Estas semanas hasta final de junio es tiempo de presentar la declaración de la renta en Hacienda. ¿Tú marcas la X para la Iglesia? Es una forma de colaborar económicamente en el sostenimiento de la Iglesia católica, sin que a ti te suponga ningún gasto añadido. Algunos jóvenes y adultos me han preguntado: ¿Es rica la Iglesia católica? Hay que distinguir.
Primero, la Iglesia en cuestión de fe, esperanza y caridad es riquísima. Lleva en su seno el tesoro más grande, Jesucristo redentor del hombre, la Eucaristía, los sacramentos, la Palabra de Dios, el testimonio de sus mejores hijos. La Iglesia nos ayuda a alcanzar la meta del cielo, nos anima con la esperanza de la vida eterna, nos enseña a perdonar. Todo eso no nos lo puede ofrecer nadie más. Nadie es más rica que la Iglesia en este sentido. Rica en valores, rica en humanidad, rica en bienhacer. Rica en caridad con los más pobres, a quienes nadie atiende, rica en misioneros que entregan toda su vida para bien de los demás, rica en voluntarios que ofrecen gratis su tiempo.
Segundo, la Iglesia, que recorre la historia hace veinte siglos, es rica en patrimonio cultural: catedrales, iglesias, ermitas, imágenes en todos los soportes (retablos, tallas, lienzos, esculturas, etc.), orfebrería en metales preciosos (vasos sagrados, custodias, etc.), archivos, bibliotecas. En España, el 80 % del patrimonio cultural material es propiedad de la Iglesia católica, que lo posee por legado histórico de sus hijos y lo emplea para el culto y para disfrute cultural de todos en preciosas exposiciones. Este capítulo supone un gasto mayor que el ingreso que genera. Restaurar un templo o tener a punto todo el patrimonio mueble e inmueble es una preocupación constante desde hace siglos.
Ha habido épocas en las que hemos contado con ayudas del erario público, pues siendo propiedad de la Iglesia, está al servicio de una gran mayoría de ciudadanos. Hoy, ni un euro (y ya hace años). Una postura laicista contraria a la existencia de la religión no permite destinar nada del erario público para muebles e inmuebles religiosos, propiedades de la Iglesia, aunque de ello disfruten la inmensa mayoría de ciudadanos. Hay dinero para el teatro, para el cine, para los toros, para la feria y el flamenco, para actividades culturales de todo tipo, y me parece bien. No lo hay para restaurar una ermita o el templo más emblemático del pueblo, porque la religión para los planteamientos laicistas es como la peste, hay que evitarla.
Tercero, la Iglesia en su funcionamiento ordinario es pobre. Mucho más pobre de lo que parece. Lo que pasa es que con poco, a veces con muy poco, hace mucho, muchísimo. No hay ninguna partida en los presupuestos generales del Estado para la Iglesia. Los padres reciben ayuda en la escuela estatal o en la concertada para la educación de sus hijos. Los ancianos reciben la atención merecida en residencias, algunas públicas otras de la Iglesia. En un caso y en otro son derechos, no privilegios; y es dinero no para la Iglesia, sino para los ciudadanos que tienen derecho a ello.
Cuando nos piden marcar la X, es para recaudar una cantidad (no del Estado, sino de los contribuyentes) para el sostenimiento de la Iglesia o para fines sociales. Os recomiendo marcar las dos.
Por esta vía, van a la Iglesia católica algo más de 250 millones de euros al año, que dan para la financiación del 30 % del presupuesto total de las diócesis. «Por tantos» es la campaña que nos recuerda cada año lo mucho que hace la Iglesia en el culto, en la caridad con los pobres, en la evangelización, en la conservación del patrimonio cultural, etc. y reclama nuestra colaboración para sostenimiento de la Iglesia. Pues, aunque tenemos derecho como todo ciudadano a recibir ayudas estatales, la Iglesia debemos mantenerla principalmente entre todos los creyentes.
Aprovecho para dar las gracias a tantas personas que marcan la X en su declaración de la renta. En Córdoba, llegamos al 45 %, una de las más altas de España. No nos cobran nada por ello ni nos retienen más, y hacemos un gran bien.
¿Es rica la Iglesia? Depende de qué aspecto se considere. Riquísima en obras de caridad y en esperanza, pues nos da la vida eterna. Pobre, muy pobre en manejo de recursos; puede hacer lo que hace gracias a tantos voluntarios que generosamente trabajan (y no cobran) en las múltiples actividades de la Iglesia. Ayuda a la Iglesia en sus necesidades, marca la X en tu declaración de la renta. Dios te lo pagará.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández
Obispo de Córdoba