1.01.17

Quedarse sólo en ceremonias: ¡un peligro!

La liturgia tiene dos realidades intrínsecamente unidas, forma y fondo, lo grande y lo pequeño, el rito y el Misterio. El Misterio pascual del Señor, el Acontecimiento de la Redención se realiza presente y actual por las celebraciones litúrgicas, pero éstas se desarrollan según los libros litúrgicos, con sus rúbricas, sus leyes litúrgicas, sus normas. Es la liturgia un acontecimiento espiritual pero necesita los textos litúrgicos, que son norma de la fe, y la forma digna, reverente y con unción, de realizar las acciones litúrgicas.

Ciertas corrientes secularizantes prefieren reinventar constantemente la liturgia, sus textos y sus rúbricas, haciendo cada cual lo que más le apetece o cree más “pastoral”; se cae en el subjetivismo. Creen privilegiar el espíritu y la vivencia, y convierten la liturgia en una fiesta antropocéntrica, o en una sesión de catequesis. Entonces cada cual introduce en la liturgia sus ocurrencias. Los abusos deben ser erradicados:

“Si no se respetan las normas litúrgicas, a veces se cae en abusos incluso graves, que oscurecen la verdad del misterio y crean desconcierto y tensiones en el pueblo de Dios. Esos abusos no tienen nada que ver con el auténtico espíritu del Concilio y deben ser corregidos por los pastores con una actitud de prudente firmeza” (Juan Pablo II, Carta Spiritus et Sponsa, n. 15).

Pero hoy otro peligro parece surgir en algunos.

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26.12.16

Educación espiritual para la liturgia

La Iglesia siempre ha procurado educar a sus hijos para celebrar dignamente los sagrados misterios. La vida litúrgica no se improvisa, requiere educación… ¡para eso la educación y transmisión de la fe en las familias, la catequesis parroquial y el catecumenado de adultos! Era una iniciación pedagógica, una introducción paciente, para celebrar los sagrados misterios de Cristo en la liturgia.

En la versión latina de la Liturgia de las Horas, se ofrece una antigua oración antes del Oficio, cuando se reza solo, que dice:

“Abre, Señor, mis labios para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los vanos, perversos y otros pensamientos; ilumina el intelecto, inflama el afecto, para que digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado ante la presencia de tu divina majestad".

¡Hermosas claves! La educación espiritual para la liturgia requiere, y así se suplica al Señor:

  • Que el Señor nos mueva por gracia a alabarle
  • limpieza de corazón, sin agitaciones de pensamientos y distracciones
  • iluminar la inteligencia por gracia para captar lo que se reza
  • vivir la liturgia con dignidad, atención y devoción… ¡dignidad, atención y devoción!, que no han pasado de moda, sino que son urgentemente actuales.

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19.12.16

La Palabra de Dios en la liturgia

Ambón de la Parroquia de San Mateo

La Palabra de Dios hoy es un punto de profundización en la vida de la Iglesia. Mucho se ha avanzado, tanto en las traducciones como en el amor a la Palabra de Dios en la Iglesia. Hoy la Palabra se hace accesible de nuevo para comulgar con ella: ¡Pan de la Palabra!

Por doquier se ha difundido el Evangelio de cada año, y muchos cristianos, sacerdotes, religiosos, contemplativos, toman contacto con el Señor por medio del Evangelio de cada día, además de la difusión de la Liturgia de las Horas, también entre los seglares, el ejercicio de la lectio divina, etc.; todo esto hace que oremos con las palabras mismas del Señor, cantando los salmos, escuchando las lecturas, la Palabra proclamada en la Eucaristía…

Pero en este avance, hay un déficit: se proclama la Palabra en la liturgia y se ora con ella, pero la descontextualizamos, sin saber porqué este texto se proclama aquí y no en otro sitio, por qué en este ciclo litúrgico y no en aquél, y cómo se reparten los libros bíblicos en el leccionario. Este desconocimiento hace que la Palabra pierda fuerza y continuidad para la contemplación personal y comunitaria, aunque la clave y la solución sería estudiar la Ordenación general del Leccionario de la Misa.

La profundización en la Palabra de Dios llevará a una valoración y mayor relieve de la Palabra en la liturgia:

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13.12.16

Preparación para la liturgia

La liturgia ha tenido siempre una parte previa de preparación espiritual para la Santa Misa. Indicaba así la importancia del Misterio celebrado en la santa liturgia, a la que no se puede acceder de modo distraído, ni banal, ni precipitado, sino recogido, con ánimo fervoroso, con sentido de adoración ante el Misterio. Normalmente –como vamos a ver- esta preparación se reservaba al sacerdote que oficiaba, pero nos sirve de paradigma para todos los participantes en la sagrada liturgia.

La preparación comenzaba ya en la sacristía: cada vestido litúrgico tenía su oración mientras se revestía (amito, alba, cíngulo, estola, casulla) y la sacristía era lugar sagrado tanto por lo que allí se guardaba (las cosas sagradas para el culto) como ser ámbito de silencio para orar antes de la liturgia. Por cierto, aún rige este mandato para la sacristía, ¡aunque se ignore! Dice el Misal:

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7.12.16

Pensamientos (espirituales) sobre la liturgia

1. ¡Qué grande la Iglesia! ¡Qué Misterio tan hermoso! Que siempre contribuyamos a su belleza con nuestra vida, nuestra santidad, nuestra liturgia, nuestra oración y nuestra reparación.

2. La liturgia es el marco sacramental y real a un tiempo, de unión del alma con el Señor, de mística realizada por signos, plegarias y ritos eclesiales; que la liturgia sea un espacio contemplativo para ti, vivido con la serenidad de la contemplación, el reposo del amor que se entrega al Amado en las oraciones, en la escucha de las lecturas, en el silencio de la liturgia, en el canto de los salmos e himnos, en las inclinaciones que adoran, en la signación de la cruz que envuelve la persona, en la comunión con el Cuerpo del Señor, en la oración de los fieles que intercede ante Cristo por la humanidad. Goza de la liturgia que es la primera fuente de unión de amor con Cristo.

3. Canta la liturgia, rézala, vívela lo mejor posible, porque el primer y más importante acto de oración y alimento del espíritu cristiano es la liturgia. Tenle amor a la liturgia. Canta con gozo la Liturgia de las Horas. Mira a Cristo en el Oficio cantando los salmos por tu voz. Gózate en Él.

4. Canta la liturgia con devoción, poniendo tu corazón en Él, y Cristo, Médico de los cuerpos y las almas, aliviará tu espíritu por la liturgia.

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