La Gracia -y el Gozo- de existir.

En la misma página de OPINIÓN en el ABC (8 de julio de 2023), hay dos artículos diametralmente opuestos. Uno, de Juan Manuel de Prada, titulado: “El mal francés”. El otro, de Pedro García Cuartango: “El vértigo de existir”.

Ambos reflejan/responden a dos visiones y, en consecuencia, a sendas posturas que, una de otra, se sitúan en las antípodas. Son ‘el mundo con Dios’, la primera, y ‘el mundo sin Dios’ y, por tanto, contra Dios, la segunda. Sin lugar a dudas, estoy con Juan Manual. Está en la Verdad. Es decir: acepta vivir en la Realidad.

Éste afirma que: “No puede existir auténtica comunidad política sin un ethos religioso compartido”. Tesis que comparto, pues expresa la razón -y la finalidad, por tanto- de la vida humana. 

El hombre, lo quiera o no, es un SER RELIGIOSO: es lo que real y más profundamente especifica su vida, y la de su entorno. Históricamente, lo que aglutinaba a las naciones era su Religión. Hasta el punto de acuñar -indebidamente, malamente-, aquello de cuius regio, eius religio, para significar que la religión del príncipe era la religión del pueblo.

Por lo mismo, el hombre es un SER MORAL, como es un SER RACIONAL y LIBRE. De este modo es PERSONA, en su más estricta y real especificidad.

Todo esto no depende de que lo use o lo rechace; como no depende de que lo quiera o no; porque no se lo concede uno a sí mismo a libre voluntad: no tiene dónde “comprarlo", sino que lo tiene recibido de su Creador. Nacemos dotados de estas perrogativas, de estos alcances, que nos colocan por encima del estado de las vacas, por ejemplo.

Es nuestro más genuino ADN; que, como comprenderán todos ustedes, no lo digo en sentido literal, sino figurado. Porque el ADN responde o especifica lo más material de nuestro ser: se queda en lo físico. Mientras que esas capacidades o potencias constituye a la persona humana en su ser más profunda realidad.

Así somos las personas. Y así son las construcciones que levantamos: estos son los cimientos de la familia y de la sociedad, por ejemplo, a todos los niveles. Todo lo edificamos, si somos coherentes con nuestro propio ser, desde aquí: desde nuestro ser religiosos, racionales, y con un marcadísimo acento moral. Estos son los únicos fundamentos reales y válidos de nuestra LIBERTAD.

Otra cosa es -porque esto, y desde ahí precisamente sí nos es concedido-, que despreciemos y rechacemos esas cualidades, esos alcances de nuestra naturaleza. Y vivamos “a la contra"…, ¡contra uno mismo! Que ya son ganas. Y, de paso y metidos en faena, contra los demás que no nos siguen en esto.

Empezando por Dios, que es el que de verdad ‘nos estorba’ en nuestro reconstruirnos a voluntad. Una voluntad suicida por autodestructora. Es la plasmación personal y colectiva del montarnos la vida “como si Dios no existiese“: la expresión más genuinamente diabólica que corrompe la vida de las personas, de la familia y de la sociedad.

Porque esto sí: el peaje que hemos de pagar no tarda en hacerse presente, reclamando sus fueros: nos destrozamos a nosotros mismos, de entrada; y a continuación, destrozamos lo que hay a nuestro alrededor, en la medida en que podemos y nos empeñamos. Pero lo hacemos.

Es la tesis del segundo artículo. Para Pedro, “vivir es en cierta forma, renunciar y aceptar la cadena inexorable de acontecimientos en los que se inscribe nuestra existencia”. O sea: ya estamos como las vacas. ¡Es que estas gentes no pasan de ahí! Ya siento tener que señalar.

Y acude -para sentirse arropado supongo, o para seguir anestesiado en un flipe permanente-, a Camus, a Descartes y a Teilhard. Que es como si uno siente que respira mal, que le falta el aliento en cuanto da dos pasos, y acude a un astrólogo para que le cure. O a un delineante. O a uno que no sabe ni leer… Cualquier persona normal iría al médico…, imagino. Estos NO. Y se enrocan ahí, en su irrespensable e irracional decisión.

Él mismo declara, derrotado y perplejo -todo a una-, que: “he padecido la enfermedad de la trascendencia y no he podido jamás curarme”. ¡Reconoce que está abierto a la trascendencia, pero la rechaza! Y la tilda de “enfermedad". Pobrecillo. De la que ‘no ha podido curarse’…, como no ha podido curarse de ser persona.

Y añade, se ve que con dolor en el corazón y en el alma: “En la recta final de mi vida, sigo sin hallar una respuesta. Sigo teniendo la impresión de estar perdido en un mundo inabarcable en el que cada cosa que aprendo suscita nuevas preguntas”.

No puede expresarlo mejor. Porque su denuncia -contra sí mismo, aunque no lo quiera reconocer: la soberbia intelectual es la soberbia más dañina-, no puede expresarlo mejor. Pero se envicia -se envenena- con las palabras, rechazando y despreciando la realidad.

