Cómo se le hace reingeniería social a un país
El despliegue publicitario de una prestigiosa institución bancaria, que presenta a dos hombres abrazados como modelo de “nuevas familias,” es una muestra representativa de las fases de implantación de la ideología de género en Colombia.
Aquellos que por intereses económicos o de otro orden quieren cambiar la escala de valores de todo un país o región se enfrentan con una pregunta difícil: ¿Qué hacer para que la gente acepte lo que antes no aceptaba, y por consiguiente empiece a distanciarse y finalmente rechace lo que antes aceptaba?
Esa pregunta ha encontrado respuesta en un conjunto de disciplinas que suelen agruparse bajo el término “reingeniería social.” La expresión alude al rediseño y cambio en la construcción interna de la sociedad, sobre la base de la psicología, el marketing, y la economía.
Cuatro fases son típicas de un proceso de reingeniería social: la fase emotiva, la fase de normalización, la fase de institucionalización y la fase de penalización, también conocida como fase tiránica.
Fase emotiva
Es la fase de entrada, y por lo tanto, de ella depende el éxito de todo lo demás. Lo fundamental en esta fase es la manipulación de los sentimientos, particularmente tres: la compasión, la simpatía y la ira.
La compasión se despierta presentando casos extremos y absolutamente marginales pero que tienen gran impacto en los medios de comunicación y en el corazón de la gente. Si se quiere, por ejemplo, que la opinión pública se incline a favor de despenalizar el aborto, se presentarán casos de violación brutal, que desembocan en la pregunta dramática: ¿Está condenada esta mujer a seguir adelante con ese embarazo? Por supuesto, nada se mencionará de los derechos del no-nacido. Lo importante es que se vea cómo quedó maltratada y traumatizada la mujer. Toda la atención debe quedar en ella y su rostro golpeado.


Recientemente, sin embargo, en un foro con asistencia mayoritaria de jóvenes pertenecientes o simpatizantes del colectivo LGBTI, Monseñor hizo varias declaraciones desobligantes: por el lenguaje, por las insinuaciones vulgares y gratuitas, y sobre todo por apartarse de la enseñanza de la Iglesia en cuanto al ideal de vida cristiana para una persona con tendencia homosexual. Monseñor sugirió que no tiene problema para la Iglesia la convivencia entre homosexuales aunque siguió afirmando que no deberían adoptar.






