El concepto de «paradigma» tiene un largo recorrido a lo largo del siglo XX. Lo introdujo un físico norteamericano de origen polaco llamado Thomas Kuhn para explicar el avance del conocimiento científico en su libro La estructura de las revoluciones científicas. Pertenece a la filosofía de la ciencia, que es a su vez parte de la epistemología científica, distinta, por su objeto material, de la filosofía de la naturaleza.
Kuhn fue profesor historia de la ciencia en Harvard, Berkeley, Princeton y el MIT; explicó la evolución de la ciencia mediante cambios de paradigmas. Explicándolo a grandes rasgos, postuló la existencia de una etapa previa a la formulación de una cosmovisión científica en la que se forma el paradigma, luego viene el establecimiento del mismo, y su posterior cambio cuando aparecen anomalías en el conocimiento científico que requieren el nacimiento de un nuevo paradigma mediante una revolución científica.
Así, podemos describir el paradigma como un conjunto de principios admitidos comúnmente por la comunidad científica que, de acuerdo con el método científico, forman una explicación de la realidad. Hay que destacar que dentro de cada paradigma hay leyes expresamente formuladas y probadas, y también otra serie de principios implícitamente admitidos, pero no probados, y que yo considero como pertenecientes a un inconsciente colectivo de la comunidad científica. En algunos casos, estos principios darán origen a anomalías en las observaciones y por ello, serán motor del avance científico.
Un ejemplo de cambio de paradigma
Simplificando, un ejemplo de paradigma sería la física newtoniana. Las 3 leyes de Newton, junto con la de gravitación universal, explican perfectamente el movimiento de los planetas. Pero a principio del siglo XX se observó una anomalía en la órbita de Mercurio, llamada la precesión del perihelio, que no era explicable por la ley de gravitación universal. Se postularon algunas hipótesis para explicar esta observación, entre ellas, la existencia de un cuerpo masivo entre Mercurio y el sol que produjera esta anomalía. Quedó explicada con la relatividad general de Einstein que explicaba la gravitación con la curvatura del espacio alrededor del sol producida por la masa del mismo. Así, Mercurio se movería por un espacio no plano como se suponía, sino curvo, lo que explica la precesión de su perihelio. El paradigma de la física newtoniana quedó sustituido por el paradigma de la relatividad general.
Algunas reflexiones para la teología
En su forma original el concepto de paradigma pertenece a la epistemología científica, y va mano a mano con el método científico. No es un concepto que sea aplicable de modo unívoco a la ciencia teológica, dada su diversa naturaleza. En su aplicación al conocimiento científico, tampoco es un término que lleve implícito un relativismo; en física, los paradigmas no se sustituyen unos a otros, sino que cada paradigma lleva consigo un mayor conocimiento de la realidad. Es decir, la física newtoniana sigue siendo válida, sus ecuaciones dan resultados previsibles, pero la relatividad general nos ha ampliado el conocimiento a campos gravitacionales más intensos, explicando por ejemplo, los fenómenos que se dan en agujeros negros y similares. Son conocimientos verdaderos, no exhaustivos, sino aproximados, de la realidad desde el punto de vista de la física.
En teología el conocimiento no es fruto de una ciencia experimental o de una reflexión personal. Nos viene dado por la revelación que es un depósito entregado a la Iglesia. Así comienza la Dei Verbum:
Dispuso Dios benignamente que todo lo que había revelado para la salvación de los hombres permaneciera íntegro para siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones. Por ello Cristo Señor, en quien se consuma la revelación total del Dios sumo, mandó a los Apóstoles que predicaran a todos los hombres el Evangelio, comunicándoles los dones divinos. Este Evangelio, prometido antes por los Profetas, lo completó El y lo promulgó con su propia boca, como fuente de toda la verdad salvadora y de la ordenación de las costumbres. Lo cual fue realizado fielmente, tanto por los Apóstoles, que en la predicación oral comunicaron con ejemplos e instituciones lo que habían recibido por la palabra, por la convivencia y por las obras de Cristo, o habían aprendido por la inspiración del Espíritu Santo, como por aquellos Apóstoles y varones apostólicos que, bajo la inspiración del mismo Espíritu, escribieron el mensaje de la salvación (DV 7).
A continuación, Dei Verbum habla de la elección de los sucesores de los apóstoles para que mantenga íntegro el depósito de la revelación.
Pronto surgió en la Iglesia la reflexión sobre el depósito de la fe, esto es la razón se volcó sobre ella. Recordamos a san Justino, filósofo convertido al cristianismo en el siglo II, quien fundó una escuela en Roma donde enseñaba el cristianismo como la verdadera filosofía. Surgieron otras escuelas de pensamiento patrísticas, y también herejías en la época. El hecho de que la Iglesia aceptara diversas escuelas de pensamiento como la alejandrina y la antioquena y rechazara otras como erróneas, las heréticas, no quiere decir que hubiera diversos paradigmas teológicos en la época. Lo mismo pienso se puede decir que ocurrió en la Edad Media con san Buenaventura y santo Tomás de Aquino.
