"Servidores de Cristo y Administradores de los Misterios de Dios"

Así nos lo ha dejado escrito san Pablo en su Iª Carta a los Corintios: Hermanos: que la gente vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Esta es nuestra “Vocación” y, por tanto, nuestra “Misión” como Sacerdotes. Y no es otra distinta.

Como es lógico y perfectamente entendible, se dirige muy en especial a los miembros de la Jerarquía de la Iglesia, de todo tiempo, en cualquier circunstancia y en todo lugar. Es Doctrina PERENNE en la Iglesia. Por tanto, esto no puede cambiar, ni cambiarse. Y si alguien lo pretende, hay que contestarle que “naranjas de la China”, o “tararí que te ví”.

Con este motivo, continúa san Pablo: Ahora, en un administrador lo que se busca es que sea fiel. Lo deja, pues, clarísimo: ni puede cambiar ni cambiarse: a nosotros, Sacerdotes, se nos pide, por encima de todo y como primer horizonte de nuestra vida sacerdotal, que seamos FIELES al Don recibido.

Para que nadie se engañe -ni deje que le engañe el Demonio, el Mundo y la Carne-, acota perfectamente dónde ha de estar nuestro lugar -y nuestra vida, por tanto-, aquí en la tierra: Dios nos ha asignado a los apóstoles {se refiere a todos los miembros de la Jerarquía eclesiástica} el último lugar, como a condenados a muerte; porque hemos venido a ser el espectáculo del mundo, de los ángeles y de los hombres.

Es probable que todo esto de san Pablo, a muchos hermanos míos en el Sacerdocio de Cristo y de su Iglesia, al servicio de la Salvación de todas las almas a las que lleguemos directamente, con nuestra tarea sacerdotal, no se les haya enseñado así.

También, por supuesto, a las almas que no lleguemos más que indirectamente: por el influjo de nuestra personal Santidad, del valor de nuestras Oraciones y Mortificaciones, y del influjo, real, que nuestra buena fama ejerce, mucho más allá de lo que sabremos nunca. Bueno: en el Cielo, si somos fieles, lo sabremos todo y al por menor. Pero hay que esperar hasta entonces…

Pero ahí está san Pablo. Y lo tenemos a nuestra personal disposición para nuestra buena y completa enseñanza, y excelente acompañamiento doctrinal y espiritual. Porque tenemos todo el derecho -toda la libertad, que nos viene de Cristo-, de ir a beber a las mejores fuentes. Por cierto, san Pablo es, además, fuente de toda confianza. Máxime si las aguas que nos ponen a la mesa no son todo lo buenas que deberían. Como es el caso en tantísimos sitios. Y desde hace ya tantisimos años: desde el Concilio último.

Esto es lo que hemos de asumir como Sacerdotes: ser el espectáculo del mundo, de los ángeles y de los hombres, ad maiorem Dei gloriam! 

Por esto, san Pablo profundiza, llevando a la vida práctica de cada uno de nosotros, a qué hemos de comprometernos realmente como Sacerdotes, con toda audacia y con gran valentía. Y escribe:

Nosotros somos insensatos por Cristo, vosotros {los fieles corrientes} sensatos en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros estimados, nosotros despreciados. (…) Somos maltratados y arrojados de una parte a otra, y nos fatigamos trabajando con nuestras manos. Cuando nos maldicen, bendecimos; cuando nos persiguen, soportamos; cuando nos injurian, respondemos con dulzura. Hemos venido a ser hasta ahora como basura del mundo, como el desecho de la humanidad.

Nada de ser “vanidosos como una cupletista vanidosa”: así nos lo advertía, por cierto, san Josemaría, Fundador del Opus Dei. Lejos de nosotros tamaño desvarío. Nada de buscar complacencias o aplausos, que están de más: ni del mundo, ni de personas particulares, ni de nuestros inmediatos superiores, ni de nosotros mismos: de nadie.

