Cómo mejorar nuestra sociedad

La respuesta para el cristiano pasa por estos cuatro pilares: oración, sacramentos, penitencia o sacrificios, limosna.

Es indudable que en nuestra Sociedad hay muchas cosas que funcionan muy mal. Cada día nos encontramos con más casos de corrupción, muchas de nuestras leyes, como las familiares, están al servicio de lo políticamente correcto y de las potencias demoníacas, como son el caso de la Ley del aborto y las que promueven la ideología de género, la crisis económica es fundamentalmente una crisis de valores, el odio a la Iglesia Católica inspira a varios Partidos y mucha gente y les hace no respetar ni la libertad religiosa ni la educativa, así como les hace indiferentes ante la bestial persecución contra los cristianos. Y sobre todo, el culto al dinero, que origina que países como Arabia Saudí, gran violador de los derechos humanos, sean objeto de la coba más descarada por parte de los políticos occidentales, y es que por dinero, muchas personas se hacen ciegas ante cualquier  maldad e incluso crimen.

Pero también es cierto que esto no es sólo de nuestra época, sino que en todas las épocas, como dice el refrán popular, cuecen habas, y no nos extrañe por ello que tanto san Juan XXIII como la beata Teresa de Calcuta se encontraron con alguien que se les quejó de lo mal que estaba el mundo. Ambos, movidos por su optimismo cristiano, dieron la misma contestación: “Tiene Usted razón, pero vamos a hacer una cosa. Usted y yo vamos a ser dos buenas personas. Así habrá dos sinvergüenzas menos”.

El problema, para mí por tanto, es: ¿qué tengo que hacer yo para ser mejor persona y así contribuir a que el mundo sea un poco mejor? Pienso que lo que Dios me pide es que progrese en mi vida espiritual, cultivando los valores humanos y cristianos. Pero, ¿cómo? La respuesta para el cristiano pasa por estos cuatro pilares: oración, sacramentos, penitencia o sacrificios, limosna.

Oración y sacramentos: Lucas 18,9-14 es la parábola de la oración del fariseo y del publicano, Creo que muchos, por no decir todos, hemos hecho esa experiencia. Nos hemos creído que podíamos por nosotros mismos y entonces Jesús ha permitido que nos diésemos cuenta de que estábamos equivocados, para empujarnos así, a poner nuestra confianza no en nosotros, sino en Dios. Nuestra oración tiene que verse reforzada por los sacramentos, en el que la Eucaristía es el lugar de nuestro encuentro más profundo e íntimo con Jesús y de la que tantos sacan fuerza para vivir una vida de generosidad y entrega a Dios y los demás, así como por el sacramento de la Penitencia, que no sólo nos perdona los pecados, sino que nos ayuda a luchar más eficazmente contra él.

Penitencia o sacrificios: Creo que éste es uno de los puntos más débiles de la vida cristiana. Aunque la Iglesia, cada año, intenta recordarnos en la Cuaresma la necesidad de hacer penitencia, me parece que es uno de los puntos más olvidados de la vida espiritual. Cuando daba clase, solía decir a los alumnos adolescentes: “Voy a deciros cuál es vuestro mayor problema”: Solía decirles en primer lugar: “el sexo”. Evidentemente sabía que no había acertado. Continuaba: “ya veo que no, la droga”. Estaba claro que tampoco. Y continuaba: “ahora voy en serio: la falta de fuerza de voluntad”. Aquí había una aceptación prácticamente unánime.

El gran problema de nuestra época es que estamos demasiado acostumbrados a hacer lo que nos dé la gana, a no imponernos sacrificios, que son como la gimnasia de nuestra voluntad. La consecuencia muchas veces es la pereza, porque no estamos acostumbrados a ser libres, es decir a ser capaces de mandar en nosotros mismos. Y si no andamos con cuidado y sabemos reaccionar el resultado es la flojera en todos los campos de la vida. Me contaron en cierta ocasión el horror de un profesor universitario francés cuando habló de sacrificio a sus alumnos y se dio cuenta que los únicos que le habían entendido eran los musulmanes.

Limosna: Oí en cierta ocasión a Barriocanal, encargado de la Economía de la Iglesia española, decir lo siguiente: “Uno no se compromete con una causa, mientras no le abre la cartera”. Por tanto, sepamos abrir nuestra cartera para aquello que vale la pena.

 

Pedro Trevijano, sacerdeote

2 comentarios

Gregory
Vivir nuestro bautismo es un camino arduo como edifican te vivir nuestra fe es camino para la salvación y sanación de la sociedad.
5/03/15 3:14 AM
José Angel
Muy buen artículo D. Pedro. Cuatro claves sencillas y claras. Pidamos al Señor fuerza para poder cumplir con ellas. Muchas gracias por orientarnos. Un abrazo.
8/03/15 6:18 PM

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