El “Imperio de las ficciones", o la “Tiranía de las ideologías", o “Renunciar a pensar y dejar de vivir como persona y pasar a ser vaca o esclavo", es lo que nos asfixia y nos corrompe desde hace ya mucho tiempo. En el mundo y, desde el CV II y de alguna de sus “sesudas y eclesiales interpretaciones", también desde una parte de la Iglesia oficial y oficialista.
Todo, por/para enterrar la VERDAD, junto con nuestra personal capacidad para alcanzarla y manejarnos con ella: para dejar de ser verdaderamente LIBRES, que solo la verdad nos posibilita. Cosa imposible y que, a la vez, se manifiesta infinitamente peor con su contrario, el ERROR, en el campo intelectual; que se convierte en MENTIRA, en el campo moral. Y en CORRUPCIÓN en el plano social.
¿Con qué finalidad? Impedir, sí o sí, que el hombre pueda vivir con su dignidad natural, en primer lugar; para luego, en una nueva vuelta de tuerca, imposibliitarle su encuentro personal con DIos, asumiendo la trascendencia originaria y esencial que posee -como don gratuito-, y con su personal llamada a la santidad en medio del mundo. Que así nos quiere el Señor.
Por supuesto que esto no es de ahora: toda la filosofía, desde Descartes -con algún eslabón perdido ya en épocas anteriores- hasta nuestros días, con las honrosas excepciones que, aunque muy poquitas, las hay, se ha confabulado para todo esto.
A este “esfuerzo (nada)intelectual” -en las antípodas de lo intelectual-, se han añadido otros varios; aunque bien pueden resumirse en uno solo: el PODER POLÍTICO “MODERNO” -léase, muy en concreto, la MASONERÍA y sus terminales- que ha necesitado, en especial desde las revoluciones francesas, echar mano de las IDEOLOGÍAS de todo pelaje, creadas precisamente al servicio del poder para esto: para someter, como nunca hasta hoy día -y, en estos recorridos, nunca se llega a la cima-, a sus propios conciudadanos: MASACRÁNDOLOS humana, física, intelectual, moral y espiritualmente. Triturándolos.
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