(CH/InfoCatólica) «El acuerdo es provisional y expira en septiembre de este año. Hemos de encontrar una fórmula. Tenemos que ver qué hacer después de este plazo. Creo que probablemente deberíamos reconfirmarlo por uno o dos años», dijo Mons. Celli en el programa de televisión Stanze Vaticane de Tgcom24.
«Sin embargo», añadió «la Santa Sede aún no ha tomado una decisión al respecto, decisión que será comunicada a las autoridades chinas».
Después de que el Vaticano firmara el acuerdo interino con las autoridades del Partido Comunista Chino sobre el nombramiento de obispos en septiembre de 2018, la persecución contra los católicos ha continuado con la demolición de iglesias y cruces y la detención de sacerdotes no afectos al régimen comunista
Al respecto, Celli indicó que «es innegable que siguen siendo situaciones que requieren un viaje» al país asiático.
El arzobispo, diplomático vaticano de larga trayectoria y que jugó un papel fundamental y decisivo en las conversaciones con los comunistas, habló de la «necesidad de respeto» y «comprensión mutua» entre la Iglesia Católica y China.
«No será fácil. La Santa Sede todavía quiere continuar con este camino. Queremos avanzar y alcanzar una normalidad en la que un católico chino pueda expresar toda su fidelidad al Evangelio y también con respeto a su condición de chino», dijo Celli.
«Siempre digo, uso una expresión muy simple, que la Iglesia Católica en China debe ser totalmente china, pero también debe ser totalmente católica», añadió.
La cuestión es qué se entiende por ser chino. Para la dictadura, ser chino consiste en asumir el adoctrinamiento radical del Partido Comunista Chino. Y ello, necesariamente, es incompatible con ser totalmente católico.
Desde que llegó al poder en 2013, el actual dictador, Xi Jinping ha ordenado la «sinización» de todas las religiones en China, con lo cual busca controlar, gobernar y manipular todos los aspectos de la fe religiosa en un molde socialista impregnado de 'características chinas'.
En estos momentos está en virgor un «plan de sinización» de cinco años para el Islam, una religión que ha enfrentado una creciente persecución en el país con al menos 800.000 musulmanes uigures presos en campos de concentración y adoctrinamiento.
Se desconoce si en el acuerdo entre el Vaticano y China se incluye la aceptación católica del programa de «siniciliación». Recientemente, la Asociación Patriótica Católica China, fiel a la dictadura, en la provincia de Zhejiang emitió una declaración exigiendo que se añadiera el «patriotismo» a la celebración de la liturgia como condición para la reapertura de las iglesias tras la pandemia.
El papa Francisco, que aseguró en su día ser el máximo responsable del acuerdo con la dictadura china, dijo lo siguiente en el vídeo del mes de marzo del proyecto de la «Red Mundial de Oración del Papa»:
«Hoy en día en China la Iglesia mira hacia adelante con la esperanza. La Iglesia quiere que los cristianos chinos sean cristianos en serio y que sean buenos ciudadanos. Deben promover el Evangelio, pero sin hacer proselitismo y alcanzar la unidad de la comunidad católica que está dividida. Recemos juntos para que la Iglesia en China persevere en la fidelidad al Evangelio y crezca en unidad. Gracias».