Norberto: Había estado (VI)
“Había estado” (VI)
Escrito por Norberto.
Para Mohse y Judith, el adelanto en la llegada de los visitantes les supuso, contrariamente a lo que sucede de ordinario, un alivio, Judith estaba contrariada, pues la casa estaba un poco más desordenada de lo acostumbrado, y, esperaban visita, llegaron de mañana y les esperaban al atardecer o a la mañana siguiente, y Mohse, por su parte estaba preocupado, dudando si podría cumplir los encargos para el Shavuot: los primos se pusieron manos a la obra, Mohse con la ayuda de Eulogio, preparó el despiece y pesó, cuidadosamente, cada encargo, Ana y Judith limpiaron y recogieron, volviendo todo a su ser, tal como Judith quería tener su casa.
El día siguiente a la llegada, quinto yôm de la semana, fue un día de calma y sosiego, muy familiar, los recién llegados visitaron a los parientes que, aún, conservaban en Jerusalén, les llevaron un presente, entregado en cada casa, y les presentaron los mejores deseos de Shalom en nombre de Isaac ben Simón.
Realizadas las visitas, Ana se puso a disposición de Judith, para las tareas domésticas, Judith la calmó, pues había poca faena, así pues, tras el almuerzo y una breve siesta ambas se pusieron a conversar, pues una estaba ávida de noticias, Judith, y, la otra estaba deseosa de contar, Ana; estaban solas, pues Mohse había salido a repartir encargos con la ayuda de Eulogio, tardarían en volver pues en recompensa le llevaría de paseo por todo Jerusalén y alrededores, salvo el monte Calvario, Eulogio no sabía esto, lo supo tiempo después.
Ana le contó, tras la puesta al día de noticias de la familia, de cómo era su esposo, de cómo estaban sus padres, de cómo le iba a Eliecer; ambas rieron de buena gana, cuando le contó algunas anécdotas de la boda, cuando la carcajada resonó, el gato de la casa, que sesteaba rezongando bajo la silla de su ama, levantó la cabeza y las miró, sorprendido de tal sonido.

Homilía para el XXIX Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo C)
El Diccionario de la Real Academia Española define “transigir” como “consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o verdadero, a fin de acabar con una diferencia”. La disputa y el enfrentamiento resultan agotadores y, “pro bono pacis”, transigimos cada día en muchas cosas: Pagamos una multa de tráfico, aunque nos parezca desproporcionada, sin presentar en contra un recurso; soportamos que parte del dinero que proviene de nuestros impuestos se destine a fines que, a nuestro juicio, no son los mejores; cedemos, incluso, parte de lo que nos corresponde en puro derecho para facilitar la convivencia.
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