672 - ESPAÑA: LA PERSECUCIÓN ANTICRISTIANA

ESPAÑA: LA PERSECUCIÓN ANTICRISTIANA.

Fuentes Toledo Digital, 15-08-04 y Veritas, 27-09-04.

Presentamos a nuestros lectores parte del texto de las intervenciones del Arzobispo de Toledo y Primado de España, Mons. Antonio Cañizares del 15 de agosto pasado, y del Cardenal Julián Herranz, Presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos de la Santa Sede. Ambas intervenciones hacen referencia a la persecución que está sufriendo la Iglesia en España y son aplicables a la realidad de los países de Iberoamérica, donde se está desarrollando la misma persecución, como lo han denunciado entre otros el Cardenal Norberto Rivera, Primado de México, y el Cardenal Francisco Javier Herrázuriz, Primado de Chile y Presidente del CELAM. La Iglesia no puede callar ni llegar a componendas con quienes pretenden legitimar legalmente la violación de la ley natural y de la ley de Dios.

Del Arzobispo de Toledo

El Arzobispo de Toledo y Primado de España, Mons. Antonio Cañizares Llovera denunció el 15 de agosto, en la homilía pronunciada en la Catedral Primada, con motivo de la solemnidad de la Asunción de María a los cielos, la persecución a que se ve sometida la Iglesia desde los poderes y medios públicos. A continuación ofrecemos algunas palabras de la homilía:

"Celebrar, en estos momentos, la Asunción de Maria, y escuchar el texto del Libro del Apocalipsis que se proclama en este día, recobra una actualidad y luminosidad especiales. La Iglesia en su peregrinar a lo largo del siglo XX y en los comienzos del XXI ha padecido muchas tribulaciones y ha tenido que librar dura batalla contra el poder de las tinieblas. Nunca, tal vez en la historia, se ha visto acosada como en ese periodo. El laicismo reinante, la secularización generalizada del mundo y la interior propia de la misma Iglesia, la apostasía silenciosa y las deserciones de tantos cristianos, el debilitamiento de las conciencias y la quiebra moral de los tiempos actuales están siendo una prueba muy severa. Las más duras y las mayores de sus persecuciones las ha sufrido en este tiempo. ¡Cuántos miles y mies de mártires, que han sellado con su sangre, su esperanza en el cumplimiento de las promesas de Dios, en Dios que quiere que el hombre viva y que su amor es más fuerte que la muerte!

"Hoy también, las fuerzas del mal, las que están al servicio del príncipe de la mentira, enemigo del hombre, siguen acechándola en tantos lugares y de tantos modos, dispuestas a despedazar a la Iglesia, y a quien en ella está presente, Jesucristo. Cruentas persecuciones como las de Sudán, donde por cierto se está masacrando y extinguiendo a los cristianos por el hecho de serlo, con el silencio culpable de los países de Occidente -nadie dice que lo que allí se hace es contra los cristianos, que se les esclaviza, se los vende, se los ignominia o se los mata porque siguen a Jesucristo-. Sobre esto, silencio total en los medios de comunicación.

"Pero no es sólo la eliminación física, sino el ataque moral. ¡Cuánto, en efecto, se está atacando a la Iglesia en estos momentos, también en España, en medios de comunicación, con propaganda en contra incluso desde medios y con medios que, por su propia naturaleza, deberían estar al servicio del bien común y de las libertades! ¡Cuánta manipulación y mentira para acusarla, porque de lo que se trata es que desaparezca o que no cuente!

"Es preciso ser lúcidos y libres, y decirlo con sencillez y claridad: estamos en medio de esa batalla de la que habla la primera lectura del libro del Apocalipsis. Me vienen a la memoria, a este respecto, diversos artículos publicados muy recientemente en medios de comunicación social en los que, como se lee en esta lectura, tratan de destruir y eliminar a Jesucristo, a Dios, a la Iglesia, porque es en Ella, en definitiva, donde se ofrece a Jesucristo, la Verdad que nadie puede destruir y donde está el amor, la libertad, la felicidad y la Vida. Es más, lo que en algunos de estos escritos o declaraciones está en juego es un mundo con Dios o sin él, con Jesucristo, Salvador único, o sin El.

"Cuando la Iglesia defiende la vida humana en todas las fases de su existencia, desde su gestación hasta su muerte natural, o cuando sale en defensa de la familia asentada sobre el matrimonio único e indisoluble, abierto a la vida, entre un hombre o una mujer, o cuando lucha por que no se manipulen o eliminen los embriones humanos, cuando proclama la verdad, aun a costa de persecución, cuando lo apuesta todo por el hombre y señala que su camino es el hombre, la Iglesia da testimonio de Dios vivo en quien está la verdad y la vida del hombre, está, al mismo tiempo, haciendo presente a Jesucristo, al que se pretende eliminar, porque en El está la vida y la apuesta divina por el hombre, en El está la verdad del hombre, en El esta el Camino verdadero. Esto no se tolera y, en consecuencia, viene el acoso, la descalificación o la persecución misma.

