Sobre el crecimiento eclesiástico
San Pedro predicando en Jerusalén

Sobre el crecimiento eclesiástico

En el mundo real, cuando tu organización se reduce un 68% de 1981 a 2024, despides al equipo de gestión responsable de ese «logro», desechas su visión y comienzas de nuevo. Pero, en el mejor modo de negación eclesiástica, seguramente nos dirán que el «Espíritu» está «hablando» de un «nuevo mañana» para la Iglesia. Pamplinas.

Un aspecto sutil de la Primera Lectura del último domingo trata sobre el crecimiento eclesiástico. El foco principal de la lectura fue la desconfianza inicial de la Iglesia en Jerusalén (es decir, Pedro y los otros Apóstoles) hacia Pablo, antiguo perseguidor y ahora evangelizador, quien «hablaba con valentía en nombre del Señor». Tan valientemente, de hecho, que el antiguo asesino de cristianos ahora era objeto de una conspiración homicida, necesitando ser enviado de vuelta a su nativa Tarso para su propia protección. Mi interés radica en el pasaje final de la lectura, Hechos 9:31:

«La iglesia en toda Judea, Galilea y Samaria tenía paz. Se edificaba y andaba en el temor del Señor, y con el consuelo del Espíritu Santo crecía en número».

Rara vez en su historia ha estado la Iglesia «en paz». Mucho más frecuentemente es perseguida. La seguridad inicial que disfrutó la Iglesia es –como la propio Escritura testifica– el «consuelo del Espíritu Santo».

Pero Cristo prometió Su Espíritu hasta el fin de los tiempos, así que no deberíamos desesperar de la asistencia del Espíritu en nuestro tiempo como en el de los Apóstoles. Dado que Dios siempre es fiel a Sus Promesas, quizás entonces la evaluación necesita enfocarse en nosotros.

Francamente estoy no solo cansado, sino disgustado con aquellos que aceptan el declive de la Iglesia (al menos en Occidente, porque hay lugares en el mundo donde la Iglesia está creciendo dinámicamente). Esos agoreros se pueden dividir entre un grupo pasivo y uno activo. El primero simplemente mira los números, se retuerce las manos y espera. El segundo toma un papel más activo en organizar el esperado cortejo fúnebre.

Ahora bien, el último grupo generalmente no es tan audaz como para expresar esas cosas abiertamente. En su lugar, prefieren autodenominarse como «prudentes» o «pragmáticos». «¿No ves los números en la pared?» «¿No es evidente lo que está sucediendo?» «¡Estamos perdiendo gente!» «¡Tenemos muy pocos sacerdotes, y los que tenemos son viejos!» El grupo «pragmático» y «prudente» nunca elige preguntar cómo llegamos a donde estamos o si el camino que nos llevó aquí debería ser abandonado.

Sí, veo los números en la pared. También puedo ver y oír –o más bien, no ver y no oír– el voto mafioso de omertà que ha envuelto la clara enseñanza sobre ciertas materias, especialmente las sexuales, a lo largo de los últimos 50 años.. Pero cuando se considera el escándalo de abuso sexual que todavía sacude a la Iglesia, uno debe preguntarse si la insolvencia contemporánea de las iglesias locales es más una consecuencia de la bancarrota de los obispos diocesanos que de los libros diocesanos.

Veo a Pedro hablando claramente frente al Sanedrín sobre negar a Cristo –negación de la que él mismo no se eximió– en lugar de andar con rodeos sobre «acompañar» a las personas con todos los «sentimientos» y «tonos» correctos. Veo el fracaso de los obispos para enfrentar la incursión de la cultura de la muerte en Estados Unidos –avanzada a menudo por personas que ondean su «catolicidad» junto a sus rosarios y conferencias «eruditas» en Notre Dame– quienes no pagaron ningún precio eclesiástico por anteponer a César sobre Dios. Veo el declive en los bancos de las iglesias, y obispos que, hasta el día de hoy, se niegan a realizar una autopsia honesta sobre si el cierre de iglesias durante un año (ndr:por la pandemia) tuvo sentido. Veo la reducción del número de sacerdotes, y todavía escucho a algunas diócesis y líderes eclesiásticos divagar sobre «rigidez», sabiendo muy bien que perdimos muchas vocaciones en Occidente debido a ese espantajo.

