Corpus Christi: ¡Viva Cristo Rey!

Durante la Edad Media, Dios tuvo que intervenir una vez más en la historia para recordarle a la humanidad acerca de su Presencia real y verdadera en la Eucaristía, porque ésta es tantas veces descuidada y aún olvidada.

El Papa Pío XI en su extraordinaria carta encíclica Quas Primas de diciembre de 1925, llamó “peste” a la ideología del Laicismo, y denunció con claridad profética que ésta comienza “por negar la soberanía de Cristo sobre todas las gentes”, y que consecuentemente con sus “malvados intentos” se niega “a la Iglesia, el derecho, que es consecuencia del derecho de Cristo, de enseñar al linaje humano, de dar leyes, de regir a los pueblos, en orden -claro es- a la bienaventuranza eterna” y “equiparando ignominiosamente” a la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, "con las falsas” iglesias. Aún más, el Pontífice alertaba ya de los intentos de “sustituir la religión divina por una cierta religión natural, por un cierto sentimiento natural. Ni tampoco faltaron naciones que juzgaron poderse pasar sin Dios y hacer religión de la impiedad y del menosprecio de Dios”. Qué luminosas y proféticas estas verdades del entonces Pontífice.

Hace unos meses se conoció que en Polonia un sacerdote, el P. Sylwester Zawadzki, con el apoyo de su comunidad, la parroquia de Świebodzin en la frontera con Alemania, ha movido a todo el pueblo para erigir una gran estatua a Cristo Rey. Se dice que será la más grande del mundo, “superará al ‘Cristo Redentor’ de Río de Janeiro, o el ‘Cristo de la Concordia’ de Cochabamba (38 y 40,44 m respectivamente, incluyendo pedestal)”. No deja de ser significante este nuevo testimonio de fe, cuando la ideología laicista pretende terminar con la civilización cristiana. El monumento a Cristo Rey busca poner de relieve la realeza social y espiritual de Jesucristo.

Durante la Edad Media, Dios tuvo que intervenir una vez más en la historia para recordarle a la humanidad acerca de su Presencia real y verdadera en la Eucaristía, porque ésta es tantas veces descuidada y aún olvidada. Alrededor del año 1258, la monja belga Juliana de Mont Cornillon, tuvo una visión en la cual vio una luna llena con una mancha oscura sobre ella. Confundida, Juliana acudió a la oración para entender el significado de esta visión otorgada por Dios. En respuesta a sus oraciones. Jesús le habló, diciéndole:

“La mancha negra simboliza la ausencia de una fiesta en honor al Santísimo Sacramento. Por tres razones, quiero que se instituya una fiesta en honor a este sacramento: para fortalecer la fe en este divino misterio; para ayudarles a los fieles a vivir virtuosamente; y para reparar con sincera adoración la irreverencia de aquellos que descuidan este sacramento”.

Juliana cumplió con su misión, convenciendo al obispo de Lieja de que estableciera tal fiesta, que se llamaría el Corpus Christi -“El Cuerpo de Cristo”. En el año 1264, este mismo obispo fue elegido Sucesor de San Pedro, el Papa Urbano IV. Como papa, extendió la celebración de la fiesta a la Iglesia entera -para que tuviera lugar el domingo después de la fiesta de la Santísima Trinidad. El Pontífice encargó a santo Tomás de Aquino que escribiera la liturgia de esta fiesta, y este santo genio produjo joyas poéticas como el Pange lingua y el Adoro te devote. ¡Quién no conoce los himnos benedictinos O salutaris hostia y el Tantum ergo -obras también suyas!

De tal forma conmovió al Aquinate, este augusto sacramento de Cristo presente entre nosotros, que las únicas palabras que osó decir ante él fueron: “¡Oh, cosa maravillosa! ¡Que pueda el hombre humilde alimentarse de su Dios!” “¡Oh Divinidad oculta! Te adoro devotamente, a ti que verdaderamente estás presente bajo las formas a mi alrededor”.

Así pues, para que no nos olvidemos de esta realidad. Dios nos ha dado no solamente la Eucaristía sino también el Corpus Christi: a Cristo presente en la Misa y a Cristo presente en el Santísimo Sacramento en nuestros altares.

Sí, es Cristo Eucaristía, el Rey de reyes y Señor de señores, que recorre las calles de nuestras ciudades, en palabras del Papa Benedicto XVI, para “que nuestras calles sean calles de Jesús, que nuestras casas sean casas para él y con él. Que en nuestra vida de cada día penetre su presencia… La procesión quiere ser una bendición grande y pública para nuestra ciudad: Cristo es, en persona, la bendición divina para el mundo”.

 

Germán Mazuelo-Leyton, Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total, Bolivia 

2 comentarios

antonio grande
Y no hay más cáscaras: Cristo es el hombre más importante y necesario del mundo porque es Dios, y Redentor y Salvador y somos de él y para él, solamente. Y está en la Hostia Consagrada y hay que ir a rezarle todos los días y confesarse frecuentemente para recibir bien su Gracia y no a medias o sacrílegamente.
24/06/11 12:46 PM
josé
Cristo está realmente presente en el sacramento de la Eucaristía y nos invita a amar a los demás.
25/06/11 12:16 PM

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