A este respecto recuerdo un curso de licenciatura en teología que me dictó en la Universidad Gregoriana el p. Zoltan Alszeghy SJ, gran teólogo del XX; 30 años después recuerdo su planteamiento. Analizó una afirmación de Hans Küng que decía que frente al paradigma de la teología romana había que proponer el paradigma de la teología posmoderna; nos expuso las notas que según Küng tenía la teología romana: vinculación con la verdad, etc. Y también expuso la propuesta Küngniana. Fue la introducción a un curso maravilloso sobre lo que es la teología que él desarrolló de manera magistral.
Mi tesis es que por la vinculación que tiene la teología con la verdad revelada, no se pueden considerar las diversas escuelas teológicas como distintos paradigmas en el sentido propuesto por Kuhn. La física newtoniana es válida en su ámbito, igual que la relatividad general o la mecánica cuántica, pero no podemos decir lo mismo cuando hay proposiciones teológicas que son incompatibles con la verdad revelada. Utilizar por ello la expresión «paradigmas en teología» es ambiguo y requiere precisiones ulteriores. Esto no excluye la existencia, como se ha dicho, de escuelas teológicas, ni de la sana inculturación de la fe en las diversas culturas.
Unidad y pluriformidad en la Iglesia. El sínodo extraordinario de 1985
Este sínodo fue convocado de modo extraordinario a los 20 años de la clausura del Vaticano II. En su relación final se dan criterios interesantes para su interpretación. Entre ellos se encuentra una precisión muy importante sobre el pluralismo dentro de la Iglesia. Recuerdo estando en el seminario de Toledo, que d. Marcelo nos comentó con alegría esta precisión del sínodo, hablándonos de una misma materia, pero expresada con distintas formas. Vino a darnos una conferencia al final del sínodo, en la que nos insistió en la unidad en la materia (el depósito de la fe) que se puede expresar con diversas formas, de ahí el término pluriformidad, contradistinto al de pluralismo, que supone ruptura de unidad en la materia. Buscando la referencia de aquel discurso de d. Marcelo, he encontrado la relación final de este sínodo, que cito a continuación:
aquí encontramos[1] el verdadero principio teológico de la variedad y la pluriformidad en la unidad; la pluriformidad debe distinguirse del mero pluralismo. Porque la pluriformidad es una verdadera riqueza y lleva consigo la plenitud, ella es la verdadera catolicidad, mientras que el pluralismo de las posiciones radicalmente opuestas lleva a la disolución y destrucción y a la pérdida de identidad[2](II C 2.)
Por ello es necesario para evitar caer en el relativismo teológico, precisar el término paradigma teológico a la luz de las relaciones entre la verdad revelada y las diversas fórmulas conceptuales en las que se transmite o se expone en los planteamientos teológicos. No todas las expresiones son válidas para expresar o transmitir la fe, pues algunas pueden negar elementos sustanciales de ésta.
Termino con una de las tesis que el documento que la Comisión Teológica internacional dedicó en 1976 al tema del pluralismo teológico:
8. Aun cuando la situación actual de la Iglesia acrecienta el pluralismo, la pluralidad encuentra su límite en el hecho de que la fe crea la comunión de los hombres en la verdad hecha accesible por Cristo. Esto hace inadmisible toda concepción de la fe que la redujera a una cooperación meramente pragmática sin comunidad en la verdad. Esta verdad no está amarrada a una determinada sistematización teológica, sino que se expresa en los enunciados normativos de la fe.
Ante presentaciones de la doctrina gravemente ambiguas e incluso incompatibles con la fe de la Iglesia, ésta tiene la posibilidad de discernir el error y el deber de excluirlo, llegando incluso al rechazo formal de la herejía, como remedio extremo para salvaguardar la fe del pueblo de Dios[3].
Notas
[1] Se refiere a LG 23, en que se describe como la única Iglesia católica existe en cada una de las Iglesias particulares y existe por ellas.
[2]Relacion final del sínodo extraordinario de 1985, redactada por el Cardenal Danneels relator del mismo y arzobispo de Malinas-Bruselas, sometida a la votación de los Padres, publicada con el consentimiento del Sumo Pontífice. Curiosamente este documento no se encuentra en la página web de la Santa Sede, sino que se puede descargar en: https://docplayer.es/187443940-Sinodo-extraordinario-de-1985-relacion-final-la-iglesia-bajo-la-palabra-de-dios-celebra-los-misterios-de-cristo-para-la-salvacion-del-mundo.html
[3] Comisión teológica internacional, La unidad de la fe y el pluralismo teológico, (1972).