Por supuesto, hubo «renovación» religiosa y «reforma», adaptación y «nuevos ministerios». En algún lugar en el fondo de mi mente, recuerdo haber leído cuando entré en Fordham en 1981 que la Compañía de Jesús, como la orden religiosa masculina más grande de la Iglesia, tenía más de 50,000 miembros en todo el mundo. Hoy tiene unos 16,000, muchos de ellos en casas de retiro. Lo que solía ser la Provincia de Nueva York se ha fusionado con Nueva Inglaterra y Baltimore para formar la Provincia «USA East» de los Jesuitas, cuyo territorio más o menos refleja la mayoría de las 13 colonias originales. Las Hermanas Felicianas, a quienes el P. Jozef Dąbrowski trajo de Polonia para servir a la creciente población polaca en Estados Unidos, tuvieron en su apogeo ocho provincias americanas. Hoy tienen una muy reducida, esperando principalmente que la última monja anciana apague las luces.

En el mundo real, cuando tu organización se reduce un 68% de 1981 a 2024, despides al equipo de gestión responsable de ese «logro», desechas su visión y comienzas de nuevo. Pero, en el mejor modo de negación eclesiástica, seguramente nos dirán que el «Espíritu» está «hablando» de un «nuevo mañana» para la Iglesia.

Pamplinas. Hechos nos dice cómo habló el Espíritu: para fomentar el crecimiento de la Iglesia, para «edificar» la Iglesia, y no a costa de nonagenarios jubilados aún convencidos de que su «renovación» fue correcta.

Los «pragmáticos» y «prudentes» también suelen arrogarse el título de «administradores responsables». Ese es especialmente un apelativo episcopal preferido; la generación de obispos de hoy que cierra iglesias y otras instituciones que heredaron de una generación anterior de obispos «de ladrillo y mortero» no admiten sus fracasos. No admiten que, habiendo sido impulsados por la visión de «integración» de John Ireland y la «necesidad» de «triunfar» en América por cualquier medio posible (incluso cuando la cohesión religiosa estaba debilitándose), no pueden lograr que los católicos acomodados «triunfen» en sostener lo que sus abuelos y bisabuelos inmigrantes construyeron con monedas de cinco y diez centavos del trabajo en fábricas y talleres clandestinos. No, la pandilla de «administradores responsables» está ocupada felicitándose por sus «esfuerzos responsables» para «gestionar recursos» mediante la «reducción de tamaño» de la Iglesia. Incluso contratan firmas de «planificación pastoral» y de relaciones públicas para bautizar sus fracasos como «renovación de la iglesia local». Si estos tipos realmente se esforzaran un poco más, podrían superar a George Orwell en el lenguaje doble.

Luego está la multitud que se lava las manos del mundo moderno/una plaga en todas sus casas. Ese término, por supuesto, no es atractivo, así que le ponen una cara sonriente a la situación llamándola «Opción Benedicto». Tal vez la Iglesia es más pequeña, pero es «más pura», más «comprometida» con su fe e identidad. Quizás todos podamos mudarnos a «comunidades intencionales» (suena mucho mejor que los «ghetos» a los que los modernizadores acusaban a los católicos étnicos de aferrarse). ¡Incluso podemos celebrar conferencias entre comunidades intencionales!

¿Había quizás una necesidad de poda? Sí; dos parroquias a una cuadra de distancia podrían merecer un cambio. Pero cuando algunas diócesis pierden el 50% o más de sus parroquias, no llamaré eso «renovación» ni siquiera «éxito».

Lo siento, pero soy un católico de Juan Pablo II de «navegar mar adentro», sin excusas. No creo que el «Espíritu Santo» nos esté llevando a un encogimiento y retiro eclesiásticos. No creo que América hoy necesite menos iglesias en lugar de más. No creo que todos nuestros «planificadores pastorales» y «administradores responsables» estén ayudando a la Iglesia. Mantengo que la están perjudicando al intentar ponerle lápiz de labios al cerdo de sus políticas.

El P. Robert McTeigue, S.J., un autor al que respeto, nos plantea una pregunta legítima en su Cristiandad Perdida y Encontrada a los proponentes de la visión de Juan Pablo: ¿Tienes la gente para llevar a cabo lo que quieres hacer? Quizás los que calcula pragmáticamente dirían que «no». Pero consideren a Pedro, Santiago y Juan. Empezaron con 11 hombres y algunas mujeres. No creo que Pedro, Santiago y Juan contrataran «consultores de planificación pastoral» para trazar planes de «familias de misiones» para Judea, Samaria y Galilea. Hicieron lo que tenían que hacer, como sacerdotes y obispos, con celo, gusto y sin ambigüedades. Dejaron la «planificación pastoral» a Otro cuyo «consuelo» aseguró que la Iglesia «creciera en número».

