(Edward Pentin/InfoCatólica) El Cardenal Müller, antiguo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha ofrecido sus reflexiones sobre el ejercicio de la autoridad papal y episcopal en relación con las cuestiones litúrgicas en el prólogo de la versión alemana del libro Tradición y Magisterio vivo de la Iglesia, escrito por Mons. Fernando Arêas Rifan .
El cardenal, que siempre ha celebrado con la liturgia nueva excepto en unas ordenaciones en el ámbito de una comunidad tradicional, señala que no hay «ruptura entre la tradición anterior, que incluye el Concilio de Trento y el Concilio Vaticano II, y el Concilio Vaticano II». En consecuencia, se puede decir que «en términos dogmáticos» no hay «diferencia entre la nueva forma de la Misa según el Misal de Juan XXIII y la que el Papa Benedicto XVI denominó la ‘forma extraordinaria’».
Reconoce, sin embargo, que en su libro Mons. Rifan «demuestra convincentemente que hay buenas razones espirituales por las que algunos católicos prefieren celebrar la Santa Misa en su forma más antigua», sin que eso suponga un «rechazo del Vaticano II». En ese sentido, indica que, «del mismo modo que cualquier católico puede participar con fruto espiritual en la celebración de la Santa Misa según otro rito, también dentro del rito Romano cada una de las dos formas debe ser aceptada por todos los católicos, sin dudar de la ortodoxia de la otra ni evadir la obligación de obedecer al Papa y al obispo».
Asimismo, afirma que el motu proprio Traditionis Custodes del Papa Francisco «decretó abrupta y bruscamente la cuasi-suspensión de Summorum Pontificum», en el que Benedicto XVI, el «predecesor teológicamente brillante y sensible a los temas litúrgicos» del Papa Francisco «había hecho posible la unidad con la Iglesia de muchos católicos y había «restaurado la paz litúrgica». En ese sentido, considera que ciertas afirmaciones y evaluaciones de Traditiones Custodes son «cuestionables en la forma y en el fondo».
En ese contexto y citando la controversia sobre la fecha de la Pascua del siglo II, el purpurado recuerda que «el deber especial del Papa es mantener la unidad en la fe y la liturgia, así como permitir una diversidad legítima para mantener la paz en la Iglesia e incluso proteger esa diversidad en lugar de suprimirla por la fuerza». Por lo tanto, la «autoridad eclesiástica perjudica a la Iglesia cuando insiste rígidamente en la obediencia ciega», que no tiene en cuenta la libertad del cristiano y en lugar de tener paciencia para convencer a los fieles del sentido y la necesidad de ciertas decisiones». Esta actitud puede llevar a «socavar su credibilidad» y a «distanciar a los fieles de la Iglesia visible».
No obstante, recuerda que «el buen católico, por mor de la unidad de la Iglesia y confiando en la justicia superior de Dios, se somete humildemente a las decisiones de la autoridad eclesiástica, aunque encuentre que son injustas y tienen una justificación muy débil (excepto, por supuesto, las exigencias de obediencia a doctrinas heréticas o acciones inmorales)».
Mons. Müller conoció a Mons. Fernando Arêas Rifan, al que considera «muy sabio», cuando los obispos brasileños hicieron visitas ad limina al Vaticano. Mons. Arêas Rifan es obispo de la Administración Apostólica Personal San Juan María Vianney, situada en Campos (Brasil) y dedicada a sacerdotes y fieles vinculados a la Misa tradicional. El libro Tradición y Magisterio vivo de la Iglesia fue publicado en español por la Fundación Gratis Date.