InfoCatólica / Temas de Historia de la Iglesia / Categoría: Monacato

17.10.10

Egeria, viajera y escritora

PRIMERA ESCRITORA Y MONJA ESPAÑOLA CUYO NOMBRE CONOCEMOS

En el mundo hispano la figura de Gian Francesco Gamurrini (1835-1923) es prácticamente desconocida, no así en el italiano, en el que dicho erudito es recordado como historiador, arqueólogo y numismático. Y sin embargo, dicho nombre ha quedado para siempre unido al de la historia de la Iglesia española, por uno de los descubrimientos que hizo, que además lo inmortalizó a nivel mundial. Dicho historiador, perteneciente a una familia noble de la ciudad italiana de Arezzo, llegó en la plenitud de su vida a ser director de la Galería Real de Florencia, pero antes había tenido otros cargos más modestos en su ciudad natal, como fue el de Rector de la Confraternità dei Laici o Confraternità di Santa Maria della Misericordia. Se trataba de algo parecido a una cofradía o hermandad como las que conocemos en nuestras iglesias, pero no destinada a procesionar con alguna imagen, sino solamente a hacer obras de caridad entre los necesitados.

Fundada dicha Fraternidad en 1262 bajo el auspicio de los Padres Dominicos y aprobada por el obispo de la diócesis, con el pasar del tiempo llegó a acumular un número tal de donaciones que se convirtió también en una potencia económica en la ciudad de Arezzo y tuvo una gran biblioteca, destinando dinero también para la investigación. A dicha actividad se dedicó Gamurrini cuando fue Rector de la institución, de modo especual al estudio de lugares etruscos y romanos en el centro de Italia, llegando a elaborar un famoso mapa arqueológico de dicha región. Pero su figura no nos interesa por todo ello, sino por algo en apariencia más modesto.

Fue en el año 1884 cuando, poniendo orden en la citada biblioteca de la Confraternità, el buen señor descubrió unos códices, de los cuales uno de ellos habría de hacerlo famoso fuera de Italia, se trataba de la relación que una mujer hacía de un viaje temprano a Tierra Santa. No era un relato completo, pues faltaban algunas hojas, pero no por ello dejó de percibir Gamurrini el valor histórico de dicho documento. Un examen reposado del hallazgo comenzó a arrojar las primeras luces. Se trataba de unas “notas de viaje” -lo que los historiadores llaman peregrinatio o itinerarium- redactadas por una mujer anónima hacia finales del siglo IV o comienzos del V. En realidad escribía a unas lejanas dominae et sorores (“señoras y hermanas”) que habían quedado muy lejos, en la patria común, a la que la redactora confiaba en volver, según indicaba al final de su relato. La autora había realizado un largo periplo, desde “tierras extremas” hasta los lugares bíblicos y describía éstos a sus remotas destinatarias con gran frescura y sencillez de lenguaje.

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12.02.10

Fundador ilustre y gran reformador, pero nunca llegó a los altares

LA VIDA DEL ABAD ARMAND DE RANCÉ, FUNDADOR DE LOS TRAPENSES

Aunque ahora se llaman “Cistercienses de la Estricta Observancia (OCSO)", y prefieren hacerlo así, durante siglos se han llamado Trapenses. Era la reforma de los Cistercienses llevada a cabo por el Abad del monasterio de La Trapa, en Francia, Jean-Armand de Rancé, que se puede considerar con propiedad fundador de esta rama reformada. Siempre se le ha considerado así, pero hoy se le tiende a dejar un poco en la sombra y destacar más la grandeza de San Bernardo o de los tres Fundadores del Cister. ¿Porqué esto? Quizás una de las razones importantes es que fue un hombre tan radical y penitente que dejó tras de sí un estilo de vida muy difícil de vivir, del que parece que hoy sus hijos parecen quererse distanciar. Por eso quizás no se le ha propuesto nunca como candidato a los altares.

Jean-Armand Le Bouthilier de Rancé nació en París el 9 de Enero de 1626, y llevaba el apellido de su ilustre padrino el cardenal de Richelieu. Su familia está cercana al Poder y busca promoverse y enriquecerse. Destinado en primer lugar a la carrera militar, Armand-Jean se orientó, por autoridad, hacia la clericatura y recibió la tonsura a la edad de nueve años, a petición de sus parientes, que querían hacer recaer sobre su cabeza los beneficios eclesiásticos de su hermano mayor moribundo. De este modo será instituido canónigo de Notre-Dame de París y herederá en 1637 la encomienda de cinco abadías, entre las cuales se halla La Trapa. Su madre muere cuando él cuenta doce años.

Joven inteligente y bien dotado, hace brillantes estudios clásicos y teológicos que le llevan hacia el sacerdocio, por el que no sentía ningún atractivo. Sin embargo, en la perspectiva de llegar a ser coadjutor de su tío Víctor, arzobispo de Tours, cede a las presiones familiares interesadas. Rancé es, pues, ordenado sacerdote el 22 de Enero de 1651, y será doctor por la Sorbona en 1654. Hecho archidiácono por su tío Víctor lleva una vida mundana de abad de la corte, según las costumbres de su tiempo."Por la mañana a predicar como un ángel, y por la tarde a cazar como un demonio". Así describía su vida el mismo Rancé, transformado en un eclesiástico de corte, rico, guapo, inteligente y adulado por todos. Le apasiona la caza y el montar a caballo, y frecuenta asiduamente el hotel de Madame de Montbazon. Todo parece sonreirle, pues en 1655 es delegado en la Asamblea del Clero, y en 1656 es capellán del príncipe Gaston de Orleans, sobrino del rey Luis XIV.

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