Si comienzas con ese acto de fe, quizás no te preocupes tanto si tu planificador contratista puede inventar los números. Después de todo, las semillas de mostaza son diminutas y difíciles de contar.

John M. Grondelski, teólogo

Publicado originalmente en New Oxford Review

19 comentarios

Caballero Jorge
La gran amargura de esa generación (generación que todos sufrimos de muchas formas) además de que no haya sucesores, es que fue una generación que negó su propio pasado. Por ejemplo uno que fue ordenado sacerdote en 1958 me dijo: "Esa no era la iglesia de Cristo". Ese sacerdote, dicho sea de paso, prohibe las piezas musicales y cualquier atisbo de latín en sus misas, con el justificado malestar de los cantores.
2/05/24 8:59 AM
Santiago Ll
Leer para creer, pues si es de Juan Pablo II como dice, pertenece a ese "espíritu nuevo" que ha destrozado todo.
2/05/24 8:59 AM
Urbel
La renovación fue, permanece y permanecerá una nueva Pentecostés y primavera para la Iglesia, que el Espíritu no deja de inspirar.

La renovación es irreversible, no hay vuelta atrás. Brújula segura para el tercer milenio.

Lasciate ogni speranza.

"Hermanos, hermanas, volvamos al Concilio que redescubrió la Tradición sin estancarse en las tradiciones."

Homilía del papa Francisco el 11 de octubre de 2022, en el 60 aniversario de la apertura del concilio Vaticano II.
2/05/24 9:38 AM
Jose Ángel Antonio
El articulista no propone nada concreto. Parece criticar la planificación o el uso razonable de recursos, pero Jesús nos hablaba de un rey que antes de lanzarse a la guerra planificaba cuidadosamente y, sin tropas suficientes, negociaba acuerdos.

La Iglesia ha enviado valientes misioneros a selvas terribles en siglos pasados: hablamos de los casos que triunfaron, pero no de los que fracasaron por estar mal planificados, mal apoyados, ser fragilísimos, etc...

También critica la opción benedictina, que no parece haber entendido: consiste en crear comunidades fuertes, intencionales, capaces de evangelizar. Si una comunidad católica no es intencional, si se va a misa sólo porque en el pueblo no hay nada más que hacer, en cuanto llega otra oferta, se desmantela.
2/05/24 9:42 AM
Nova
Los Apóstoles hicieron lo que había que hacer y... Sufrieron persecución. Todos ellos murieron mártires, excepto San Juan Evangelista (por disposición especialísima y milagrosa de Dios, porque Roma, en un primer momento, intentó matarle siendo ya anciano). Quizá la cuestión sea ésta. Predicar en Occidente el Evangelio, de verdad y sin tapujos, va a conllevar persecución, como mínimo, en no pocos medios de comunicación. Sin embargo, "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres", como dijo San Pedro al Sanedrín judío. La Iglesia necesita una renovación de fe y de fortaleza, sobre todo, en su Jerarquía. Ruego al Espíritu Santo que nos la conceda pronto.
2/05/24 12:06 PM
Maximiliano
¿ Algunas veces nos preguntamos porque los malos triunfan en esta breve existencia, y porqué los buenos sufren ?.

Una persona, le habla a otra persona “enferma”, que parece estar en otro mundo, y le dice : Tú oraste y creíste toda tu vida,nunca hiciste nada a nadie, y perdonaste a los que te hicieron mal, siempre te comportaste bien con la gente, y aquí estás ahora enferma; eres la mejor persona que conozco, y yo soy el peor, y tu estas enferma a pesar que sufriste en la vida… De forma inesperada la persona enferma, que le dice en voz alta: ¡¡ (...) a veces el diablo permite que las personas no sufran, porque no quiere que crean en Dios, para que no sientan la necesidad de pedirle su ayuda, porque tu pecado es como una prisión, excepto que “agradable y cómoda”, y no sientes la necesidad de salir de allí, pero la puerta está abierta, hasta que se acaba el tiempo, y cuando se cierra ya es tarde, porque ya estas el abismo del que ¡¡ no podrás salir jamás ¡¡.

