Exorcistas: Por favor, una “denominación de origen”
En el ámbito alimenticio una “denominación de origen” es algo así como una calificación que se emplea para proteger legalmente ciertos productos de una determinada zona, garantizando, de algún modo, su calidad. No se puede dar gato por liebre, ni vender por rioja o por albariño cualquier brebaje.
En el campo, delicado y expuesto al juicio público - no precisamente proclive a la benevolencia - , de los exorcismos parece necesario algo similar. Hay que saber quién es exorcista y quién no lo es. Quién ejerce legítimamente y quién lo hace por libre. Quién busca el bien de los fieles y quién puede verse tentado – “el cazador cazado” – por un deseo de autopromoción, de notoriedad o, simplemente, de “hacer caja” a fin de mes, bien sea en provecho propio o en beneficio de su parroquia, de su santuario o de su convento. Da lo mismo, porque el fin no justifica los medios.