“Esperamos cada vez mejores y mas abundantes cosechas… Porque los campos están maduros”

Querida Familia:

Quedó esto en el tintero… y perdón que es del mes pasado. En cuanto pueda, les mando noticias más frescas, que hay muchas, des este mes y de la visita de Marcelo a la misión.

Vamos al grano. Pongo los relatos en fila, como los fui escribiendo, para no olvidar detalles.

Misa en Nyaza, 7 de julio:

Antes de ir a dormir, me pongo a escribir algunas impresiones de hoy. Si bien estoy un poco cansado, tampoco es tanto. Pero cuando uno escribe sobre los hechos, las impresiones están más frescas y no se me pasan los detalles. Por eso prefiero hacer el esfuerzo.

Hoy después de la misa de la parroquia, acá en la misión, en lo que se llama Ibelanzuha (acá los empiezo a confundir)… Porque alguno me va a preguntar, ¿pero no está misionando en Ushetu? Si, es cierto, pero yo al tiempo me enteré que éste el centro de la parroquia de Ushetu, que es como nombrar a la parroquia entera, pero a su vez este lugar se llama Ibelanzuha, que es como la aldea.

Bueno, como venía diciendo, después de la misa de 8:00 am, partimos para celebrar misa de domingo y matomolo en una aldea que se llama Nyaza. De esta aldea les he contado cuando escribí sobre las aventuras del P. Johntin y el voluntario chileno al cruzar las motos en balsas por un río, y todo eso que recordarán. Ahora el río está totalmente seco, y eso permite pasar en vehículo de cuatro ruedas. Lo mismo sucede con los campos de arroz que hay que cruzar (no son muchos, pero bastaría uno sólo para que la camioneta se quede empantanada a pesar de ser 4×4). El viaje en este tiempo suele ser de una hora y media. También aprovechamos que íbamos en vehículo para invitar a mas personas, y así la gente de las aldeas se alegra muchísimo de recibir visitantes. Ahora me acompañaron el catequista Filipo, que viene a ser una pieza clave… conoce el camino, y es un maestro en la catequesis y los cantos, y traduce del swahili al sukuma. Luego vino el seminarista menor del que les he hablado en otra oportunidad, Mikael, que está de vacaciones hasta el martes. Invité a las hermanas, de paso para que me hagan de interpretes… y además porque ellas nunca habían visitado esta aldea, por la dificultad para llegar en gran parte del año. Se anotaron tres. También se subieron dos monaguillos, que les encanta venir, porque para ellos es como un premio… poder ir en auto con nosotros y conocer algunos lugares que a veces ellos tampoco conocen.

No llevamos más monaguillos porque en la aldea de Makondeko nos esperaban tres jóvenes que habíamos invitado el día martes, cuando fuimos a celebrarles la misa a ellos. Yo los invité esa vez al enterarme que para ir a Nyaza había que pasar por Makondeko, y además porque ellos son los pocos que han seguido firmes en esa aldea, a pesar de no tener catequista.

Cuando llegamos a la aldea de Makondeko, los tres invitados resultaron ser seis… así que ya no quedaba otra, todos arriba, y apretarse un poco. De todos modos reinaba una gran alegría en todos, un buen clima de fiesta. En el rato que estuvimos esperando a los jóvenes en el vehículo en medio de esta aldea se empezaron a acercar algunos curiosos… no es muy común que vengan visitantes a la aldea.

Cuando digo aldea, no piensen en mas de seis casas de cada lado del camino… y las otras repartidas hacia adentro… miles de casas… pero el centro de la aldea no es mas que eso… doce casas, mas o menos. Toda una novedad… miraban el vehículo… y mucho mas a nosotros, los blancos que estábamos adentro. La sorpresa que cuando llegaban, la hermana les estaba hablando en swahili (cosa que nunca se esperan… y por otro lado les agrada mucho), y cuánto mas cuando algunas frases la hermana se las decía en sukuma… se mataban de risa, no porque las dijera mal, sino porque para ellos es casi imposible que un extranjero hable sukuma. Yo pensaba… lo que sería poder hacer una misión popular ahí. No estuvimos mas de 15 minutos y se juntaron 6 o 7 personas a escuchar a la hermana… que ni siquiera se bajó del auto. Ni qué decir de los niños. Y yo les contaba a algunos de ustedes los otros días que en estos lugares abundan los paganos… pero están muy dispuestos a recibir el anuncio del Evangelio. Yo me voy relamiendo interiormente de sólo imaginarme estas misiones… que seguro en algún momento podremos realizar… respetando los tiempos de Dios.