Él ya nos lo advirtió : " (...) Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame " ( Mateo 16:24 ).
2/05/24 12:32 PM
Oscar de Caracas
Algunos escritores cristianos consideran con un razonamiento coherente que la Iglesia debe seguir el ejemplo del Señor; yo quiero decir con esto que, así como el Señor vivió la Pasión, Su Iglesia ha de padecer igualmente. Vivimos en tiempos proféticos y debemos permanecer firmes en la fe a pesar de las terribles tormentas y castigos que vamos a padecer.
2/05/24 12:43 PM
Martinna
He releído el texto para entenderlo bien…
Lo que yo veo que pasa en la iglesia, no es solo culpa de los clérigos es que muchos de los bautizados no son creyentes, no por los fallos de la jerarquía eclesial, sino porque son duros de por sí, no les tocan el corazón ni la mente las verdades de la fe, son paganos por opción personal.
La época que vivimos es muy complicada, aunque parezca que “nada hay nuevo bajo el sol” lo cierto es que todo es más difícil para todos. Aunque tengamos más medios, tenemos más complicaciones y estamos todos más desprotegidos.
Antes me quejaba para mis adentros de los fallos de los clérigos y ahora me fijo en los fallos de los feligreses, ya que si los creyentes surgen en la familia y cada vez hay menos, me hace pensar que la familia está mundanizada y por eso la iglesia también. Me basta con mirar mi propia familia, los que somos creyentes y “buenos parroquianos” estamos contaminados de lo mundano, se nos cuela de todo. Lo que dicen o hacen mis nietos, que tienen tantos medios de buena educación, me deja totalmente desanimada, según ellos eso no hace daño a nadie, yo les digo que si no vivimos según los mandamientos de Dios nos hacemos daño a nosotros mismos y a los demás aunque no lo queramos ver.
2/05/24 1:32 PM
Mas de lo mismo
Este artículo no dice nada nuevo y viene a no decir, como en la infinidad de críticas anteriores, el problema real actual.

El problema de raíz no es de crecimiento, sino de miembros. La iglesia está llena de jetas, de vagos, de ignorantes, de cabezones, de sectarios, de comodones, de iluminados, flipados, necios y de mediocres que viven que te mueres mantenidos por un sistema de ingresos basado en su mayor parte por subvenciones y acuerdos políticos. Llevo años oyendo a decenas y decenas de pontificadores de cómo renovar a la Iglesia, pero, que curioso, solo a un puñado muy reducido de personas que realmente haya sufrido persecución.

Persecución de la buena, de perder el trabajo, de ser expulsado de la orden, del sacerdocio, de dejarte arruinado. De que pase y que no tengas más que alguna palmadita en la espalda y el ostracismo. Que en nuestro occidente "civilizado" ya no se lleva eso del castigo físico, ni apenas la cárcel. El destrozo financiero es una amenaza mucho más dura, duradera, temida y eficaz.

2/05/24 2:02 PM
Mas de lo mismo
Ese artículo lo podemos escribir casi todos. Pero ese no es el problema, es la consecuencia de la doble vida que viven la inmensa mayoría de católicos. Cansado estoy de oír por todas partes lo mal que está esto y lo otro, mira este y aquel, perdiendo de vista el juicio de Dios para cada uno.

Ya veremos donde queda esa debilidad con el hijo rebelde de niño y pagano de mayor. Esas negaciones del cura a dar la comunión a los enfermos todos los días, por estar en la Iglesia las horas necesarias, por estudiar y preparar la homilías como es debido, por dar la la sensación de que cualquier petición es una molestia, por justificar y tolerar divorcios, adulterios y concubinatos con un silencio absoluto. Ese abandono brutal al familiar que se encarga de los ancianos de la familia, poniendo la excusa del propio trabajo y los hijos. Ese acogimiento afectuoso a los eventos familiares del amiguito de tu hija, de tu hermana o de tu propia madre. Esos caprichitos y gastos por estar un poco más cómodos o por aparentar delante de los demás.

Religiosos viviendo con servicios de comedor y de limpieza. Con Netflix.

