Una de las escuelas más icónicas de Hong Kong se ve abocada al cierre por la falta de alumnos
Po Yan Oblate Primary School, escuela católica en Hong Kong

La Po Yan Oblate Primary School podría cerrar en el 2026

Una de las escuelas más icónicas de Hong Kong se ve abocada al cierre por la falta de alumnos

Los funcionarios del Departamento de Educación de Hong Kong rechazaron toda posibilidad de rescate para la Po Yan Oblate Primary School, una histórica escuela católica del distrito de Kowloon que se encuentra entre las cinco a las que no se les ha permitido abrir ninguna clase de primer grado en el próximo ciclo lectivo.

(Asia News/InfoCatólica) La solicitud fue rechazada porque sólo se habían recibido 15 preinscripciones, una menos que el mínimo exigido. Por tanto, la escuela corre el riesgo de tener que cerrar en septiembre de 2026.

La de la Po Yan Oblate Primary School es una historia simbólica de la difícil situación en la que se encuentran hoy las instituciones educativas católicas, que durante mucho tiempo fueron una de las caras más importantes de la presencia de la Iglesia en Hong Kong.

Durante los años de la gran afluencia de refugiados de la China continental -bajo el mandato británico-, la diócesis estuvo a la vanguardia en la respuesta a las necesidades educativas. Y fue también en esa zona donde se fundó, en 1965, la Po Yan Oblate Primary School, dirigida por las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de María. Una obra que ha crecido a lo largo de los años con el desarrollo de esta zona de la metrópoli: en 2000 fue el cardenal Wu, por entonces obispo de Hong Kong, quien cortó la cinta del nuevo gran edificio.

Actualmente, sin embargo, el clima es totalmente distinto y el sistema educativo refleja este cambio de forma más evidente. Ya a principios de la década de 2000, el entonces obispo Zen había liderado una larga batalla contra la reforma escolar (impulsada por el gobierno local después del traspaso a China y que se introdujo en 2004), que instauró un fuerte control por parte del gobierno en la gestión de los institutos. La combinación del descenso de la natalidad y la huida de miles de familias de Hong Kong después de la represión de las manifestaciones en 2019 y la introducción de la Ley de Seguridad Nacional está haciendo ahora el resto.

Las cifras hablan por sí solas: en 2017 -año en que nacieron los niños que empezarán la escuela en septiembre- nacieron 56.500 niños en Hong Kong, frente a los 60.900 del año anterior. Pero en 2022, solo hubo 32.500 nuevos nacimientos. Por tanto, es fácil imaginar que el plan de «racionalización» de las escuelas recién está empezando.

Pero, ¿con qué criterios decide la administración de Hong Kong a quién salvar? En el caso de la Po Yan Oblate Primary School, la asociación de exalumnos se había movilizado para salvarla. Pidieron permiso para poner en marcha, al menos de forma privada, una nueva clase de primaria, y para ello se comprometieron a recaudar 3 millones de dólares de Hong Kong (unos 355.000 euros) para garantizar su funcionamiento. También lo hicieron haciendo hincapié en un aspecto: la especial atención que esta escuela ha prestado siempre a los niños con discapacidad. Pero todo fue en vano: el sábado, algunos padres y alumnos pidieron sin éxito hablar directamente con la Secretaria de Educación, Christine Choi Yuk-lin, con motivo de un acto que se celebró en una escuela de Lok Fu. La administración se mostró inflexible e incluso les denegó el permiso de comenzar actividades educatiivas privadas para el curso escolar 2023/2024.

Evidentemente no es sólo cuestión de cuadrar presupuestos: las instituciones educativas son uno de los terrenos fundamentales en los que se desarrolla el enfrentamiento en torno a la propaganda patriótica en Hong Kong. No es casualidad que las universidades fueran uno de los lugares más atacados en la represión del movimiento de 2019. En este contexto, la elección de qué escuelas seguir apoyando y cuáles reprimir no es políticamente neutra.

Pang Siu-fong, presidente de la asociación de exalumnos de la Po Yan Oblate Primary School, contó al South China Morning Post sobre otra escuela vecina que conservó el apoyo del gobierno a pesar de no haber logrado matricular suficientes alumnos. «Es una injusticia», se quejaba, «nuestra escuela atiende sin reservas a los alumnos con necesidades educativas especiales». Pero para quienes gobiernan Hong Kong hoy, debe cerrar de todos modos.

 

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