Ha llegado a mi conocimiento que la cuestión de la “ordenación” de mujeres a las Sagradas Órdenes se ha planteado en la Diócesis de Davenport. Con la siguiente declaración, espero que la posición de la Iglesia Católica Romana quede clara.
El papel de la mujer se ha mantenido en alta estima por la Iglesia durante siglos. Como un ejemplo, el difunto Santo Padre, Juan Pablo II escribió en 1988 en su carta apostólica a las mujeres titulada, “La dignidad y la vocación de la mujer” (Mulieris dignitatem):
“La Iglesia desea dar gracias a la Santísima Trinidad por el ‘misterio de la mujer’ y por cada mujer, por lo que constituye la medida eterna de su dignidad femenina, por las ‘maravillas de Dios’, que en la historia de la humanidad se han cumplido en ella y por medio de ella’ (N º 31). El papel absolutamente vital de las mujeres en la Iglesia se extiende a todas las mujeres a través del ejemplo de la Virgen María, la Madre de Jesucristo”.
La necesidad de la Iglesia de responder a la “ordenación” de mujeres fue abordada en una carta apostólica del Papa Juan Pablo II del 22 de mayo de 1994, “Sobre la Ordenación sacerdotal” (Ordinatio Sacerdotalis). Citando al Papa Juan Pablo:
“[4.] Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación. Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”.
El decreto vigente respecto a la “ordenación” de mujeres
El 29 de mayo de 2008, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dicasterio del Vaticano, publicó un Decreto con el fin de proteger la verdadera doctrina, para salvaguardar la comunión y la unidad de la Iglesia y para guiar las conciencias de los fieles con respecto a la “ordenación” de mujeres. El decreto establecía que los que intentan conferir las Órdenes Sagradas a mujeres son excomulgados, como lo son las mujeres que intentan recibir las Órdenes Sagradas. Esto incluye el intento de “ordenación” de un diácono, sacerdote u obispo [mujer].
“La Congregación para la Doctrina de la Fe, en virtud de la facultad especial que le confiere la Autoridad Suprema de la Iglesia (cf. Can. 30, Código de Derecho Canónico), con el fin de salvaguardar la naturaleza y la validez del sacramento del Orden, decretó, en la Sesión Ordinaria del 19 de diciembre de 2007:
“De conformidad con lo dispuesto por el can. 1378 del Código de Derecho Canónico aquel que intente conferir las Órdenes Sagradas a una mujer, así como la mujer que haya intentado recibir las órdenes sagradas, incurre en excomunión latae sententiae, reservada a la Sede Apostólica”.
La frase, “excomunión latae sententiae” significa la excomunión en la que se incurre en cuanto el delito se haya cometido, y en razón del propio delito.
El propósito de la excomunión
El propósito de la excomunión es siempre por aunar a la persona de regreso a la comunión con la Iglesia. Se espera que, “sostenido por la gracia del Espíritu Santo, los que son excomulgados descubran el camino a la conversión y vuelvan a la unidad de la fe y a la comunión con la Iglesia, una comunión rota por su acción”.
Por su elección de ser excomulgado, es decir, ser separado de la Iglesia Católica Romana, les está prohibido celebrar sacramentos o sacramentales, recibir los sacramentos y desempeñar oficios, ministerios o cargos eclesiásticos, o realizar actos de régimen (cf. can. 1331 § 1 CIC).
¿Cómo retorna a la Iglesia alguien que está excomulgado ?
En este caso, el Santo Padre se reserva para sí la capacidad de devolver a la comunión con la Iglesia a la persona que está excomulgada.
Pido que todo el pueblo de la Diócesis de Davenport reconsidere devotamente cualquier participación en el proceso o el apoyo a la ordenación de mujeres a las Sagradas Órdenes. Tal participación no fomenta la unidad en la Iglesia y pone en peligro la comunión de los fieles entre sí y con Dios. Por mi parte, voy a seguir rezando por la unidad de toda la Iglesia y por aquellas personas que luchan con este problema.
+ Martin Amos, obispo de Davenport
Publicado en The Catholic Messenger y traducido por Gaudium Press