685 - ESPAÑA: LA INTOLERANCIA PROGRESISTA (2)

ESPAÑA: LA INTOLERANCIA PROGRESISTA (2).

Fuente: Libertad religiosa y democracia, Carta semanal de Mons. Agustín García Gasco, Arzobispo de Valencia (España); Paraula-Iglesia en Valencia, 19-12-04.

"O los cristianos os calláis o tomamos represalias económicas"

Los ciudadanos, cristianos o no, debemos escuchar a todos y usar la inteligencia para ver cuáles son las verdaderas intenciones de cada personaje público

"La celebración de la Navidad es una efemérides histórica cuyo profundo sentido ha cambiado la vida de millones de personas y de la humanidad entera. El mensaje cristiano exige salir de uno mismo para desarrollar la práctica diaria del amor y del perdón, y ha servido para la lenta y pacífica transformación del mundo.

La paz, la concordia, la justicia, la fraternidad universal, el diálogo verdadero y el respeto a la dignidad humana resultan más difíciles de lograr de lo que pudiera parecer. Entrado el siglo XXI siguen existiendo las guerras, el terrorismo, la violencia, la mentira y formas injustas de ejercer el poder sea cual sea la forma en que se ha logrado. El bien, a pesar de su fuerza irresistible, se difunde con dificultad. No resulta fácil transmitir el mensaje del Evangelio ni en el mundo ni en nuestra patria. Es más fácil destruir que construir.

El Evangelio propone a cada hombre y a cada sociedad de todo tiempo y lugar una actuación basada en la verdad, el amor y el perdón. Sin embargo, en muchas partes del mundo los hombres y mujeres siguen sufriendo persecución por causa del Evangelio.

Nada más alejado del cristianismo que los discursos victimistas propiciados para generar rencor o la retórica que convierten al otro en un enemigo permanente. La verdad nos hace libres, y nuestra misión es ver y acompañar a las víctimas de nuestra época, sean mujeres que sufren la violencia, o sean niños que aun no han nacido.

La vida cristiana no se ajusta a la moda y nos sitúa, muchas veces, en oposición a lo que quieren algunos. Con tristeza he de referirme a una realidad que preocupa a muchos católicos de nuestra tierra que ven cómo por su fe cristiana se les ridiculiza, insulta o se les infunde miedo desde el poder político gobernante en España.

Me preocupa que ante las propuestas de los cristianos en defensa de la vida, de la familia, de la educación en valores que fomentan el amor y el conocimiento de la religión, desde el poder político se responda con insultos y desprecios, y a los católicos y sacerdotes se nos llame casposos, obsesos, fanáticos o tenebrosos.

O los cristianos os calláis o tomamos represalias económicas respecto a la financiación de la Iglesia, y alzamos campañas en menosprecio de la Iglesia y de sus hombres y mujeres. Ese es el inequívoco mensaje que desde el poder político se está lanzando a través de sus poderosos medios de comunicación y que crean efectiva confusión en la sociedad.

Como Pastor de la Iglesia en Valencia, debo decir que estas actitudes resultan más propias de una democracia formal, de una partitocracia, donde los ciudadanos están en libertad bajo la vigilancia de los poderes fácticos, que de una democracia participativa, en la que las ideas, propuestas y contrapropuestas fluyen en libertad y sin las amenazas desde el poder político de boicot económico o cambios unilaterales en los Acuerdos que se alcanzaron ya vigente la democracia.

Cierto es que en ocasiones tras la pedrada dialéctica que nos lanza el gobierno y su equipo llega luego el intento de matización, o seudo-rectificación, pero se suceden tanto los insultos que ya no sabes si van a disculparse por lo que dijeron ayer o por lo que tienen pensado insultar mañana.

En España hemos progresado mucho en los últimos decenios y sabemos que no basta llamarse demócrata para serlo. Los sorprendentes cambios de las reglas democráticas en el seno del Consejo General del Poder Judicial son interpretados por una gran mayoría de jueces y magistrados como un intento gubernamental de limitar la independencia judicial. Ello no es bueno para la democracia, gobierne quien gobierne.

El concepto de libertad religiosa, de independencia judicial o de democracia no pueden resultar tan peculiares en España que supongan en realidad un plan preordenado de continuas trabas y limitaciones a la verdadera libertad y democracia. Los ciudadanos, cristianos o no, debemos escuchar a todos y usar la inteligencia para ver cuáles son las verdaderas intenciones tras el cúmulo de actuaciones de cada personaje público". FIN, 20-12-04.