(CNA) Durante la Misa del domingo en la Catedral del Santo Rosario en Vancouver, Miller dijo que las instituciones religiosas reciben un tratamiento injusto.
«Como mencioné en la carta escrita el jueves pasado: 'De la orden de hoy parece que las instituciones religiosas no están siendo tratadas con la misma consideración en cuanto al número de personas presentes en las reuniones religiosas en comparación con las reuniones seculares en interiores'.
La razón por la que no se permite reunirse para el culto en número limitado donde se cumplen todas las precauciones de seguridad, mientras que los bares y restaurantes y los gimnasios pueden permanecer abiertos con medidas que no son más seguras, es simplemente desconcertante».
La Dra. Bonnie Henry, responsable de salud provincial del Ministerio de Salud de Columbia Británica, amplió las restricciones a las reuniones sociales en toda la provincia el 12 de noviembre. La orden ha suspendido muchas reuniones religiosas, incluyendo los servicios de las iglesia, sinagogas y mezquitas, y suspenderá las misas de los domingos en la archidiócesis de Vancouver.
A partir del 20 de noviembre, la mayoría de las Misas de Columbia Británica se celebrarán sin fieles. Los funerales, bodas y bautismos pueden tener lugar si asisten menos de diez personas. Esta directiva también restringirá otras actividades y reuniones celebradas en las instalaciones de las iglesias.
El arzobispo dijo que las oraciones, la adoración y la confesión seguirán estando disponibles en las parroquias de toda la archidiócesis.
Miller dijo que la arquidiócesis ha «observado escrupulosamente» los mandatos de salud para ayudar a detener la pandemia y añadió que ninguna de las 78 parroquias de la archidiócesis ha sido fuente de un brote de coronavirus en la comunidad.
«No hay evidencia que nos ayude a entender por qué el culto en las iglesias católicas debe ser restringido para no añadir tensión a nuestro sistema de salud», aseveró.
El prelado advirtió que es «un asunto muy serio» restringir a los fieles el culto público y señaló los derechos protegidos por la Carta de Derechos y Libertades del Canadá. Dijo que, si bien debían adoptarse medidas para garantizar la seguridad pública, la carga no podía recaer únicamente en las comunidades de fe.
El arzobispo dijo que ha sido un desafío abstenerse del culto público, pero expresó su fe en la perseverancia de la Iglesia:
«Hay que reconocer que estamos haciendo un gran sacrificio y observando un ayuno eucarístico que, ruego, nos traerá las bendiciones del Señor. Ciertamente debemos rezar para que la situación cambie pronto, para que podamos volver a la misa con fieles, aunque sea en número reducido».