Seguimos viaje, y al poco andar llegamos a la aldea de Mwendakulima. Cuando estábamos por tomar el camino a Nyaza, me dicen que a 50 mts está la capilla. Les dije que fuéramos a sacar una foto. Y la grata alegría y sorpresa fue que en la iglesia estaban reunidos todos los católicos, como es costumbre los domingos, para la celebración de la Palabra, dirigida por el catequista. ¡No saben la alegría de todos! ¡De ellos y de nosotros! Salieron todos afuera… estaban visitados por el padre, las hermanas, el catequista de Ibelanzuha, y viarios fieles. Fue una gran fiesta, a pesar de lo breve. Nos saludamos todos, con el tradicional, “¡Alabado sea Jesucristo! ¡Por siempre lo sea!” Yo repartí caramelos y las hermanas las medallas… y reinó en todos la fiesta… de tal manera que ahí se comenzó como siempre a cantar y bailar. Pero como nos esperaban en Nyaza, tuvimos que dejarlos, a lo cual de inmediato entraron otra vez en la iglesia para seguir con la ceremonia.

La aldea de Nyaza es un poco más pequeña que la de Makondeko, y se llega en medio de paisajes de sabana africana, realmente preciosos. Llegamos a la aldea tocando bocina, y ahí algunos comenzaron a ir hacia la iglesia, y nos saludaban con unas sonrisas gigantes y francas. En la casa donde sería la misa, a unos 50 mts de la capilla, todos estaban esperando, y ante los bocinazos… ya salieron todos a recibirnos. Alegría enorme para ellos, ya que en mi caso, era la primera vez que iba… pero también las hermanas. Lo cual la gente agradeció mucho… ellas hace cuatro años que están en la misión y nunca habían podido ir a visitarlos. Lo dijeron en varias oportunidades, al final de la misa, y durante el almuerzo.

La misa fue hermosa, debajo de las sombras de los árboles. Muchos niños, como siempre. Al final se intercambian los saludos de formalidad, y luego se bendice el matomolo (los frutos de la cosecha, de lo cual todos ofrecen algo para la iglesia). Al final de la misa los niños y niñas ofrecieron a los visitantes un par de canciones, con su coreografía muy bien preparada… al estilo de aquí. Por último, después de la tradicional entrega de caramelos y medallas… nuevamente el expresarse de la alegría de chicos y grandes, cantando cantos de iglesia, y bailando en ronda, como acostumbran ellos en estas ocasiones.

Luego del almuerzo conocimos la capilla, muy linda, toda de adobe por dentro y por fuera (incluso el altar y los asientos de los fieles), el techo de paja y sin ventanas. Muy hermosa… en un lugar precioso, con mucha sombra y con la vista de las montañas que ya pertenecen a otra diócesis, de Tabora. De allí fuimos a visitar a un enfermo, un joven que es pagano pero se está preparando para ser bautizado a fin de año. Y a comenzar el regreso a la misión… porque se trataba de una hora y media de regreso… mas la bendición de una casa en el camino.

Algo con lo que nos hemos sorprendido mucho, fue que en tres ocasiones en el camino algunos chicos no nos aceptaron los caramelos… cosa rarísima. Nunca me había pasado que “el lenguaje de los caramelos” me fallara. Ante mi primer fracaso, le dije a la hermana que iba atrás que ella le diera a dos niños que estaban más adelante… y uno de ellos dijo que no (abriendo unos ojos enormes)… y el otro salió corriendo despavorido. Nos causó mucha gracia, sobre todo a la gente que llevábamos, y que aprovecharon a hacernos algunas bromas. Pero ahí nos dimos cuenta de la necesidad que tenemos de ir a estos lugares. Muchos ni saben qué son los padres y las hermanas… es la primera vez que nos ven. Acá en el centro de la misión, ya los niños salen corriendo hacia nosotros (no que corren huyendo de nosotros)… o pasa la camioneta y gritan ¡Padriii, Padriii!. Y si uno frena… los encontramos a todos juntos a la ventanilla extendiendo la mano. Todos te saludan, y esbozan una gran sonrisa. Pero en las aldeas mas alejadas, no es así.

Hoy Cristo en el evangelio nos recordó esas palabras que fueron dichas hace dos mil años, y hasta el día de hoy siguen teniendo gran valor… y lo seguirán teniendo siempre, porque el mismo dijo que “el Cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”… Hoy Él nos decía que “la mies es mucha y los obreros son pocos”. En ésta aldea tienen la misa dos o tres veces al año, con suerte. El domingo que viene vamos a otra aldea que hace mas de un año que no tienen la misa… y nunca recibieron a las hermanas tampoco. ¿Y ustedes qué me dicen si les cuento que tenemos 46 aldeas con sus capillas? Yo en este tiempo que he podido comenzar a visitar algunas, ante la ausencia del P. Johntin, apenas si he llegado a un cuarto de ellas. Además de que hay algunas a las que sólo se arriba en motocicleta, después de dos o tres horas de viaje. No hay camino para camionetas.

