En 2005, se aprobó en España la ley de Divorcio Express, que permite romper matrimonios en tan sólo tres meses, de forma unilateral y sin ninguna traba. Desde entonces, las rupturas han aumentado de forma alarmante. En 1991, había 13 divorcios por cada 100 matrimonios. En 2011, de cada 100 matrimonios, se rompieron 68. Las estadísticas demuestran que se trata de una situación que va en aumento, por lo que se hace necesario trabajar para encontrar soluciones y alternativas que la atajen. Por otra parte, el Tribunal Constitucional acaba de dictar sentencia favorable hacia los así llamados ‘matrimonios’ homosexuales. También se ha producido un significativo descenso de la nupcialidad. La tasa de matrimonios por cada mil habitantes ha caído dos puntos en los últimos 20 años, pasando de 5,6% a 3,6%. Y cada vez se retrasa más la edad en la que se contrae matrimonio. Hemos de proteger el matrimonio, ayudando a dotarlo del clima de opinión y del marco jurídico más favorable para hacer realidad su esperanzador y admirable proyecto. Ya hay quien se ha puesto manos a la obra. En España y fuera de aquí. Se están realizando campañas de información y formación sobre la importancia de la institución matrimonial y se ofrece apoyo a todos aquellos que, libremente, escojan el camino del matrimonio que perdura en el tiempo. Porque nadie se casa para separarse ni divorciarse. He aquí algunas iniciativas:
1. Denuncia de una ley injusta
El Papa, en el Encuentro Mundial de las Familias de 2006, invitó «a los gobernantes y legisladores a reflexionar sobre el bien evidente que los hogares en paz y en armonía aseguran al hombre, a la familia, centro neurálgico de la sociedad. [...] El objeto de las leyes es el bien integral del hombre, la respuesta a sus necesidades y aspiraciones». Son palabras de Benedicto XVI un año antes de la promulgación de la Ley de Divorcio Express, que reducía el matrimonio a «un mero contrato» que ahora se puede romper al gusto del contrayente. Esto no pasaba con la anterior ley del divorcio, que exigía un período previo de separación de un año, tiempo que llevaba a los esposos a realizar una pausada reflexión, tras la cual, en un alto porcentaje -70% en 1986 y 57% en 2001-, retomaban «la senda matrimonial». El Presidente del Foro de la Familia Benigno Blanco ha dicho: «no creemos que sea justo y razonable que una institución tan valiosa como el matrimonio, en la vida de las personas y la sociedad, sea una cosa que la Ley sólo proteja tres meses. [...] Cualquier persona sensata sabe que en estos momentos se está poniendo especialmente de manifiesto cómo la familia es la que sustenta la verdadera solidaridad social en España».
2. La Iniciativa Legislativa Popular: el matrimonio estable y de calidad
El Foro Español de la Familia, en su IV Congreso que llevaba por título El matrimonio sí importa, el divorcio no es la solución, lanzó una Iniciativa Legislativa Popular (ILP): el matrimonio estable y de calidad. Son necesarias 500.000 firmas para que se inicie su tramitación parlamentaria. Se pretende promover un cambio en las leyes vigentes, «a fin de que el ordenamiento jurídico ampare con la fuerza de la Ley a quienes se comprometen en matrimonio con la condición de que su matrimonio no sea disoluble a petición y reconozca la eficacia jurídica del compromiso matrimonial para toda la vida de quienes así quieran configurar su compromiso matrimonial».
La iniciativa sugiere modificar el Código Civil para «crear nuevas opciones jurídicamente relevantes», que serán elegidas por los esposos: «la total indisolubilidad de su relación matrimonial, o un régimen de blindaje frente al divorcio, pero sin excluir éste en ultimo término». No se pretende imponer este modelo a toda la sociedad, pues «es evidente que en la sociedad española hay personas que desean un matrimonio acogido a un derecho al divorcio sin trabas».
3. Iniciativas en defensa del matrimonio en otros países
Don Rafael Palomino, catedrático de Derecho Eclesiástico de la UCM, ha hablado de distintas iniciativas mundiales en defensa del matrimonio. «La confusión generada tanto por el neoliberalismo filosófico-político como por la ideología de género en torno a la institución matrimonial, ha obligado a los Estados, espoleados por el sentir común de los ciudadanos, a poner en marcha iniciativas jurídicas en defensa del matrimonio. Dichas iniciativas han tenido dos objetos principalmente. Por un lado, establecer lo obvio: la naturaleza heterosexual del matrimonio. Por otro, regular alternativas al divorcio fácil. Aunque desde luego no es el único escenario de interés en esta materia, recordemos la importancia de la nueva Ley Básica de Hungría, que entró en vigor el 1 de enero y que señala: 1) Hungría protegerá la institución del matrimonio, entendido como la unión conyugal de un hombre y una mujer, establecida por su decisión voluntaria, y la familia como base de la supervivencia de la nación. 2) Hungría apoyará el compromiso de tener hijos. 3) La protección de las familias será regulada por una ley fundamental.
Sin embargo, ha sido Estados Unidos el país en el que se ha producido un mayor número de iniciativas en defensa del matrimonio: las Leyes en Defensa del Matrimonio federal y estatales, las Proposiciones de modificación constitucional mediante referéndum y el Matrimonio-alianza». Este último, concretado en 1997 y que ya existe en «los Estados de Arizona, Arkansas y Louisiana», establece una declaración de los esposos en la que aseguran, como por ejemplo en la ley de Louisiana: «Nosotros declaramos solemnemente que el matrimonio es una alianza entre hombre y mujer por el tiempo en que ambos vivan. Nos hemos escogido el uno al otro con verdadero interés y hemos puesto en conocimiento mutuo todo aquello que pueda afectar negativamente nuestra decisión de celebrar este matrimonio. Hemos recibido igualmente asesoramiento pre-matrimonial acerca de la naturaleza, fines y responsabilidades derivadas del matrimonio. Hemos leído la Ley de matrimonio-alianza, y entendemos que este tipo de matrimonio es de por vida. Si en el futuro sufriéramos dificultades en el matrimonio, nos comprometemos mutuamente a poner todos los esfuerzos razonables -incluido el asesoramiento conyugal- para preservar nuestro matrimonio. Con pleno conocimiento de lo que significa este compromiso, declaramos, pues, que nuestro matrimonio queda sometido al Derecho del Estado de Louisiana en materia de matrimonio-alianza y prometemos amarnos, respetarnos y cuidarnos mutuamente como marido y esposa para el resto de nuestras vidas».
Damos gracias a Dios por este tipo de iniciativas y pedimos que sigan aumentando en bien de una institución tan importante para la Iglesia y para la sociedad como es el matrimonio.
+Manuel Sánchez Monge, Obispo de Mondoñedo-Ferrol