Nuestra Vida Sacerdotal -y, por tanto, nuestra vida personal-, la hemos de gastar ante Cristo. Ante nadie más. Algo que no se le pasa a san Pablo sin advertírnoslo. Nos escribe:

Por lo que a mí se refiere, me importa muy poco ser juzgado por vosotros o por cualquier tribunal humano. Ni siquiera yo mismo juzgo mi actuación. Cierto que mi conciencia nada me reprocha, mas no por eso me creo justificado. Mi juez será el Señor. (…) Él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Entonces vendrá a cada uno su alabanza de parte de Dios. (…)

Así (…), aprenderéis aquello de: “No más de lo que está escrito", a fin de que nadie se enorgullezca de un apóstol y desprecie a otro.

Es la regla de oro de nuestro quehacer como Sacerdotes: “No más de lo que está escrito”.

Todo lo que se salga de lo que Cristo ha dicho y hecho -Aprended de Mí, es a Quien nos remite Él mismo-, ya NO es de Él. Y, por tanto, NO es de Dios. Ni puede ser de la Iglesia: Ésta, no lo puede ni promover; mucho menos, asumir. Y, por decirlo ya todo: nada que se salga de ahí puede servir y ayudar a las almas. Al contrario: las desconcierta. O las corrompe, automáticamente.

Los Sacerdotes hemos de tener la Grandeza, que es Humildad cierta, de no pretender ser otra “cosa” que otro Cristo, el mismo Cristo. Hemos de pedirLe, con la Intercesión de nuestra Madre, la Santísima Virgen, lo que pedía san Josemaría, en uno de esos puntos, pequeños pero certeros, fruto de su Vida Interior, con la que cimentó su Santidad personal: “Señor, que yo no sea yo, sino que sea aquél que Tú quieres que sea”.

Y, ya puestos, me atrevería a escribir -públicamente, como lo hago aquí-, que todo Sacerdote que no esté dispuesto a vivir de esta manera, se dedique a otras cosas: le hará mucho bien a su alma, y harán mucho bien a las almas todas. Como decía un pariente mío, q,e.G.e: “Es mejor ser un bien cristiano que un mal cura”.

Para concluir, san Pablo remata: No os escribo esto para confundiros, sino para amonestaros como a hijos míos carísimos. Aunque tengáis, en efecto, diez mil maestros que os lleven a Cristo, de hecho sólo tenéis un padre. Yo os engendré para Cristo por la predicación del Evangelio. Os exhorto, pues, a que seáis mis imitadores, como yo imito a Cristo.

No tenemos que poner los ojos en nadie más que en Cristo: nuestro Modelo, nuestro único Modelo. Cualquier otra opción, que haberlas ailas, sería nefasta para nosotros, por errada: no haríamos más que el Mal.

Porque en Jesucristo se centran, pues de Él provienen y a Él miran, “las 7 Lámparas” de la Vida Cristiana, como las llamaba Juan XXIII: las Tres Virtudes Teologales y las Cuatro Virtudes Cardinales; que, con mayor razón lo han de ser para la Vida del Sacerdote.

Como escribió San Cipriano: “Demostremos que somos lo que creemos". “Sin anestesia", si se me permite la expresión.

12 comentarios

  
Rmontaud
Percibo que la Iglesia una, santa, católica, apostólica y romana si que busca la complacencia del mundo a través de sus representantes.








No toda, gracias a Dios.
01/12/23 9:24 AM
  
Trieste
Acierta Vd. de pleno con sus artículos sobre el sacerdocio . En éste y anteriores escritos, destaca las líneas que enmarcan a un buen sacerdote. Creo que la Iglesia necesita muchos y buenos sacerdotes. Y menos showmans, animadores parroquiales, creativos litúrgicos, progres , ...
Los seglares debemos comprometernos con la Iglesia, pero no debemos ni podemos hacer de curas suplentes. Ya basta de " ministros extraordinarios " de tal o cual sacramento.
Dios le bendiga. Necesitamos muchos P. Aberasturi.
Un fuerte abrazo y le rezo un Avemaría a la Virgen del Pilar por Vd.








