13.04.16

Amoris laetitia - Algunas notas de clarificación

Menos de una semana después de la promulgación de la Exhortación Post-sinodal Amoris laetitia, del Papa Francisco, varias cosas parecen claras:

  1. Las polarizaciones en torno al Papa, y en torno al futuro de la moral católica, o de la Iglesia misma, son más fuertes y agudas ahora. Hay quienes ven en Francisco una renovación del Evangelio y del Espíritu por encima de la ley (y el hombre por encima del sábado) mientras que otros creen descubrir ya las grietas de un cisma irreversible.
  2. La Exhortación muestra la intervención de varias manos (cosa que no es de extrañar en documentos papales). El grado de estas intervenciones hace que pueda considerarse al capítulo VIII como un texto extraño y en varios sentidos ajeno al tono del resto de la Exhortación, y sobre todo distante de la enseñanza expuesta en Veritatis splendor o en Familiaris consortio. La gran mayoría de las discusiones de estos días se han concentrado en ese capítulo.

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9.04.16

Amoris laetitia - Una invitación a la oración

El Papa Francisco ha querido dar un título elocuente a la exhortación post-sinodal sobre la familia: Amoris laetitia: la alegría del amor. Es una obra extensa, de cerca de 240 páginas, que trata numerosos temas en torno a la realidad familiar, desde su preparación y contexto hasta las situaciones difíciles o irregulares en que se hallan muchas personas.

Aunque se trata de un documento que quiere iluminar el camino pastoral con las parejas, y que en ese sentido afirma expresamente que no desea tocar la doctrina sobre el matrimonio, es evidente que tendrá repercusiones en la manera como la mayor parte de la gente entiende qué es el matrimonio desde el punto de vista católico. En concreto, la pregunta, casi única, de muchos es: ¿Ahora sí cayó en cuenta la Iglesia de que los divorciados vueltos a casar pueden comulgar? Pregunta que tiene en su antesala otra más: ¿Por fin la Iglesia empieza a modernizarse y a entender que estamos en el siglo XXI?

Ya algunos medios de noticias relacionados con la Iglesia–aunque con bajo sentido de pertenencia a la fe de la Iglesia, cual es el caso de Religión Digital–han anunciado con trompetas y fanfarria lo que para ellos es una victoria. A fecha de publicación de la exhortación papal, 8 de abril de 2016, el titular de entrada de ese portal digital proclama: “El Papa pide a los obispos que abran las puertas de la comunión, caso por caso, a los divorciados vueltos a casar.” Eso es completamente falso. En ninguno de sus más de 300 numerales pide el Papa tal cosa pero el hecho de que un exabrupto así se pueda soltar impunemente ya hace que uno pueda imaginarse el daño que recibirá el pueblo cristiano sometido a una marea de opiniones supuestamente basadas en el documento de Francisco.

Es de temer que las riquezas del documento, como su manera de subrayar la belleza de la familia cristiana en cuanto respuesta a los mayores males de nuestro tiempo, quedarán sepultadas debajo de una marea de comulgantes improvisados. En efecto, una cosa es llenar templos con gente que coma hostias y otra es evangelizar con integridad hacia la plena comunión en Cristo y con Cristo.

Con el deseo, que Dios me conceda, de escribir más extensamente en otro momento, por ahora sólo pido que oremos pidiendo a Dios que disminuya el número y el impacto de tanto daño que quedará en tantas personas y en tantos lugares. No muchos católicos se toman el tiempo para repasar en detalle los matices de conciencia, psicología y sociología que implican palabras graves como discernir, acompañar e integrar la fragilidad.

Es de temer entonces que los titulares de prensa serán el magro y envenenado alimento que la mayoría de nuestra gente consumirá. Por eso hay que orar. Y nuestra súplica no caerá en el vacío porque hay un Dios que es a la vez poderoso y compasivo, y su Providencia va más allá de esta coyuntura. Grande es su Nombre.