Mientras tanto sigamos criticando métodos pastorales.
2/05/24 2:04 PM
Zarcos
Resumen: rebobinar hasta los tiempos preconciliares y continuar a partir de ahí sin dejar que se cuele el humo de satanás. Con el tiempo creo que pasará, cuando todo lo demás dentro de la iglesia se vaya extinguiendo
2/05/24 2:07 PM
Josep
No es cierto que todos los males hayan venido por culpa del Vaticano II.
La responsabilidad recae sobre todos los cristianos, incapaces de obrar como tales en medio de nuestra sociedad.
Los clérigos de 80 ó más años pueden ofrecernos su rica experiencia sacerdotal y pastoral.
Y los más jóvenes tenemos mucho que aprender de ellos.
2/05/24 4:18 PM
Lector
Lo que jamás verán es que decrezca de un modo parejo o al menos "responsable" el número y el organigrama de los puestos de arzobispo, obispo, obispo auxiliar o prelado en general. ¡Al contrario, la malla jerárquica se expande sin descanso de forma "sinodal", huy, que diga, exponencial...!
2/05/24 5:03 PM
FJ
Que todo vuelva a ser como antes del concilio, lo que se hizo despues de este hundio a la Iglesia en este desastre.
2/05/24 10:11 PM
Joaquín
Lo que está claro es que los que guardaron la Tradición crecen mientras que los que la cambiaron mueren tristemente sin remedio. Lo malo es que nos han arrastrado a muchos muchos....
2/05/24 11:51 PM
gustavo pérez
¡Qué gran verdad delata este doctor!. La iglesia de este pontificado jesuita que va tan mal como su orden que era la más grande en la Iglesia y la que luchaba desde sus colegios y universidades por la extensión del Reino de Dios, hoy ha pactado con el mundo y camino a su mismo paso acatando sus mandatos. Es la verdadera razón para explicar la debacle que sufrimos y no para poner en calzas prietas al Espíritu Santo para tratar de explicar lo inexplicable y remitirse al Paráclito a quien no oímos ni rezamos...
2/05/24 11:53 PM
Feligres
A decir verdad no le encontre sentido a este artículo, solo fue bla bla .

Del modo que sea me parece esta centrado en los números , pero si de números hablamos , con cuantos apostoles y discipulos comenzó la iglesia , apenas con unos pocos , pero llenos del Espiritu Santo , de amor , de alegrìa , de entusiasmo, de saberse llamados .

Otro ejemplo la madre Teresa de Calcuta , una humilde mujer que con su amor y entrega ha hecho tanto.

Asi que no todo se puede medir por los numeros .
---

LF 
Es exactamente lo que dice el autor del artículo al final del mismo. 
3/05/24 1:53 AM
Jorge Cantu
El Concilio Vaticano II fue un concilio muy distinto a los demás previos, deliberadamente fue propuesto como un concilio 'pastoral' más que dogmático. Además, los documentos emanados del mismo tienen un carácter, valor dogmático, propósito y vigencia distinto unos de otros, la intención de expresar un nuevo modo de ser Iglesia en el mundo sin dejar de permanecer fieles a la tradición generó algunas paradojas. Documentos exhortativos como la Constitución pastoral 'Gaudium et Spes' reflejan, por ejemplo, una visión de conjunto de la Iglesia en el mundo actual algo ingenua y optimista (a mi parecer) de un contexto histórico que dejó de ser vigente muy pronto.

Los documentos doctrinales (constituciones dogmáticas) por otra parte, no definieron o anatematizaron herejías de manera específica como aconteció en el Concilio de Trento, por ejemplo, sino que siendo fieles a la doctrina tradicional de la Iglesia, no se pretendió una declaración dogmática de algo nuevo sino, más bien, una exposición clara y de conjunto de esa fe de una manera más didáctica y más comprensible para el pensamiento moderno, un gran aporte sin duda.

(Continúa)
4/05/24 8:15 AM
Jorge Cantu
(Continúa)

Mi reflexión va en la línea de que el Concilio jamás pretendió ser para el católico una especie de catecismo irreformable. Sus alcances fueron a la vez suficientemente modestos y suficientemente amplios para exponer una visión y una nueva actitud de la Iglesia ante el 'mundo actual' (de entonces).

Después de casi 60 años es importante hacer un balance genuino de los frutos del Concilio y de si algunos cambios y posturas derivados de él siguen siendo aún vigentes o son mejorables. Es cierto que muchos frutos amargos del posconcilio le han sido atribuidos al mismo Concilio de manera injusta, de modo que algunos lo menosprecian sin siquiera conocerlo o entender bien sus alcances, mientras que muchos otros lo consideran algo sagrado, intocable e inamovible más allá de sus atributos reales.

Quizás es tiempo ya de poner orden en la casa para vencer la confusión reinante, salir al paso de todas estas cuestiones y malentendidos y poner las cosas en claro para que todo católico sepa bien a bien a que se compromete como tal y a qué debe atenerse con certeza, como le expresa Nuestro Señor al 'angel' (obispo) de la Iglesia de Filadelfia, en el libro del Apocalipsis 3,11: "Yo vengo pronto. Aférrate a lo que tienes, para que nadie te quite tu corona".
4/05/24 8:26 AM

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