Muchísimas gracias. A los pies de la Virgen del Pilar se fraguó mi Vocación. Gracias x tu Avemaría.
01/12/23 10:08 AM
  
maru
Muy hermosa reflexión sobre cómo tiene que ser un sacerdote; ojalá todos fueran así ; sabemos que los hay así, pero también sabemos que los hay como no deberían ser . Gracias P. Aberasturi. El Señor se lo pagará que es lo importante, pero muchos de nosotros se lo agradecemos enormemente (yo , por lo menos). Mi oracion la tiene







Muchísimas gracias por tus oraciones.
01/12/23 12:42 PM
  
Pedro de Madrid
Todos los religiosos no pueden ver tanta televisión y otras lecturas ya que puede torcer voluntades. Már rezos y lecturas de vidas de santos, pero no soy quien para opinar
01/12/23 5:49 PM
  
Josep
el sacerdote es ministro de Cristo y servidor de la Iglesia y de las almas.
01/12/23 7:24 PM
  
Angeles Wernicke
Dios nos dè muchos y santos sacerdotes! Gracias, querido Padre Aberasturi. Dios lo bendiga!
01/12/23 9:15 PM
  
Marco
Querido padre, en tiempos de tanta confusión; que bien hace a nuestra Iglesia reflexionar sobre lo fundamental.
01/12/23 10:06 PM
  
Tobias
Seguir la agenda 2030, seguir los lugares comunes del globalismo, ya de sobras conocidos no es seguir a Cristo. Sin embargo, los dirigentes no parecen haberse percatado del asunto y no llevan bien que se les recuerde. Arzobispados, obispos, arciprestes, todos van bailando al son de la flauta y están virando la ruta de la misma iglesia. No es fácil saber qué hacer en medio de la casa vez mayor confusión. Parecen haber perdido el temor de Dios...
01/12/23 11:03 PM
  
Francisco Zapata Díaz
Fui alumno de un colegio llamado Xaloc, en Hospitalet de Llobregat, del que el padre Aberasturi fue un tiempo profesor cuando todavía era seglar, aunque no coincidimos.
Durante años fue director espiritual de dicho colegio un sacerdote, ya fallecido, que era un auténtico portento, se llamaba Remigio Abad ( D.Remi) con un celo apostólico increíble y un don para acercar almas a Dios digno de estudio. Querido por todos los que le conocían, sus logros apostólicos fueron prolijos, aunque él, con gran modestia, los obviaba en público.
Me consta que somos muchos los que nos encomendamos a él cuando las cosas parecen torcerse.
Cómo cambiarían las cosas sí hubieran muchos curas-Remigios en España.
Sirvan estas líneas también para rendirle homenaje.
02/12/23 10:16 PM
  
Vladimir
Una cosa es la Iglesia y otra el Clero, (aunque el segundo forma parte de la primera). Hay que distinguir, pues muchos identifican ambas cosas.








Sí. Pero sin clero no hay Iglesia.
03/12/23 1:37 AM
  
Silveri Garrell
No acabo de entender que el artículo se refiera "sólo" a los sacerdotes en cuanto a la entrega total a Cristo, esto es descalificar a todos los cristianos que formamos el Cuerpo Místico Iglesia en los que el Mensaje también debe dirigirse a que "todos entregados a Cristo". El artículo se refiere a una santidad sacerdotal elevadísima en la que los curas deben ser ángeles, cosa imposible en los seres humanos.







T equivocas en todo.
1. La Santidad es posible a todos, clérigos y laicos: "está es la Voluntad de Dios: vuestra santificación" (san Pablo).
2. El post, se dirige casi en exclusiva a los Sacerdotes XP estoy escribiendo para ellos. Y ya llevo unos cuantos, xq en los Ordenados descansa y se funda la Iglesia. Pero no digo q los laicos no existan, pues son la mayoría, con mucha diferencia.
3. Los Sacerdotes estamos para los laicos, en la medida de la Fidelidad a nuestra Vocación y en orden a su Salvación.
03/12/23 6:15 AM
  
Mariana
Como siempre: GRACIAS PADRE JOSÉ LUIS!!!!!

Me encomiendo a sus oraciones!!!!






Dale gracias a Dios, que es Quien se las merece de largo.
06/12/23 9:11 PM

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