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30.04.19

¿Para cuándo, Señor, veremos a tu ejército formado en batalla?

Si no fuéramos seres espirituales no habría monjes y ascetas en otras religiones, no habría sacerdotes ni obispos ni tantos líderes cristianos o en otras religiones y creencias; por lo que, como somos seres espirituales, andamos sedientos de trascendencia. Sedientos de respuestas para haber nacido y para morir, saber quiénes somos y para qué estamos aquí.  

Sin fidelidad a nuestra naturaleza humana espiritual, sin deseo de búsqueda de aquello que la satisfaga y sin compromiso con lo que va siendo hallado, estaríamos reduciendo nuestra humanidad al nivel de las bestias.

Porque bestias somos en cuanto actuamos movidos, no por razones sino por sentimientos o emociones que son, al fin y al cabo, el equivalente al instinto en los animales.

Les decía el otro día que, a manera de experimento, me atreví a llamar idiotas a muchos que se dieron por aludidos. No debí haberlo hecho.

No debí hacerlo porque, si bien la evidencia le dice a mi razón que son idiotas que han perdido capacidad para razonar, por ser yo una criatura cuyo entendimiento es iluminado por el Espíritu de Dios, no debí haber pasado del pensamiento al acto; es decir, pensar que son irracionales no es pecado sino haber actuado al respecto llamándoles idiotas.

Después que lo hice pase unos días convulsos no solo en relación a lo que mi conciencia me decía sino porque tanto en lo físico como a mi alrededor lo estaba siendo.

No conseguía entender cuál había sido mi error. Para dejármelo muy claro y no volver a hacerlo me lo presenté de la siguiente manera: “Dios Padre debe tener clarísimo que soy idiota pero no actúa de acuerdo a lo que piensa. Muy al contrario".

Cuando lo entendí, fue una noche en la que estaba con un fuerte dolor físico que no me dejaba descansar por lo que dolor físico y moral se fundieron solo para arrojarme arrepentida en los brazos del Padre.

Se los narro porque esta misma experiencia me llevó a entender las razones por las que, por ejemplo, un presbítero u obispo no se atreven a decir lo que debe ser dicho. 

Obviamente, no propongo que llamen idiota a ninguno pero si que, sabiendo que son idiotas, actúen corrigiendo a la sociedad tal como lo hicieron grandes papas el siglo pasado.

“La Iglesia no hace política, pero cuando la política toca su altar, la Iglesia defiende su altar” Pío XI

Es que me digo, si yo –que no tengo ni la décima parte de la formación de un obispo- me atrevo, incluso a equivocarme, con tal de guardar fidelidad a lo que del Reino de Dios me ha sido dado, cómo es que no lo hace o lo hace apenitas uno que, supuestamente, tiene mucho mayor responsabilidad que yo?

Cielos! Uno ve que año tras año triunfan los socialistas en tantos países como lo hacen, roban, mienten, manipulan, desordenan, expulsan la ley natural y a Dios de todo lo que tocan y los obispos, con excepciones, siguen hablando como poco o nada estuviese pasando.

Con tanto temor, con tanta reserva y cálculo, al que supongo llamarán prudencia (pero que no es más que corrección política) que llegan a exasperar a gente simple como yo que termina pecando por llamar idiotas a unos por la mera impotencia.

Yo me digo, cuándo es que los católicos les hemos sido agradables a los políticos sino cuando nos hemos vuelto políticos antes que católicos?

Nunca le hemos sido agradables al mundo desde antes de morir Cristo en la cruz. Entonces? Es que, realmente, están convencidos que es posible “dialogar” con el mundo, que es posible ayudar al Señor a salvar almas sin decir lo que debe ser dicho sin faltar al modelo de Cristo?

En fin, he aquí –no a una persona desesperada- sino exasperada que, probablemente, volverá a pecar hasta que entienda cómo deben ser dichas las cosas y, sin duda, las habré de decir aunque más adelante, como a Mons. Páez, me llamen a Roma.

Somos seres espirituales a quienes se les ha revelado mucha mayor información sobre las exigencias del Reinado de Cristo que a cualquier religión o creencia por lo que es obsceno que la reduzcamos a lo que nos sirva solo para pasarla bien en este mundo el que, de cualquier manera, siempre nos ha rechazado ya que, de primero, rechazaron a Cristo y siempre lo harán.  

¿Para cuándo, Señor, veremos a tu ejército formado en batalla?

 Por cierto, con “ejército” me refiero a una Iglesia actuando concorde con al legado de Nuestro Señor Jesucristo. . 

  

26.04.19

Como Iron Man pero sin ese tonto corazón que brilla

“Yo digo que es humildad reconocer que Dios nos hace criaturas nuevas, que hay lucidez en creer en Dios quien nos capacita. Es humildad reconocer abiertamente que Dios hace mejor al ser humano” Maricruz Tasies

He observado cierta idiocia entre los enemigos de la Iglesia.

No sé qué será, si será que la especie humana  ha degenerado o si, simplemente, su empecinamiento en el pecado reduce su capacidad para razonar y que, por tanto, no tienen otra cosa más que los sentimientos para orientarse. No sé. 