Ya nos dio la solución Cristo: “Rogad al dueño de la mies que envíe trabajadores para su campo”. Y estamos rezando, y la gente reza mucho y valora y agradece a los misioneros. Por eso, esperamos buenos frutos, y cada vez mejores y mas abundantes cosechas… Porque los campos están maduros.

Caramelos

Voy a hacer un paréntesis en los relatos para decirles que he recibido comentarios de los lectores respecto al tema de los caramelos. Uno es del Tío José Antonio, que me decía que si uno tiene muchos caramelos, se empacha, en cambio si tiene uno solo, lo disfruta. Y es verdad… así lo vemos en los chicos. Otro comentario fue del Tío Reynaldo, que me decía que los niños siempre quieren de otro gusto diferente del que vos le das. Y si bien esto lo hemos experimentado así, acá en la misión no nos pasa. Primero, porque compro unas bolsas de caramelos que son todos del mismo gusto… no hay opciones. Y después, que ni se les ocurre. Acá el dulce que ellos más gustan es comprarse dos o tres partes de una caña de azúcar y pasan las horas masticándola.

A pesar de todo, agradezco los comentarios. Muy buenos. Creo que pasado un tiempo podré escribir un tratado sobre el asunto, muy útil para los misioneros.

Debo agregar que el repartir caramelos en uno de los trabajos mas arriesgados del misionero, que muchas veces está cerca de morir aplastado por una multitud de niños… y no exagero (vean la foto de Makunga).

Bueno, después de tan importantes razonamientos sobre un tema tan trascendente, sigamos con la segunda visita a Nyaza…

Sábado 13: reunión de jóvenes VIWAWA en Nyaza. Reunión de jóvenes Viwawa… (es el grupo de jóvenes que está en todas las parroquias y diócesis de Tanzania). Ellos hacen sus reuniones para organizar, juntar dinero para actividades, etc. Nosotros preparamos todo como para pasar el día con ellos. Ellos sólo pensaban en una reunión organizativa de las actividades que se siguen en el calendario. Pero nosotros queríamos que aprovechen un poco más… y que se carguen de pilas. Y de paso, por el apostolado que podíamos hacer en Nyaza. Del viaje les agrego que el paisaje era hermoso. Fuimos por otro camino diverso de la vez anterior, y pasamos por algunos bajos que tenían mucha agua y se veían bien verdes, y con muchos cultivos. Pero el camino era para motos en gran parte. Pasamos por dos aldeas que están sin capilla… y las casas por donde pasábamos, los niños salían a ver el auto… saludar… A algunos les dimos caramelos… y se vinieron hasta los adultos de las casas a ver qué pasaba. Esta vez tardamos casi dos horas en llegar. Se me venía el pensamiento de poder visitarlos y verlos mas seguido a todos ellos… están en medio del campo… lejos de todo poblado… podemos decir que al lado de esa “soledad” de estas casas, el centro de la misión, Ibelansuha nos parece una ciudad. ¿Cómo podremos llegar a ellos, tener tiempo de visitarlos, y enseñares en sus casas… e invitarlos y catequizarlos?

Al llegar a la aldea, tuvieron lugar las confesiones y las hermanas realizaron el “mafundisho”, o enseñanza… que viene a ser una catequesis. Luego la misa y de allí al almuerzo que había preparado la gente del lugar. Cuando comemos en las aldeas, suelen venir a comer con nosotros los que son autoridad en el kigango… el catequista, el líder, y algún otro. Por eso las conversaciones son interesantes, porque aprovechan a preguntar… y sobre todo a pedir. Piden que vayamos mas seguido, que les celebremos mas misas… Esta vez nos pedían… y mejor dicho, a ellas les hablaban, que las hermanas hagan escuelas… que necesitan más sacerdotes. Y hasta nos decían que no nos vayamos… que muchas veces los sacerdotes cuando ya están acostumbrados al lugar, se van. Se imaginan, que en medio de tantas preguntas y pedidos, sólo les podíamos insistir en que recen, que recen para tener más padres y mas hermanas, que recen para que la misión crezca, y así podremos estar más cerca de ellos.

