(Abc/InfoCatólica*) "Las hemos visto recibir al barco abortista con cánticos, como si estuvieran exultantes de júbilo; y vaya si lo estaban: pues nada regocija tanto a los siervos del demonio como comprobar que su dueño se enseñorea del mundo", asegura Juan Manuel de Prada en su demoledor artículo.
Afirma igualmente que, a diferencia de la teoría medieval que atribuía al trato carnal la forma en que el diablo poseía a las brujas, eso no es posible en el caso de las pro-abortistas de Valencia ya qur "aceptar tal aserto nos obligaría a presuponer que el demonio carece de gusto, o que es capaz de aceptar despojos que un perro rechazaría. Un demonio que accediese a mantener trato carnal con las brujas que recibieron al barco abortista se convertiría, de regreso al infierno, en diana de los escarnios de toda la cofradía demoníaca". Por tanto, escribe De Prada, cree que la forma de posesión actual es en base al resentimiento y añade que "esas brujas están llenas de resentimiento; tan llenas que, si las pinchásemos con un alfiler, explotarían como bolsas de pus".
Efectivamente, el escritor está convencido de que el resentimiento les viene provocado porque "esas brujas odian que otras mujeres sean amadas, odian que otras mujeres amen el fruto de sus entrañas, odian que otras mujeres amen las delicias de la maternidad, odian la virtud y el bien que ellas nunca podrán alcanzar. Pero, en lugar de expresarlo sin ambages, su resentimiento demoníaco les inspira subterfugios que tratan de colar como valores; y que, en un mundo sobre el que se derraman las tinieblas, son efectivamente aceptados como valores".
Por último, Juan Manuel de Prada advierte de que "este episodio del barco abortista no es sino un avatar más de aquella batalla entre la mujer y el dragón que nos relata el Apocalipsis. Esas brujas posesas son instrumentos de la eterna enemistad entre la estirpe del demonio y la estirpe de la mujer; y, junto a esas brujas, las autoridades que permiten que la estirpe de la mujer sea perseguida, y la sociedad que vuelve la espalda a persecución tan ensañada. Todos danzando en el mismo aquelarre, todos embriagados de sangre, hasta alcanzar un éxtasis demoníaco."
"Brujas on the Waves", por Juan Manuel de Prada