Ese montón de argumentos estúpidos para defender el aborto, esos padres idiotas que se emocionan por el deseo de sus hijos por cambiar de sexo, la idolatría hacia los drag queen y cualquier otra expresión espectacular de personas con desorden de identidad sexual…

En fin… tantas cosas que se ven en tantas de personas con tan poco cerebro que uno se pregunta cómo será cuando, cada día más, se les otorgue poder sobre el resto. Es de temer, sin duda.

En redes sociales, una sola vez los llamé idiotas, y como moscas se dieron por aludidos, de tal forma que, efectivamente, existen muchos más de los que imaginamos aunque no tantos. Dichosamente, todavía, no son mayoría pero podrían llegar a serlo.

Al respecto, me pongo a pensar cómo será que las conferencias episcopales, la propia Iglesia en su Magisterio o el mismo Papa, se están preparando para una sociedad de este tipo.

Me hace pensar, específicamente, cómo se preparan los obispos de mi país y cómo los presbíteros a su cargo. Porque, sin duda, deberían estarlo haciendo si es que pretenden sacar a la Iglesia de sus cuatro paredes parroquiales. Si es que han pensado que, si hay gentes que necesitan de Dios, son éstas.

Me figuro que, de estarlo haciendo, se habrán dado cuenta que deberán echar mano del conocimiento que ofrecen casos en los que la Iglesia ha debido lidiar con sociedades de este tipo; me refiero a multitudes sin Dios y, por ende, sin capacidad para razonar.

Porque eso sería lo más importante, conocer cómo se echarán al ruedo ante una multitud que a gritos pide su cabeza.

Me figuro que estarán haciéndose a la idea del martirio porque, digo yo, ¿de qué otra forma podrían estar pensando en dar testimonio?

Lo mismo me pregunto de los agentes de pastoral o si será que, más bien, siguen con ese pensamiento blandito de que con puro amor y esa rara misericordia de ahora atraerán almas a Cristo?

No sé, en realidad no sé. No sé si más bien, de entre todos ellos: obispos, curas y agentes, empezarán a surgir gentes valientes. Gentes sin miedo. Que digan lo que debe ser dicho en cualquier momento y lugar. No sé.

Sería lógico pensar que así fuera y saben por qué? Porque de no suceder, querría decir que Cristo padeció para que nada significara su Muerte y tampoco nada la Pascua. Que, quizá mejor, ni siquiera supiéramos de su existencia y nada de la Gracia; pero… sabemos que es todo lo contrario, de tal forma que, sucederá, surgirán y han surgido ya, gentes valientes y las habrá cada día más aunque no tantas como quisiéramos. Las habrá porque Dios existe.

En fin, sea como fuere lo hagan o dejen de hacer los responsables, no se si habrán notado cierta urgencia en prepararse para una  nueva etapa.

No sé si la preparación la están recibiendo mediante los duros golpes de la vida que los ha hecho entender que su vida dentro de la vida de la Iglesia no volverá a ser lo que fue y que, por lo mismo, cada uno de ha venido siendo cambiado tal como si le estuviesen forrándole con una armadura fortísima dentro de la que instalaron, hace tiempo ya, un nuevo corazón de carne.  

Parecido a esa coraza del dichoso Iron Man sin ese tonto corazón que brilla. Jaja
Vaya metáforas “sutilísimas”  se me ocurren.

No se si, en verdad, lo habrán notado que ya no somos los mismos de hace cinco años.

Para lo que viene, hemos sido hecho nuevos.

Ya somos nuevas criaturas.

Es obra de la gracia. Todo es obra suya.

 

20.04.19

La vida cristiana es como el Triduo Pascual

“El soldado le traspasó el costado, abrió una brecha en el muro del templo santo,

y yo encuentro el tesoro escondido y me alegro con la riqueza hallada".

San Juan Crisóstomo, El valor de la Sangre de Cristo

 

La vida cristiana cuando, por gracia, se vive muy cerquita de Cristo es como el Triduo Pascual.

Unas veces somos como María, otras como Pedro o Judas, en ocasiones somos como Tomás y en otras como Juan, muchas veces somos tan solo como las silentes mujeres que lo siguen mientras que en otras quizá somos como Santiago o incluso como Pablo; según nuestra historia de vida y la perspectiva desde donde lo conocimos.

 El caso es que, cuando se ha seguido al Maestro por algún tiempo y mientras que no regrese, el Espíritu Santo nos guía por los sucesos como a los discípulos desde Getsemaní, pasando por la Pasión, el Calvario, la Muerte e incluso la Resurrección ya que la victoria de Jesucristo del Sábado Santo nos obtuvo la gracia que nos mueve a anhelar y esperar la vida eterna.

 La vida entera, si se la mira con la mirada de quienes conocen a Jesús, es como vivir el Triduo Pascual.

 

Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.

Agua del costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparte de Ti.

Del maligno enemigo, defiéndeme.

En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a Ti.

Para que con tus santos te alabe.

Por los siglos de los siglos.

Amén.