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21.03.16

La orfandad de los católicos.

Mons Reig -del que me declaro absolutamente a favor; me parece un gran pastor- lo acaba de decir, el pasado 15 de marzo: “Hoy sentimos los católicos una orfandad en el campo cultural, político y social”. Y tiene toda la razón. Como se dice coloquialmente, “tiene más razón que un santo".

Y el motivo de su queja es, a mi entender, que los católicos han desaparecido -exagerando, claro- en todos esos campos: en la educación, en la cultura, en la politica, en la medicina, en la judicatura, en el mundo empresarial, en los medios de comunicación…, se han vendido a Mammona. 

De hecho -es algo que se hace visible precisamente por su ausencia clamorosa-, el pensamiento católico no influye lo que debería; porque los católicos, en muchos casos a nivel personal, pero incluso “sociológicamente", podría decirse que ya no son católicos. Por eso, ¿como va a estar presente el “pensamiento católico", si está ausente la “vida católica"? Vuelvo a decir que exagerando, si se toma como un absoluto. Porque excepciones, las hay. Pero sí es cierto que, a nivel de país, los católicos han desertado. Si lo han hecho de las parroquias -en el cumplimiento dominical, por ejemplo, que es lo más para un católico-, ¿cómo van a estar presentes, como católicos, en los demás campos? Ni saben siquiera ya lo que eso significa.

Pero, ¿cómo se ha llegado a esta situación? Me va a perdonar mons Reig Plá, porque no lo digo por él, ya que es de las poquísimas voces de la Jerarquía que se oye en este Pais. Pero la primera “orfandad” de los católicos la hemos sufrido, y seguimos sufriéndola, de los mismos pastores -sacerdotes, por ejemplo-, y no digamos de la Jerarquía católica, a cuyo frente están los obispos españoles: por acción u omisión han permitido todo lo que ha pasado no solo delante de sus ojos, sino en el ámbito en el que ellos deberían haber mandado y actuado: en colegios confesionales, parroquias, conventos, casas de espiritualidad, comunidades, etc., hasta el punto de que, a día de hoy, la Iglesia católica en España, ha “desaparecido", sociológicamente hablando.

Sí, los primeros que se han callado -que han desaparecido del mapa, y han hecho mutis por el foro- han sido los pastores, y han dejado a las ovejas a merced de los lobos, hasta el punto de que católicos quedan, sí; la Iglesia en España se ha convertido literalmente en un “pusillus grex", sí, también; pero estas ovejas, con sus pastores al frente, han perdido su genuino ADN: son más producto de una fecundación in vitro al tuntún, que de una “genética” seleccionada y mejorada. La media de edad de la gente en Misa -hablo en general, y hay escepciones, por supuesto- lo demuestra.

Como la historia, cuando se olvida, se repite -y siempre a peor-, esto no es la primera vez que pasa. Ya san Gregorio Magno clamaba contra los pastores que no solo no pastoreaban, sino que abandonaban a la grey. Escribía y predicaba el Papa, Santo y Grande: “Mirad cómo el mundo está lleno de sacerdotes y, sin embargo, es muy difícil encontrar un trabajador para la mies del Señor, porque hemos recibido el ministerio sacerdotal, pero no cumplimos con los deberes de este ministerio. Descuidamos, en efecto, fácilmente el ministerio de la predicación y, para vergüenza nuestra, seguimos llamándonos obispos; nos place el prestigio que da este nombre, pero, en cambio, no poseemos la virtud que este nombre exige. Así, contemplamos plácidamente cómo los que están bajo nuestro cuidado abandonan a Dios, y nosotros no decimos nada; se hunden en el pecado, y nosotros nada hacemos para darles la mano y sacarlos del abismo […].Pero, ¿cómo podríamos corregir a nuestros hermanos, nosotros que descuidamos incluso nuestra propia vida? Entregados a las cosas de este mundo, nos vamos volviendo tanto más insensibles a las realidades del espíritu, cuanto mayor empeño ponemos en interesarnos por las cosas visibles” (31-III-591).

Ante el papa san Gregorio no tengo nada que añadir. Rezar, sí.