Al terminar el almuerzo, fuimos a jugar con los niños. Fue una sorpresa para todo el mundo. Nunca han visto a los religiosos jugando con ellos. Y como siempre, al principio un poco de timidez, pero como los niños y los grandes son tan vivaces y alegres, a los pocos minutos reinaba en medio de la calle el clima del oratorio. Juegos, risas, gritos, corridas… alegría. Con los varones improvisamos dos arcos con piedras, y se armó el picadito. Las hermanas jugaban con las chicas, con la pelota de vóley, la soga… y otra hermana, se puso a entretener a las señoras mayores… cantando. Cuando ya estimábamos prudente empezar la retirada, invitamos a hacer una pequeña procesión. Habíamos llevado una imagen de un Cristo tallado… grande… y que les llamó mucho la atención. Teníamos megáfonos y todo… así que ida y vuelta por la calle del pueblo, nos ocupó cuatro misterios con sus cantos entre medio. Muchos niños, y gran cantidad de jóvenes… mas los feligreses. Fue como una mini misión popular… ya vamos viendo lo que serán esas misiones, en un futuro no muy lejano. Dejamos la aldea de Nyaza… con un grupo de católicos llenos de alegría, y porqué no, del sano orgullo de ser católicos.

Domingo 14: así me imaginaba la misión. Este domingo de Julio fue “a full”, con misa de horario, luego salida a Makunga. Hace un año que no tenían misa. Nunca habían ido las hermanas. Viajamos una hora y media. La gente estaba muy contenta… muchísimos niños, y la iglesia llena. Confesé antes de la misa, mientras las hermanas y el voluntario jugaban con los niños. Era hermosa la vista de la cantidad de niños jugando fuera de la iglesia… y el testimonio para la aldea de ese espíritu oratoriano. Durante la misa, a los niños los ponen junto al altar, y casi no podía moverme. Se vio en todos una devoción enorme. Muy agradecidos después de la misa, no dejaban de pasar los que agradecían que estuviéramos allí. El líder del kigango dijo al final: “¡¡Le pedimos al padre que podamos tener una misa al mes!!”. Luego de la misa, eran tantos niños, que al repartir caramelos casi me estrujan. Las hermanas llevaron medallas. Como estaba Filipo, el catequista, tuvimos el consabido festejo con baile.

En el almuerzo, nos enteramos que uno de ellos es el director de la escuela primaria… y es a su vez el catequista ayudante. En la escuela primaria de esa aldea hay 900 alumnos, con siete aulas… Saquemos las cuentas: ¿cuántos niños por aula? Sí, unos 120 en cada aula… ¿cómo entran? Como pueden. No hay un banco para cada uno. Muchos se sientan… la mayoría digamos, se sientan en el piso y allí escriben. La visita a esta aldea nos resultó sorprendente… un año sin la misa, y había un fervor y una devoción admirable. Un gran sed de Dios. Un deseo de aprender. Uno se pone a pensar que están en medio del campo, bien adentro en la sabana africana… tres horas de viaje por camino de tierra hasta la ciudad mas cercana… y allí están cuidados por Dios… y siendo fieles a una iglesia que aman de verdad.

Finalmente, después del almuerzo, salimos a otra aldea, Ibambala. Casi una hora de viaje, y otra misa. La tercera. Era una misa de difunto, del primer mes, así que había que bendecir el sepulcro. Terminamos bendiciendo con la puesta del sol. Nos invitaron a cenar. Y luego una hora mas de viaje a la parroquia, ya con la noche bien cerrada.

Votos de las hermanas en Tabora

Fuimos a la fiesta de la toma de hábito de las hermanas “Mabinti wa María”, que es como decir “Hijas de María”… o algo así, no es propiamente hijas, sino amadas, o queridas… pero con amor de madre o padre… Nosotros con el voluntario tratábamos de hacer una traducción que se entendiera en nuestro castellano de sud América, y pensamos que vendría a ser algo así como “regalonas de María”.

Hablando en serio, digamos que estuvo muy lindo todo. Eran diez novicias las que hicieron sus primeros votos, y allí recibieron el hábito. Dos de ellas eran de Ushetu, y por eso fuimos con sus familiares. Bueno, sólo el papá y la mamá de cada una, porque no podían invitar mas gente.

También siete hermanas hicieron sus votos perpetuos, una hermana festejaba su aniversario 25 de votos, y otra los 50. Un gran testimonio.

Pudimos percibir un muy buen espíritu y alegría en todos. Nos hacía acordar mucho a las grandes fiestas de nuestra familia religiosa.

En una foto nos sacamos también con las tres postulantes de Ushetu y las dos neo profesas… todas las vocaciones de esta parroquia. Ojalá, que pronto podamos ya encauzar mas vocaciones hacia la familia religiosa nuestra… pero vamos despacio, y algún día serán vocaciones “a carradas”.