25.03.16

Mensaje de Pascua 2016

Uno de los aspectos más impactantes de la Pasión de Cristo es la soledad. En su Pasión, Cristo es el “abandonado” de todos: de Dios, a quien ruega con poderoso clamor y lágrimas; de sus amigos, que le han traicionado; del sistema legal romano, que todavía hoy es considerado como una fuente de inspiración y un punto de referencia para nuestra cultura occidental. Solo y despojado, incluso de sus vestidos y de su dignidad, Cristo nos cuestiona en su silencio y su profunda aceptación de un desenlace horroroso, que tiene su culminación en la muerte en la Cruz.

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8.03.16

Con motivo del Día de la Mujer

Un saludo fraterno y lleno de afecto para todos, y especialmente para las mujeres, en este 8 de marzo, llamado “Día de la Mujer.”

Soy consciente de los orígenes de esta celebración y de las grandes ambigüedades que presenta. En sus orígenes, hace poco más de un siglo, se buscó siempre una actitud de reivindicación de los derechos de la mujer para el sufragio y para acceder al mundo laboral. No es extraño que con el paso de los años haya tomado un tinte de feminismo agresivo en muchos lugares, o también un tono de consigna a favor del “igualitarismo” entre los sexos. Así por ejemplo, la ONU ha querido que el 8 de marzo de 2016 tenga como lema: “Por un Planeta 50-50 en 2030: Demos el paso para la igualdad de género” Eso sencillamente no es cristiano y no pertenece a la que creemos sobre la hermosa distinción entre hombre y mujer, según la cual nos complementamos precisamente porque NO somos iguales.

Dicho eso, creo que no es correcto tampoco hacer caso omiso de este día. Lo femenino es don precioso que tiene su fuente en Dios, que ha concedido a la mujer dones de fecundidad, dulzura, compasión, fortaleza, capacidad de empatía y de reconciliación que son sencillamente indispensables para la sociedad y también para la Iglesia. La unidad entre la mente y el corazón, entre la intuición y la razón, entre la emoción y la acción conjunta, entre el liderazgo y la comunidad, son también regalos que Dios otorga con mucha mayor frecuencia a las mujeres que a nosotros los varones.

Todo ello brilla con particular esplendor en María, la Madre de Jesús, y tiene eco precioso en tantas santas como nuestra muy querida Catalina de Siena. Así que FELIZ DÍA DE LA MUJER a tantas hermanas nuestras en la fe que con su presencia son bendición y motivo de esperanza y gratitud para nosotros. De verdad les invito a darle el verdadero sentido a esta celebración y a ser generosos en el cariño y los detalles con las mujeres especialmente en este día.

¡Que el Señor las bendiga y con ellas nos bendiga a todos!

13.02.16

La unidad se construye en torno al Sucesor de Pedro

Es visible el disgusto que muchos católicos sienten frente a las actitudes y algunas declaraciones del Papa Francisco. Después de la abundante doctrina de Juan Pablo II y de la admirable altura y precisión de lenguaje de Benedicto XVI, un buen número de expresiones y gestos del Papa Francisco parecen insuficientes o demasiado próximos a una interpretación contraria a nuestra fe. Creo que puedo entender el malestar de quienes sienten de esa manera.

Por otro lado, hay palabras y acciones de Francisco que han tenido un impacto muy grande en personas que ven sencillez, cercanía y caridad donde a menudo sólo habían encontrado dureza y puertas cerradas. Es verdad que algunos católicos más afectos a la tradición siempre pueden decir que toda la simpatía que Francisco despierta se debe a que le hace el juego a los valores y modas de este mundo pero yo creo que esa es una acusación simplista e injusta. Su estilo de vida llano y sobrio no es una pose. Su amor por los excluidos, los enfermos y los pobres no es ideología, a menos que veamos también ideología en las multitudes que se volcaban sobre la persona de Cristo. Su anhelo de abrir un camino, algún camino, a todos los que pueden sentirse rechazados puede parecer exagerado y puede poner a temblar a quienes amamos la hermosura doctrinal de nuestra fe católica pero no podemos negar que Jesús, estando rodeado de una multitud de judíos, elogió la fe de un centurión romano.

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