Francisco: «¡Dios viene siempre a buscarnos!»

Catequesis sobre la Parábola del Hijo Pródigo

Francisco: «¡Dios viene siempre a buscarnos!»

En la reflexión preparada por el Pontífice para la Audiencia General del Miércoles Santo, anulada por la convalecencia en curso, el Santo Padre ha recordado la parábola del Hijo Pródigo y ha asegurado a los fieles que no importa lo lejos que nos hayamos desviado, nuestro Padre amoroso nos espera con los brazos abiertos.

(Vatican.news/InfoCatólica) El Pontífice ha comenzado una nueva etapa en sus catequesis, centrada en las parábolas de Jesús, que -como ha recordado- «retoman imágenes y situaciones de la realidad cotidiana» y nos interpelan personalmente.

Partiendo del conocido pasaje del Evangelio de Lucas, Francisco ha explicado que en esta parábola se manifiesta el corazón del mensaje cristiano: la misericordia de Dios. Dirigida originalmente a los fariseos y escribas que criticaban a Jesús por comer con pecadores, esta narración es una llamada de atención para quienes, sin saberlo, están perdidos y juzgan a los demás.

«Sea cual sea el lugar o el modo en que nos hayamos perdido, ¡Dios viene siempre a buscarnos!», ha afirmado el Pontífice. Ha recordado que podemos alejarnos de Dios como una oveja extraviada, como una moneda olvidada o como los hijos de la parábola: uno por deseo de independencia y el otro por orgullo y resentimiento.

El Papa ha reflexionado sobre la figura del hijo menor, que representa a quienes se alejan buscando afecto pero lo desperdician, hasta tocar fondo y vivir experiencias que deforman su visión del amor. En esos momentos, ha dicho, se corre el riesgo de mendigar cariño y aceptar relaciones que esclavizan. Solo quien ama verdaderamente -como el padre del Evangelio- puede liberar de esa visión distorsionada.

Francisco ha evocado también la célebre pintura de Rembrandt sobre el regreso del hijo pródigo, destacando los detalles del rostro rapado -que alude a un penitente o a un niño que renace- y las manos del padre, una masculina y otra femenina, como símbolo de fuerza y ternura.

Por último, ha centrado su atención en el hijo mayor, figura de quienes permanecen aparentemente fieles, pero albergan resentimiento. Su corazón, ha dicho el Papa, también está lejos del padre. «El padre no le reprocha nada. Solo quiere que sienta su amor y lo invita a entrar, dejando la puerta abierta».

Esa puerta, ha concluido Francisco, «permanece abierta también para nosotros». Y ha animado a todos a preguntarse dónde se encuentran en este relato y a pedir la gracia de saber volver a casa, al encuentro con el amor misericordioso del Padre.

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