Le pasa lo que a aquel que se perdió en el desierto, y murió de sed en la misma orilla de un oasis en el que florecía un manantial, porque se decía: “no puede ser, es una alucinación”. Y no dió el paso decisivo. No se metió en el agua, y murió a la orilla de su salvación.

A Pedro le pasa exactamente lo mismo. Se queda con Miller, para afirmar que la vida no tiene sentido. Llega incluso a reconocer que existen las dos posturas: la que acepta a Dios y la que lo rechaza; pero prefiere su indefinición, y no se determina por lo que le curaría sus males.

Vuelve otra vez a Camús para afirmar que lo importante de la vida no es la meta, sino los pasos: una majadería más, por muy ilustradita que venga.

Y acaba, reafirmándose en su nada, y reconociendo la inutilidad de su vida que se le va en vano: “No sé a dónde conduce toda esto ni por qué he escrito estas reflexiones. Tal vez sean un desahogo, un intento de compartir esa sensación de perplejidad que me produce el paso del tiempo, la brevedad de la plenitud y la falta de respuestas”.

Como diría sabiamente el clásico castellano: “Sarna con gusto no pica”. Que se lo explica todo mejor que Camús.

Por contra, la vida y todas sus circunstancias son Providencia Amorosa de Dios con todos y cada uno de nosotros. Una Gracia, un Don y un Gozo. El Bautismo nos hace hijos de Dios, nos da el impulso más potente de nuestro ser, que es vivir para Él. Y, desde Él, enriquecer a los demás, a la vez que nos enriquecemos nosotros mismos.

Para, finalmente y con ese bagaje, poder presentarnos ante Dios con las manos bien llenas: la cosecha de una vida plena, para vivirla ya eternamente en su Compañía en el Cielo, preparado desde toda la Eternidad para sus hijos y para sus ángeles.

Con que leyese los Eangelios, y un par de vidas de Santos para comprobar en cabeza ajena lo que es capaz de hacer un alma agarrada a Dios, se le caerían las escamas, volvería a ver, y se haría capaz de regresar a la Casa del Padre, de donde no debió salirse nunca.

Hacer de “hijo pródigo” es una de las mayores gozadas que puede uno experimentar en esta vida. Porque estamos hechos precisamente para hacer de hijos pródigos todas las veces que nos haga falta, y fundirnos en un abrazo determinante y definitivo con Dios Padre. Que nos restituye en nuestra condición de hijos, y en su Casa.

10 comentarios

  
maru
Gracias P. Aberasturi. Qué buen artículo ; en realidad, qué buena respuesta la suya!
09/07/23 11:51 AM
  
Miguel
Padre Aberasturi, muchas gracias por sus enseñanzas.




Gracias a Dios, q nos mantiene fieles.
09/07/23 12:25 PM
  
FSolano
Padre, los santos pudieron hacer todas esas proezas gracias a los dones del Espíritu Santo,
que les permitió mover su voluntadal modo divino . Con solo las virtudes infusas es imposible.






No sé muy bien a qué viene lo q escribes, ni a donde vas: no lo h pillado.
Pero sí t explicó: Dios Padre, con el Bautismo, nos pide a todos los bautizados q seamos Santos. Y todos debemos comprometernos con su Voluntad inequívoca.
Para q nuestra voluntad se identifique con la Suya, Él nos da a todos las Gracias y con Ellas las virtudes q hemos d hacer Operativas (Ambas: Gracias y Virtudes).
Sin nuestro concurso personal, lo q nos viene d Dios se queda en nada; lo mismo q sin su Gracia nuestros mejores deseos no valen para nada.
San Agustín lo borda: "Dios q te creó sin tí, no te salvará sin tí".
Amén.
09/07/23 2:45 PM
  
Masivo
Lamentable , ninguno de los dos autores puede leerse en ABC sin pagar la suscripción.
09/07/23 9:26 PM
  
Marta de Jesús
Bueno, pues aquí estoy en mi retiro vacacional, leyendo el blog del Padre Iraburu, de lo publicado antes de que les conociera, así como un libro también de él, y me he enterado de que mi deficiente formación cristiana es de tipo semipelagiano. Como su título, el de usted, incluye la Gracia, de la que nunca me hablaron, a pesar de Bautizo, Primera Comunión, Confirmación, colegio católico..., pues me siento como en pañales viéndome en ese error.
Que Dios nos ilumine, nos guíe de vuelta a Casa. A los dos autores que nombra, así como también a nosotros.






Cómo compruebas el Señor Jesús no nos abandona, sino q monta las cosas para q nos encontremos con Él y le abramos, ansiosos, nuestra alma.
09/07/23 11:33 PM
  
Guillermo Gonzàlez
Don José Luis:
Gracias por estar nuevamente para nosotros en esta su labor apostólica.
No se olvide de nosotros porque se está enrareciendo mucho más el “ambiente” y necesitamos una guía firme y clara y doctrina segura para no desviarnos de la Meta. Sus palabras y consejos nos lo han dado.
Lo encomendamos mucho.