"En este orden de cosas, y como una pequeña muestra, pero muy significativa, no puedo menos que señalar la manipulación y la mentira con que, sin leerla siquiera, fue presentada por la TV pública la reciente y espléndida Carta de la Congregación para la doctrina de la Fe sobre la 'colaboración entre el hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo', a la que se le tachó falsamente de antifeminista radical: cualquier parecido con la realidad es pura casualidad. A la Iglesia se le querría callada en todo, muda, que se plegase a los poderes de este mundo, que no inquietase a estos poderes, bajo el pretexto de que han recibido una legitimidad de apoyos más o menos mayoritarios. ¿Qué, si no, indican reacciones de personas y medios públicos ante determinadas homilías, y escritos o declaraciones recientes de Obispos? ¿Qué, si no, indican las amenazas al mantenimiento o sostenimiento de la Iglesia por parte de algunos, de todos conocidas? Son unos pocos signos de esa batalla de la que nos habla hoy el Apocalipsis. Pero olvidan tales ataques o intimidaciones, tales manipulaciones, tales persecuciones, en suma, que la victoria ya se ha dado, y que no vencerán aunque se empeñen, y aunque nos empeñemos hasta los mismos cristianos con nuestras infidelidades y cobardías. La señal y la prueba es esta Mujer, María, vestida del cielo, glorificada, coronada con doce estrellas, que es figura de la Iglesia. El Hijo que dio a luz esta Mujer, vencedor de la muerte, Autor de la Vida, Dios con los hombres, es la garantía de la victoria, la raíz y certeza de la esperanza".

Seguidamente, tras la Santa Misa, la imagen de Nuestra Señora del Sagrario, con motivo del Año Jubilar de Santa Leocadia y el 150 aniversario de la Inmaculada Concepción, y aún en contra de lo anunciado en el programa de fiestas, salió en procesión hasta la plaza del Ayuntamiento. En ella, el Arzobispo de Toledo, en una breve alocución, entre otras cosas, dijo:

"En medio de esta situación, en unión con María, asunta a los cielos, gloriosa, la Iglesia es testigo de esperanza, camina en esperanza, llama a la esperanza. Tiene la certeza de la presencia de Jesucristo en Ella, de que Dios no la deja en la estacada como no deja en la estacada al hombre por la resurrección de su Hijo Jesucristo, de la que es muestra y garantía la glorificación de Maria, que hoy celebramos. Venimos de una centuria de años donde se ha producido la gran tribulación de las guerras mundiales, de los campos de exterminio nazis o de los Gulag soviéticos, en la que se ha implantado una cultura de muerte que trata de secar las fuentes de la vida humana o de eliminarla legalmente antes de nacer o si se considera inútil o de manipularla para otros fines porque así se decide; nos hallamos inmersos en una época y en una sociedad afectadas a menudo por un oscurecimiento de la esperanza, en la que tantos hombres y mujeres parecen desorientados, inseguros, sin esperanza, y muchos cristianos están sumidos en este estado de ánimo. Envueltos en una grave pérdida de la memoria y de la herencia cristiana, unida a una especie de agnosticismo práctico y de indiferencia religiosa, con un lento y progresivo avance del laicismo, con el intento de hacer prevalecer una antropología sin Dios y sin Cristo, y con un cierto miedo al futuro aprisionados en el aquí y el ahora de nuestra historia, la Iglesia, en comunión con Maria asunta los cielos, camina en la esperanza y ofrece a todas las gentes la esperanza viva en Jesucristo resucitado, consciente, además, de que el hombre no puede vivir sin esperanza".

Del Cardenal Herranz

Debido al interés suscitado por las recientes palabras del Cardenal Julián Herranz, referidas al laicismo en España, ofrecemos a nuestros lectores parte de la homilía, que fue pronunciada en la basílica romana de San Agustín, con motivo de la misa en sufragio del Cardenal y Arzobispo Emérito de Toledo, Marcelo González Martín.

El Cardenal Herranz, presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, que pronunció casi toda la homilía en italiano, hizo una semblanza del cardenal Marcelo González, a quien definió como "sacerdote santo, maestro de altísimas cualidades intelectuales y pastor tierno y fuerte".

A punto de terminar, se dirigió a los asistentes en español con estas palabras, que reproducimos textualmente:

"No quisiera terminar sin dirigir unas palabras a los españoles aquí presentes. No pocos de vosotros, y otros españoles residentes en Roma, me habéis manifestado en conversaciones de estos días, que compartís, como comparto yo plenamente, la seria preocupación de la Conferencia Episcopal Española por lo que está sucediendo en nuestra patria, a nivel de política gubernamental y de opinión pública.

"Compartimos esa seria preocupación de que el concepto democrático de 'laicidad del Estado' -que es un concepto justo- se está trasformando en España en otro concepto diferente: el de 'fundamentalismo laicista'; compartimos el temor de que, respecto concretamente a determinados proyectos legislativos en marcha, ese 'laicismo agresivo', llegará a tener repercusiones muy negativas (contrarias no solo a la moral católica y de otras religiones, sino también a la ética natural y al mismo concepto jurídico laico de bien común) en sectores y valores fundamentales de la sociedad, como son sobre todo la institución matrimonial, la familia y la educación de la juventud.

"¡Hermanas y hermanos míos!: pidamos al Señor que ningún totalitarismo o fundamentalismo laicista y antirreligioso (más concretamente anticatólico) impida la pacífica convivencia de todos los españoles y la colaboración de todos en el empeño común de favorecer el verdadero progreso de la libertad -inseparable de la verdad- en la democracia española. Así sea!". FIN, 10-10-04