La experiencia de Dikmar
Ha sido un sueño hecho realidad. Desde pequeño tuve la pasión de visitar a África, para dar mi aporte a las personas que viven allá. El 5 de agosto comencé mi viaje rumbo a Tanzania. Fue un viaje bastante largo y con un poco de retraso. El 7 de agosto llegué al aeropuerto de Mwanza, en Tanzania. Allí ya estaba esperándome el Padre Diego, junto al padre Damiano y el seminarista Marco.



He sacado muchísimas fotos y he hecho muchos videos de la forma como la gente vive. Me impresionó ver la manera en que transportan las mercancías de un lugar a otro. La gran mayoría de las personas usan bicicleta o motocicleta, que es un poco caro para la gente de ése lugar en el campo. Muchos no tienen motocicleta o bicicleta, y tienen que transportar todo a pie y sobre su cabeza. Así deben caminar horas, muchas veces, para llegar a su destino. Esto era para mí un mundo totalmente diferente de lo que estaba acostumbrado de ver en Europa o en Curacao, de donde vengo originalmente.
Me impresionaba ver tantas casas construidas de barro y con techo de pajas. Casas que no tienen electricidad ni agua. No me podía imaginar que hasta el día hoy, año 2014, aún hay personas que tienen que caminar todos los días, horas para ir buscar agua. Hay niños que caminan horas para ir al escuela, y muchas veces caminando distancias largas a pié descalzo, porque no tienen zapatos. También hay niños que no van a la escuela, porque son pastores y ese va a ser su trabajo para toda la vida. El ver todo esto me producía a veces un poco de tristeza en mi corazón. Porque yo creo la enseñanza es un instrumento para llevar adelante un país, y una sociedad. Y si ves que no todos tienen la oportunidad de ir a la escuela, o hay familias que no tienen la posibilidad económica para mandar a sus hijos a la escuela, esto te hace entristecer un poco. Lo que pude ver también es que la gente en Tanzania no tiene muchas cosas materiales, pero siendo poco lo que tienen aún así son muy generosos y se ponen felices de tener visitantes de lugares lejanos. En mis días de voluntariado, tuve la oportunidad de hacer diferentes actividades con los niños: jugar fútbol, tocar el tambor, cantar, y simplemente estar con ellos y compartir sus juegos. He podido dar mi aporte para diseñar una casa de voluntarios y de retiros, que va a ser un proyecto que quieren realizar los sacerdotes en el futuro. Estuve haciendo también imágenes de yeso para poder llevarlas como regalo a cada una de las aldeas que hemos visitado. También hemos construido junto con el seminarista Marco una garaje para la casa parroquial.
Algunas de las tradiciones y de las formas de vivir de la cultura Tanzana que mas me han impresionado han sido estas:
· Cuando tienen un visitante, todas las personas van a venir uno por uno a saludarlo. Como una muestra de aprecio, hasta le dan regalos. En una de las aldeas que visitamos, ¡recibimos un chivo como regalo! Todos te saludan con mucho respeto, las mujeres hasta se inclinan un poquito cuando te saludan. Me ha admirado el respeto que tienen a los demás.
· Los hijos son como un tesoro. Cada casa de familia tiene entre 6 ó 7 hijos. La familia de Tanzania es algo muy especial y hermoso de ver.
· Casi todas las familias tienen su propia plantación o cría de animales.
· La gente está contenta con lo que tiene y aprecian y cuidan mucho lo que tienen.
· La gente cocina afuera de la casa, con leña o carbón. Y comen con las manos, sin cubiertos, todos rodeando la fuente única en la que se pone la comida.
· Les gusta mucho cantar, tocar el tambor y bailar. Cuando comienzan a cantar es como si no fuera a terminarse nunca. Ellos disfrutan mucho de lo que hacen, aunque sea muy sencillo.
· En Ushetu, generalmente la gente no usa reloj, pues las actividades se comienzan cuando toda la gente ha llegado. Pero que hay que tener en cuenta que muchas personas vienen desde lejos y a veces de a pie, por eso todo tiene su tiempo.
· Y relacionado con lo anterior, es una cultura del “pole pole”, como dicen ellos, “despacio despacio”, pues no tenemos prisa.
· Me sorprendió saber que un día de trabajo vale como 500 shillings de Tanzania es decir 2,5 €.
De mi experiencia del voluntariado en Tanzania, lo que me he aprendido es que todas las cosas materiales en el mundo no te pueden hacer feliz. Y por el contrario, teniendo poco puedes ser feliz. Lo importante es si estás agradecido con lo que tienes y lo valoras. He aprendido también que es importante buscar más tiempo para estar en la presencia de Dios, para contemplar su grandeza, escuchar como Dios nos habla en nuestro corazón. Hay que hacerse el tiempo para estar con la familia, con tu familia, con los amigos, y disfrutar de estar con ellos, dando tu tiempo a los demás. El ayudar a otras personas, y ver a otros felices, me ha dado una felicidad enorme. Estoy tan entusiasmado con la misión en Tanzania que ruego que no sea la última vez que esté allí, si es la voluntad de Dios.
Quiero pedirle a cada uno que lea este relato de mi experiencia, que recen mucho por todos los misioneros que viven allá en África, especialmente por todos los sacerdotes y religiosas que han entregado su vida completamente a servicio de Dios y su prójimo.
Amani ya Kristo! (La paz de Cristo!, en swahili)
Met vriendelijke groet, D. (Dikmar) Oleana
2 comentarios
Dios los siga bendiciendo y sigan extendiendo El Reino.
Un abrazo en Cristo.
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