245 - ONU: LOS SUPUESTOS 6 MIL MILLONES

ONU: LOS SUPUESTOS 6 MIL MILLONES

Llama la atención que las Naciones Unidas hayan declarado justamente el 12 de octubre como el día del nacimiento del supuesto niño seis mil millones, para reforzar -como en una especie de relanzamiento continuado- su campaña a favor de la estabilización de la población, es decir en contra de la vida humana. Llama la atención el día, 12 de octubre, quizás sea una de tantas casualidades de la historia, pero al seguir las medidas de control de natalidad puestas en marcha en estos últimos meses en América Latina -de las que hemos dado cuenta en Noticias Globales-, nos animamos a pensar que el objetivo -el blanco- de esta etapa que se inicia con el slogan de los "6 mil millones" son los pueblos católicos americanos.

A pesar de la propaganda de la ONU, su misma División de Población del Departamento de Asuntos Económico Sociales, a fines del año pasado, llamó la atención sobre la disminución de la población mundial y más que los casi imposibles "6 mil millones" lo más alarmante es que sigue creciendo el número de países en vías de extinción. Para asegurar un reemplazo generacional mínimo, sólo para mantener el número de habitantes, las estadísticas indican que es necesaria al menos una tasa de fertilidad 2,1 hijos por mujer. Dos años atrás eran 51 los países con una tasa de nacimientos inferior a ésa, este año son 61 países. (cfr. Noticias Globales 121, 8-11-98)

Pero que no nos pase desapercibido el día elegido. La ONU, o algunos de sus dirigentes que ocupan puestos claves en su organización, -según ellos mismos declaran-, están empeñados en imponer un proyecto de reingeniería social, un proyecto cultural para implantar nuevos valores, que les facilite a los países centrales el dominio de los países periféricos, y para eso uno de los principales obstáculos con los que se enfrentan -ya lo hemos dicho en estas páginas- es la fe cristiana de los pueblos de América.

Damos a continuación un artículo que ha llegado a nuestra redacción.

Aquí no sobra nadie

Por José Ignacio Munilla Aguirre, Foro Loiola

Hoy, día 12 de Octubre, nace en la Tierra el habitante número 6.000 millones, según cálculos aproximados del Fondo de Población de la ONU (FNUAP). ¿Buena, o mala noticia? Esta es la cuestión.

El informe de la FNUAP aprovecha este dato para lanzar, una vez más, la consabida alarma sobre los peligros de la superpoblación. Se vincula el aumento de la población con todos los males posibles de la humanidad: Sida, pobreza, hambre, contaminación del medio ambiente, etc… La solución que este organismo de Naciones Unidas propone, ya la conocemos: esterilización, anticoncepción y aborto.

Sin embargo, cada vez son más los especialistas que ponen en cuestión la base científica de estos alarmismos. Los informes de la FNUAP se esfuerzan en destacar los datos más espectaculares; mientras que ocultan o minimizan aquellos que cuestionan sus presupuestos. Es cierto que la población mundial se ha duplicado desde 1960. Pero, es necesario añadir que la esperanza de vida media ha crecido desde 1950 a nuestros días, de 46 a 66 años. Este último dato es tan determinante como el índice de natalidad, para explicar este aumento de población. Ahora bien, todos sabemos que, desgraciadamente, en adelante será imposible que se produzca semejante aumento de la esperanza media de vida.

Otro dato que el informe de la FNUAP se esfuerza en ocultar, es que este crecimiento de la población ha tenido lugar mientras que crecían espectacularmente los principales índices de desarrollo -nutrición, salud, alfabetización, renta per cápita-. Añadamos a esto que el crecimiento de la población no ha provocado la escasez de los recursos naturales. Los avances tecnológicos han permitido aumentar la productividad en las extracciones mineras y en las explotaciones agrícolas, así como sustituir los metales por materiales más baratos, como el plástico. Baste recordar que en 1980 el presidente Jimmy Carter encargaba el informe oficial conocido como Global 2000, en el que se auguraba que la población mundial crecería más rápidamente que los alimentos, de forma que los precios subirían entre un 35% y un 115% al llegar el año 2000. Sin embargo, en ese mismo período los precios han bajado un 50% en términos reales. La lección que se extrae de todo ello es clara: los recursos no se agotan fácilmente, pues en realidad los crean las personas que nacen, viven y trabajan.

La ONU se ha visto obligada continuamente a rectificar a la baja sus previsiones sobre el aumento de la población. Nos anunciaron que terminaríamos el siglo con 7.000 millones, y ahora resulta que somos 6.000. Más aún, Pierre Chaunu, un destacado demógrafo francés, ha precisado en base a datos muy concretos que la cifra de 6.000 millones no es creíble, sino que ha sido abultada con unos 100 millones de habitantes en Africa, 292 millones en la ex URSS, y con otra cifra difícil de precisar en el caso de China.

La tasa de nacimientos ha ido descendiendo paulatinamente; pero mientras que en Occidente la caída de la natalidad es imputable principalmente a su crisis moral, en los países en desarrollo es debida ante todo a factores naturales y sociales que hubiesen actuado igualmente independientemente de las campañas contraceptivas. El primer factor es el descenso de la mortalidad infantil: cuando era mucho más alta, lógicamente las familias tenían más hijos. Por otro lado, influye el aumento de la población urbana, un medio mucho menos propicio que el rural para la familia numerosa. La prolongación de los estudios ha provocado un retraso muy considerable del matrimonio y, en consecuencia, de la natalidad, etc… En conclusión, las brutales campañas del control de la natalidad promovidas e impuestas por la ONU nunca estuvieron justificadas. La exageración y deformación de las cifras se ha convertido en una estrategia para infundir miedo, en pro de oscuros objetivos.

Las tesis neomalthusianas que afirmaban que el descenso de la natalidad es un requisito para el desarrollo económico se han estrellado. Muy al contrario, la población es el más preciado de esos recursos naturales que los malthusianos temían agotar. El crecimiento de la población estimula la adquisición del progreso técnico e imprime dinamismo a la economía. Los contados casos que han existido de retroceso en el desarrollo, caso del Africa subsahariana, se han debido a las continuas guerras internas, a la pertinaz sequía, y a las pésimas políticas aplicadas.

Tras este informe, injustificadamente alarmista, que la FNUAP ha hecho público, es fácil entrever que los países poderosos quieren frenar la expansión demográfica, no tanto para acabar con la pobreza sino con los pobres, que son los potenciales invasores de los países desarrollados.

Aquí no sobra nadie; ni los 6.000 millones, ni todos los que puedan venir. Ya va siendo hora de que nos sacudamos de encima los mitos contemporáneos que impiden al ser humano tomar conciencia de su dignidad: la psicología freudiana, la profecía marxista, la alarma malthusiana, y algunos más… FIN