(Asia News/InfoCatólica) Se trata de la misma región de la que procede Malala Yousafzai, la activista que ganó el Premio Nobel de la Paz por hacer una campaña contra la prohibición de la educación femenina que impusieron los talibanes paquistaníes (Tehreek-e Taliban Pakistan o TTP).
En 2012, ella también fue alcanzada por una bala en la cabeza cuando volvía en autobús de la escuela, mientras que unos años antes la misma institución católica, la escuela pública de Sangota, había tenido que cerrar debido a amenazas y atentados terroristas.
El policía que ayer abrió fuego contra las alumnas fue detenido e identificado como Muhammad Alam Khan. El móvil de la violencia no está claro: aunque un funcionario policial descartó que se tratara de un ataque militante, el jefe de policía del distrito anunció que se ha abierto una investigación. Según la prensa local, Alan Khan, natural de la zona de Salampur, llevaba tres meses trabajando en la escuela, y ya había sido suspendido dos veces de las fuerzas armadas por motivos que por el momento no están claros.
Adil Ghouri, presidente del Christan Awareness Movement (Masihi Tehreek-e Beadari), junto con otros activistas cristianos, condenó el incidente y pidió que intervenga el gobierno provincial.
Fundada en 1962, la Catholic Public High School (más conocida como Sangota Public School), empezó a funcionar bajo la dirección de la diócesis de Islamabad-Rawalpindi y durante mucho tiempo estuvo dirigida por las monjas irlandesas de la Presentación de la Santísima Virgen María. Se convirtió en un instituto exclusivamente femenino en la década de 1990 y fue arrasado en 2009 por un atentado de los fundamentalistas islámicos que no se cobró ninguna vida sólo porque las monjas ya habían evacuado a las alumnas. Dos años antes, el director había recibido una carta amenazadora firmada por el grupo militante islámico radical Jan Nisaran-e-Islam en la que se acusaba a las monjas de convertir a las niñas musulmanas al cristianismo, a pesar de que, en realidad, el 99% de las alumnas profesaban la fe islámica. Hasta 2012, en el marco de las operaciones antiterroristas del gobierno pakistaní, no se pudo reabrir la escuela, que al principio contó con sólo tres monjas y 80 niñas. Hoy acoge a más de 800 alumnas, cuatro religiosas, 26 profesoras y otros 10 empleados.
Sin embargo, los expertos coinciden en que la reconquista talibana de Afganistán en agosto de 2021 galvanizó al TTP y a otros grupos terroristas que operan en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa (KP) y en otras zonas fronterizas, como Belucistán. Según datos del South Asia Terrorism Portal, en 2022 en KP se registraron 527 muertes (entre civiles, personal de las fuerzas armadas y terroristas), frente a las 300 del año anterior.
Una tendencia creciente que vuelve a niveles preocupantes (mientras tanto, el gobierno lidia con las luchas internas entre el ejecutivo y la oposición): los atentados terroristas pasaron de 168 en 2021 a 225 en 2022, además del consiguiente aumento de los incidentes más violentos. Según los datos publicados por el departamento antiterrorista de Peshawar, en el primer cuatrimestre de 2023 se produjeron 180 atentados terroristas en la misma provincia, frente a los 133 del último cuatrimestre del año pasado.
Respecto a las bajas entre las fuerzas armadas, el recuento de 2022 es el peor desde 2013, siendo diciembre el mes más mortífero de los últimos 10 años. Las fuerzas de seguridad de Pakistán son el objetivo de los terroristas porque representan al gobierno central. De hecho, el objetivo del TTP es crear un emirato islámico siguiendo el modelo afgano en el que rija la sharía, la ley islámica.