una cita con la historia?

Covadonga es el punto de partida de la reconquista de España, es un lugar histórico muy emblemático. Peregrinar a Covadonga tiene esa chispa, esa relación de semejanza y analogía con el deseo de que España vuelva a ser de Cristo. Ojalá crezca cada año el número de peregrinos y los frutos de la peregrinación sean frutos que revolucionen España.

Por otro lado, en la línea de lo que decía antes, me llena de alegría haber participado en una peregrinación en la que la celebración de la Santa Misa ha sido la esencia y el centro del día. Era precioso lo cuidado, digno y lleno de amor con que montaron las carpas con el altar. Y cómo se cuidaba la liturgia. Todo ayudaba a tomar más consciencia de lo que realmente vivimos cuando vamos a Misa.

¿Cómo ayuda el hecho de poder vivir estos días en comunidad, con otros jóvenes y con familias que viven el mismo ideal?

Los jóvenes necesitamos rodearnos de otros jóvenes que también vivan la fe para no ir enfriándonos y poco a poco sucumbiendo a las cosas del mundo. Durante el camino se rezaba el rosario, se cantaba, los sacerdotes estaban disponibles para confesar y hablar… Y, también mientras caminabas ibas conociendo y hablando con gente de tu capítulo y de otros. He hecho amistad con gente maravillosa y es muy bonita la pequeña fraternidad que se ha creado entre nosotros en solo los 3 días que duró la peregrinación.

¿Por qué las amistades hechas en esta peregrinación pueden crear fuertes lazos?

Porque cuando compartes la fe compartes lo más profundo y aquello sobre lo que quieres cimentar tu vida. Dicen que “quien tiene un amigo tiene un tesoro", pero yo cambiaría el refrán y mejor diría “quien tiene un buen amigo si encima es un amigo que tira de ti a cosas buenas y te empuja al camino de la santidad… entonces sí que realmente tienes uno de los mayores tesoros del mundo". Nuestra meta es el Cielo, todos estamos llamados a la santidad y un buen amigo que comparta contigo esa mirada de Cielo… es un regalo que Dios te pone en el camino.

De toda la peregrinación, ¿Cuál ha sido el momento de más alto voltaje emotivo?

Sin lugar a dudas la llegada a Covadonga. Todos estábamos cansadísimos (hemos caminado bastantes kilómetros, la peregrinación no ha sido dar un paseíto…), pero todos estábamos con el corazón lleno de alegría, de emoción, de agradecimiento… Llegar a la explanada de la Basílica de Covadonga, ponernos de rodillas delante de las andas de la imagen de la Virgen con la que habíamos caminado todos esos kilómetros, cantarle con voz fuerte todos juntos, gritarle vivas… fue muy emocionante y seguro que hemos sido una alegría y un consuelo para el Corazón de Nuestra Madre.

Por otro lado, me parece un puntazo por parte de los organizadores de la peregrinación, que nos animaran a consagrarnos a la Virgen una vez llegamos a Covadonga. Fue el “broche de oro” final, pues todos hemos regresado a nuestras casas marcados por el sello de Nuestra Madre del Cielo. Y… cuando uno se consagra a la Virgen y le ofrece su vida, en realidad quien sale ganando es esa persona, ya que nosotros somos muy poca cosa, no entregamos en realidad casi nada, pero en cambio, la Virgen siempre toma la delantera y no olvida nunca a aquellos que le pertenecen.

Háblenos del gran don de haber conocido en la peregrinación a tantos sacerdotes fervorosos y alegres.

Cuando volví a casa y le conté a una amiga cómo había sido la peregrinación, caí en la cuenta de algo en lo que no me había parado a pensar: el regalo que había sido conocer a todos los sacerdotes de la peregrinación. Todos transmitían a Dios con su forma de ser y su mirada, aparte de con sus palabras y homilías. En todos ellos se percibía un amor por la Eucaristía y por la Iglesia. Los jóvenes necesitamos pastores que nos hablen con radicalidad y sin medias tintas. Pastores que despierten en nosotros grandes ideales y el deseo de encontrarnos y conocer cada día más al Señor y dar la vida por Él. Pastores que nos pongan delante a Cristo.

No sé si alguno de ellos estará leyendo esta entrevista, pero si es así… ¡gracias por su ejemplo de entrega y su testimonio de amor por la Eucaristía!

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