(Zenit/InfoCatólica) Los resultados del censo nacional realizado en Chile en 2024 han revelado un cambio profundo en el panorama religioso del país: menos del 55 % de los ciudadanos mayores de 15 años se identifican como católicos. En apenas veinte años, esta cifra ha descendido 16 puntos porcentuales, lo que representa un giro significativo en un país que tradicionalmente se había considerado de mayoría católica.
Los datos, divulgados por el Instituto Nacional de Estadísticas, también muestran un incremento en el número de personas que se declaran sin religión: más de uno de cada cuatro adultos chilenos. Esta tendencia se enmarca en una transformación más amplia que afecta a varias naciones de América Latina, donde el pluralismo religioso y el auge del secularismo están alterando el tejido social y espiritual de comunidades antes homogéneamente católicas.
Frente a este panorama, el arzobispo de La Serena y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Mons. René Rebolledo Salinas, ha exhortado a una reacción reflexiva y esperanzadora. En un artículo de opinión publicado en el diario «La Tercera», expresó: «Estas cifras nos interpelan», y subrayó la necesidad de debatirlas en todos los ámbitos de la vida eclesial.
Rebolledo descartó minimizar los datos o interpretarlos como un fenómeno transitorio. Propuso, en cambio, un discernimiento profundo basado en la «autocrítica y la atención espiritual». El arzobispo destacó que ya no basta con una pertenencia basada en la tradición cultural. «La fe hoy», afirmó, «no se hereda, se abraza. Debe ser propuesta, no impuesta».
Para el prelado, el porvenir de la Iglesia no depende de recuperar estructuras de poder o influencia social, sino de una renovada vivencia del Evangelio. Invitó a centrar la acción eclesial en «la centralidad de Cristo, la alegría del Evangelio y una significativa proximidad a las luchas cotidianas de las personas».
El alejamiento de muchos, en especial de los jóvenes, no obedece tanto a un rechazo consciente como a la indiferencia. En este contexto, Rebolledo propone una renovación pastoral que apele a la autenticidad y la cercanía: «Necesitamos comunidades más sencillas, más orantes, creativas, creíbles y solidarias con quienes sufren».
El arzobispo también reconoció que las heridas provocadas por los abusos sexuales dentro de la Iglesia han sido un factor relevante en la pérdida de credibilidad. «Hay muchas razones para la desafección», confesó, «pero nuestra responsabilidad en la crisis de abusos está entre ellas, y no es menor. Estos crímenes han causado una herida profunda».
Rebolledo recordó la intervención del papa Francisco en 2018, cuando convocó a los obispos chilenos en Roma para abordar de frente la crisis. Desde entonces, dijo, se han emprendido importantes pasos: formación en prevención para agentes pastorales, acompañamiento a víctimas y reformas internas. «Nunca será suficiente», reconoció, «pero estamos recorriendo ese camino».
A pesar del desafío, el mensaje del arzobispo no fue de desaliento. Al contrario, llamó a los fieles a un nuevo impulso evangelizador. «Este es un momento para renovarnos en lo esencial», concluyó, «para salir al encuentro de quienes se han distanciado, no con juicio, sino con humildad, compasión y un testimonio creíble».







