Sobre el autobús que «Hazte oír» ha enviado a la calle con el lema «Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen», he oído, incluso en ambientes católicos, numerosas críticas: que si es cutre, que si las cosas no se hacen así, que lo mejor es estarse calladitos, etc. A quienes así hablan, yo les haría simplemente una pregunta: «¿según vosotros, qué habría que hacer?». Lo que para mí es evidente, es que ha sido nuestro silencio, en España y en el mundo, lo que ha permitido que las cosas lleguen al punto que han llegado.
¿Y a qué punto han llegado? El año pasado, en la contraportada de mi libro «Relativismo e ideología de género», escribía: «Desde hace ya algún tiempo, considero que el tema del relativismo y una de sus consecuencias, la ideología de género, son de los problemas más graves de nuestra Sociedad. Suelo preguntar sobre la ideología de género a sacerdotes, médicos, profesionales y otros, y me estoy encontrando con una ignorancia supina. A lo más te lo ponen en relación con la cuestión homosexual.
¿Y qué es la ideología de género? Su Moral Sexual, salvo el caso de violación, que también desaprueban, es la misma que la Moral Católica, pero al revés. Es decir, es la Moral del Diablo». Por cierto, esto lo dijo en una Carta a los conventos de Carmelitas Descalzas de su diócesis, un cierto cardenal Bergoglio. Aunque en honor de la verdad, debo decir que me he encontrado con feministas radicales que también piensan que los vientres de alquiler, o maternidad subrogada, son una esclavitud para la mujer.
Volviendo al autobús, es indudable que los problemas que ha encontrado, como que su mensaje es homófobo, indica el nulo espíritu democrático de sus detractores. Que se le multe o se intente prohibir que circule indica solamente el miedo a la verdad que tienen los partidarios de la ideología de género. Libertades fundamentales, recogidas en la Declaración de Derechos Humanos, como las de pensamiento, conciencia, religión (art. 18), de opinión, de expresión (art. 19), de reunión y asociación pacíficas (art. 20), se ven burladas a base de escraches, como los padecidos por Alicia Rubio intentando presentar su libro, que por cierto recomiendo, «Cuando nos prohibieron ser mujeres… y os persiguieron por ser hombres», y es que quien se atreve a pensar por cuenta propia, es un fascista antidemócrata.
Pero la ideología de género, aunque supone la lucha contra el matrimonio, la familia y la maternidad, alcanza de modo pleno a los niños y a sus padres, a quienes se quiere negar el derecho recogido en el artículo 27-3 de nuestra Constitución, y en el 26-3 de la Declaración de Derechos Humanos, que dice: «Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos». Por ello los padres que no deseen que a sus hijos se les dé la educación sexual integral que enseña a los niños menores de 4 años sobre masturbación en la primera infancia, los derechos LGBT y la prostitución legal, están en su perfecto e indiscutible derecho democrático.
Por cierto acabo de leer en InfoCatólica que en la Comisión de la Mujer de la ONU ha habido, con el cambio de gobierno en Estados Unidos, un claro giro provida y profamilia, al que se han opuesto los países de la Unión Europea, siendo el delegado de España el más crítico con la nueva postura del país norteamericano, y es que cuando nos ponemos a hacer el ridículo, somos insuperables.
La ideología de género dice que defiende la libertad sexual de niños, jóvenes y adolescentes, pero la realidad es la pederastia. Lo único que cambia es el modo de llamarlo. Lo que antes se llamaba corrupción de menores, ahora se llama educación afectivosexual interactiva y libre de tabús, pasando a ser práctica recomendable. La igualdad radical es un principio básico de esta ideología que pone la sexualidad al servicio del placer y como los órganos sexuales los tenemos para algo, es decir para usarlos, se alienta no sólo la masturbación, sino también las relaciones sexuales de toda clase, también entre menores. El Papa Francisco, ha denunciado que «los niños comienzan a oír «estas ideas extrañas, esas colonizaciones ideológicas que envenenan el alma», y las familias «tienen que reaccionar ante esto». El 27 de Julio del 2016 decía a los Obispos polacos: «En Europa, en América, en América Latina, en África, en algunos países de Asia, hay auténticas colonizaciones ideológicas. ¡Y una de ellas –lo digo claramente con ‘nombre y apellidos’- es la ideología de género! Hoy a los niños (¡a los niños!) se les enseña esto en el colegio: que cada uno puede escoger su sexo. ¿Y por qué enseñan esto? Porque los libros son de las personas e instituciones que te dan el dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas también por países muy influyentes. Y esto es terrible. Hablando con el Papa Benedicto, me decía: ‘Santidad, ¡ésta es la época del pecado contra Dios Creador!’ Dios ha creado el hombre y la mujer. Dios ha creado el mundo así, y así, y así… y nosotros estamos haciendo lo contrario». Y 2 de Octubre decía: «educar a los niños en la ideología de género es una maldad».
Pedro Trevijano, sacerdote