El viaje… fueron cuatro horas por camino de tierra. En algunos momentos era una simple huella, y me hacía acordar al estado del camino que iba al fondo del lago en El Nihuil… destrozado. Pero gracias a Dios… la Land-Crusier… se porta siempre… Y con un poco de sentido de orientación, mirando la brújula en algunas oportunidades, mas o menos veíamos si íbamos para el lado indicado. Casi podemos hablar de una “navegación”, pero sin mapa ni Gps… vamos preparándonos para el Dakar.

Matomolo Bulela e Itumbo

Viernes 19 de julio. Hoy estuvo espectacular. Fuimos al matomolo a dos aldeas. Yo estaba confundido, porque pensaba que no era muy lejos… y resultaron ser bastante lejos. Para llegar a una de ellas tardamos una hora y media de viaje. Pero lo que pasa es que en varias partes el camino era una huella de bicicleta, sin exagerar. Pero es muy favorable el que en esta época de sequía se pueda ir en vehículo a esos lugares. En época de lluvia, realmente imposible… campos de arroz, lugares donde brota el agua, ríos. Todo ahora está seco y se pasa perfectamente.

Pasamos por un pueblo que se llama Mkwangulwa, donde vamos a ir pasado mañana, domingo… y con una sorpresa, que les voy a contar después. Luego otra aldea que no tiene capilla, que se llama Makuba. Luego pasamos Itumbo, que sí tienen iglesia, pero sin techo, por ahora, donde a la tarde volveríamos para la misa de matomolo. Llegamos a Bulela… hermoso… los niños estaban en la entrada de la aldea para esperarnos y cantarnos, y luego vinieron corriendo al lado de la camioneta, ¡cantando! Yo trataba de no ir muy rápido… porque sino el canto iba disminuyendo… Nos cantaron cuando llegamos a la capilla también… la felicidad tan grande de tenernos ahí. Como en otros lados, era la primera vez que iban las hermanas. La misa muy linda y tranquila… hacía un año y dos meses que no tenían misa. Estaban súper agradecidos, y nos pedían que vayamos mas seguido. Le dije al líder del kigango que tenía ganas de ir con mi hermano, que venía visitarme… y se entusiasmó un montón. Ojalá que podamos, porque el viaje es hermoso, hay unos paisajes increíbles, y se pasa por tantas aldeas que me gustaría que el Marcelo vea para que se lleve una idea de lo que es la parroquia.

Luego de la misa, almuerzo, bailes, cantos, etc… salimos para el matomolo en Itumbo. Aquí hacía un año que no tenían misa. Lo mismo que en el Kigango anterior, los niños estaban en la entrada de la aldea, y nos recibieron con cantos, y corrieron cantando junto a la camioneta hasta la capilla. Luego nos brindaban cantos de bienvenida, que en la letra nombraban al “párroco”, “padre”, “hermanas”… espectacular. La misa fue en la capilla que sólo tiene techada la parte del altar. Luego de la misa, reparto de medallas, estampas, caramelos… nuevamente canto por parte de los niños, y las hermanas se entretuvieron jugando con las jóvenes un rato fuera de la capilla. Luego fuimos a nuestro segundo almuerzo, a las 18:00 hs… a mí ya no me entraba mas nada… porque habíamos tenido dos desayunos y dos almuerzos. Pero algo hay que comer, para que no se ofendan.

Finalmente salimos con el sol ya oculto… y el viaje de una hora… hicimos el camino con noche cerrada… pero como es muy tranquilo, y el catequista lo sabe de memoria. Vinimos rezando el rosario y luego cantando… Muy bueno, realmente.

A Dios gracias… hay tanto para contar. Por ejemplo, de los catequistas…Claro que hay de todo (los hay muy buenos, y otros no tanto), pero realmente uno ve a muchos muy entregados a su vocación. Uno de ellos, Tomas, el catequista de Bulela, tiene 37 años (dos menos que yo), y tiene nueve hijos (serían diez, pero uno murió chiquito), el último (Maxi) tiene menos de un año. ¡Y no saben cómo se preocupa Tomás por las almas de los católicos que tiene a cargo! Es un ejemplo. Como otros catequistas, que cada uno tiene su historia. Alguna vez les contaré de varios de ellos.

Voy dejando los relatos por esta parte. Para la próxima, espero poder contarles de la visita de Marcelo, y de la cantidad de cosas que pudimos hacer en esos días.

Dios los bendiga… y hasta pronto.

¡Simama imara pengo! ¡Firmes en la brecha!

P. Diego.

Los comentarios están cerrados para esta publicación.