5.01.09

La vida oculta y la Epifanía (II): el deseo de encontrar a Dios (Mt. 2, 11)

Hace algún tiempo, la lectora Camino Iriarte recomendó un escrito de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), “La vida oculta y la Epifanía”, que es muy apropiado para acompañar la meditación del Evangelio del domingo de Epifanía. Fue escrito en 1940 para la primera profesión de una hermana religiosa, poco después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, después de que las carmelitas le trasladaron de su convento en Alemania a uno en Holanda para intentar salvarle la vida y dos años antes de su muerte en Auschwitz. La segunda parte nos ayuda a meditar: “y cayendo de rodillas lo adoraron” (Mt. 2, 11). [La primera parte se encuentra aquí]. A continuación tienen la traducción de una versión en inglés que se puede encontrar aquí.

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En las personas reunidas alrededor del pesebre tenemos una analogía de la Iglesia y su desarrollo.
Los representantes de las antiguas dinastías reales a quienes el salvador del mundo fue prometido y los representantes de los fieles constituyen la relación entre los antiguos y los nuevos pactos. Los reyes del lejano Oriente indican los gentiles por quienes la salvación vendrá de Judea. O sea que aquí ya está “la Iglesia compuesta de judíos y gentiles”. Los reyes en el pesebre representan buscadores de todas las tierras y gentes. La gracia les guió antes de que pertenecieran jamás a la Iglesia externa. Vivió en ellos un deseo puro de la verdad que no se paró en las fronteras de las doctrinas y tradiciones indígenas. Porque Dios es verdad y porque Él quiere ser encontrado por los que le buscan con todo su corazón, más pronto o temprano la estrella tenía que aparecer para mostrar a estos Reyes Magos el camino de la verdad. Y por tanto están de pie ante la Verdad Encarnada, se postran y lo adoran, y ponen sus coronas a sus pies, porque todos los tesoros del mundo no son más que un poco de polvo comparados a ella.

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4.01.09

La vida oculta y la Epifanía (I): esperanza en tiempos difíciles (Mt.2,2)

Hace algún tiempo, la lectora Camino Iriarte recomendó un escrito poco conocido de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), “La vida oculta y la Epifanía”, que es muy apropiado para acompañar la meditación del Evangelio del domingo de Epifanía. Fue escrito en 1940, poco después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, después de que las carmelitas le trasladaron de su convento en Alemania a uno en Holanda para intentar salvarle la vida y dos años antes de su muerte en Auschwitz. La primera parte nos ayuda a meditar: “hemos visto salir su estrella” (Mt. 2, 2). A continuación tienen la traducción de una versión en inglés que se puede encontrar aquí.

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Cuando la suave luz de las velas de adviento comienzan a hacer brillar en los oscuros días de diciembre una misteriosa luz en una oscuridad misteriosa, despierta en nosotros el pensamiento consolador de que la luz divina, el Espíritu Santo, nunca ha cesado de iluminar la oscuridad del mundo caído. Ha permanecido fiel a su creación, a pesar de toda la infidelidad de las criaturas. Y si la oscuridad no se permitía ser penetrada por la luz celestial, hubo de todas formas algunos lugares siempre predispuestas para que ardiera.

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3.01.09

Una palabra que vale más que mil imágenes (Lc. 2, 30)

Los nombres que usamos no sólo nos identifican, sino que pueden expresan algo sobre los que nos dieron nuestros nombres, como por ejemplo su cultura, su formación, sus deseos de uno por la persona nombrada, etc. Aunque el nombre “Jesús” ya existía entre los judíos, Dios Padre deja claro el origen divino del nombre propio de su hijo al mandar al Arcángel Gabriel a anunciarlo a la Virgen María, y confirmando públicamente por medio sobrenatural que en el hijo de María se van a cumplir la larga espera de los hombres por la salvación de los pecados. Así, pues, Simeón confirmó en el Evangelio de la Fiesta de la Sagrada Familia exclama con alegría: “mis ojos han visto a tu Salvador” (Lc 2, 30), siendo esta última palabra el significado del Santo Nombre de Jesús, cuya fiesta se celebra hoy.

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2.01.09

¿Quiénes son sus verdaderos amigos? (Lc. 2, 38)


Jesús nos mostró con su vida y muerte que “Nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos.” (Jn 15, 13) Pero, nos recuerda S. Francisco de Sales: “Nuestro Señor amó con más particular y más dulce amistad a San Juan, a Lázaro, a Marta y a Magdalena, pues la Escritura da testimonio de ello.” (“Introducción a la Vida Devota” [en adelante “VD“] 3, 19). Las cartas entre los santos de hoy , San Basilio el Grande(329-379) y San Gregorio Nacianceno (330-390), (los dos Doctores de la Iglesia) nos muestran las cualidades de una verdadera amistad.

S. Francisco de Sales explica que: “La amistad de este mundo es enemiga de Dios” (Santiago Apóstol) porque la mala amistad roba el amor de Dios y el amor entre los esposos: “siempre anda en desasosiego su corazón, con perpetuas desconfianzas, celos e inquietudes”. (VD 3, 18) “La verdadera y viva amistad, no puede conservarse entre los pecados” (VD 3, 22). Además, “nos obliga a ayudarnos los unos a los otros, para librarnos mutuamente de toda clase de imperfecciones” (VD 3, 19) Por eso, a S. Gregorio le hacía gracia que había muchos que tanto querían a S. Basilio que le imitaban “‘en su hablar lento, en su espíritu abstracto y pensativo, en la forma de su barba y en su porte’” (VD 3, 22).

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1.01.09

Lo que supone ser madre (Lc. 2, 34)

¡Feliz Año Nuevo 2009 a todos!

Comencemos este año agradeciendo a Dios todas sus bendiciones del año pasado, sobre todo la intercesión de la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, cuya solemnidad (la más antigua fiesta mariana del Occidente) se celebra hoy.

Oímos en el Evangelio de la Fiesta de la Sagrada Familia que Simeón tomó a Jesús en brazos y dirigió unas palabras a “María, su madre” (Lc 2, 34). Declara el Concilio de Éfeso: “La gloriosa Virgen María es Madre de Dios, pues dió a luz según la carne al Verbo de Dios encarnado.” Pero, lo admirable según S. Agustín es que “María concibió antes al Verbo en su corazón, antes que en su ser.” Agradecemos a Dios que: “Esta Virgen excelsa, que es Madre de vuestro Juez y vuestro Dios, ésta es la Abogada del género humano, idónea, que puede cuanto quiere delante de Dios; sapientísima, que sabe todos los modos de aplacarle; universal, que a todos acoge y no rehusa defender a ninguno.” (Sto. Tomás de Villanueva).

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¿Qué supone ser madre?
Monseñor Ramón Ángel Jara (1852-1917) escribió este conmovedor “Retrato de una madre” que bien podría ser uno de nuestra Madre, la Virgen María:

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