.









Muchísimas gracias por vuestras oraciones, q necesito. Rezo x vosotros, especialmente en la Santa Misa.
10/07/23 3:06 AM
  
JSP
1. La dimensión más honda en el ser humano no es el sexo (Freud dice que si), sino la religiosidad (su discípulo Viktor Frankl dice que no).
2. La enfermedad de la transcendencia nos la atribuye el señor García Cuartango a los católicos, para la que no tenemos cura, según él, desde una perspectiva psicológica, en el credo de un Dios inexistente, para lo que no existen respuestas racionales.
3. La supuesta no respuesta racional de una vida transcendente se convierte para el señor García C. en un sentido de la vida como si Dios no existiese: “En la recta final de mi vida, sigo sin hallar una respuesta. Sigo teniendo la impresión de estar perdido en un mundo inabarcable en el que cada cosa que aprendo suscita nuevas preguntas."
4. Bien, pues demos respuestas al señor García C. para darle razones de nuestra esperanza en la vida eterna unidos con un Dios vivo, personal y real.
5. En la existencia de Dios encontramos un sentido en la vida temporal. Y esta existencia de Dios la podemos encontrar por 2 vías. El significado de creer parte de que el hombre es un ser religioso, busca a Dios, pues lo que nos hace humanos es la racionalidad: la búsqueda del Bien, la Verdad y la Belleza. Esta es la primera vía por la que el hombre puede conocer a Dios, por la razón a través del hombre y del mundo (Sal 14, 53; Sab 13; Rom 1, 19-20). La razón humana puede conocer a Dios, pues Su existencia es una verdad que la razón puede captar y es un conocimiento racional, incluso sin la Sagrada Escritura ni la enseñanza de la Iglesia. Es la vía del saber (Sócrates, Aristóteles, ...) cuyo comienzo va de la criatura al Creador.
6. El deseo de Dios está grabado en el corazón del hombre, pero por el pecado original y personal puede rechazar, olvidar e ignorar a Dios. Esta verdadera enfermedad espiritual puede llegar a la impiedad, la cual no se limita a negar la existencia de Dios, sino que llega al punto del odio y la blasfemia. Las causas en que se aferran los ateos impíos son diversas: la presencia del mal y el sufrimiento de los inocentes en el mundo; no saber conciliar a Dios con la libertad humana; mal ejemplo de la Iglesia Católica (pedofilia); la diosa ciencia y el progreso tecnológico; el bienestar materialista y el hedonismo propio del egoísmo; y por las implicaciones derivadas de admitir la existencia de Dios.
7. Para todos Dios va al encuentro del hombre. Dios se revela a sí mismo haciéndose Hombre, se da a conocer. Las etapas de la Revelación en Alianzas con Noé, Abraham y Moisés culminan en la plenitud de los tiempos en la Alianza nueva y eterna: Jesucristo. La Revelación, es la vía de la fe cuyo origen es Dios, del Creador a la creatura. Dios permite que se le conozca a Él mismo mediante hecho histórico: el Verbo se hace carne. Dios se revela de un modo racional. Nuestra respuesta es la Fe, cuyo comienzo es la vida eterna. Pues, es un don de la Gracia que tiene un acto humano libre y necesario de obediencia de la voluntad y la inteligencia, acto meritorio, donde el motivo de creer no reside en que sean verdades no entendibles, sino que la causa originada por Dios es Su Autoridad que se revela y no puede engañarse ni contradecirse. Empero, en Su Revelación acompaña signos sensibles para la razón que es la base de la fe católica: el testimonio de los hechos históricos. Puesto que la fe trata de comprender, porque quien cree en Jesucristo quiere conocer mejor en Quien ha puesto su confianza.
10/07/23 12:53 PM
  
Alfonso
Masivo, tienes razón.

ABC es un periódico subvencionado, defensor del partido abortista pp, por tanto anticatólico, que te da una de cal, muy pocas, manteniendo la columna de Juan Manuel de Prada, no porque comulgue con sus ideas, sino porque vende, y contrarrestándolo con otros, todo lo contrario, como el tal Pedro. Yo dejé de comprar y ver ese periódico hace mucho, pues su equidistancia y tibieza políticamente correcta me resultan vomitivas. Sé que ABC se recibe en centros, círculos e instituciones católicas, y eso denota la blandenguería de sus miembros, moderaditos y sin tocar temas realmente profundos y actuales.

Masivo, no te preocupes por tu atinada observación, dado que los artículos de Juan Manuel de Prada los puedes leer en Religión en Libertad gratis.
10/07/23 8:19 PM
  
Mariana


Por lo pronto un gran saludo Padre José Luis.

Y me guardo para el fin de semana con gran gusto, la lectura de este artículo.

13/07/23 1:32 AM
  
Néstor
Muy bien, Marta de Jesús, y gracias al Señor, por supuesto; ese error es el de una grandísima cantidad de católicos hoy día, pero la mayoría no se da cuenta de que es un error.

Saludos cordiales.
15/07/23 10:55 PM

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